seis

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-¡Espere! Ese no es un alumno-le dijo Sayen corriendo de regreso a Daishinkan.

El hombre obeso se puso las gafas,que llevaba colgando al cuello,y miro al "muchacho" que  sujetaba por el brazo,que lo veía con el ceño fruncido y los labios apretados.

-¡oh! ya veo que no eres uno de mis alumnos. Disculpe usted jóven-le dijo el hombre con una sonrisa bonachona.

-esta disculpado-le dijo Daishinkan acomodándose la ropa con disgusto.

Él era el Gran Sacerdote ¡por Zen oh sama! Tener que soportar que lo confundieran con un niño era insultante,pero no podía poner en su lugar a ese hombre ni a todos los demás de la forma en que acostumbraba,ademas tener que soportar la actitud irrespetuosa de los humanos hacia parte de ese juego,en el que estaba metido. Suspiro nada más.

-viene conmigo,es un amigo-le dijo Sayen algo nerviosa.

-ya veo que solucionó el problema con el modelo para la clase de hay-le dijo el hombre.

-¿que le sucedió a Auca?-le pregunto Sayen.

Aquel hombre era el subdirector del colegio secundario,donde Sayen trabaja y le explicó que su modelo estaba enfermo del estómago,por lo que ese día no podía presentarse,pero Sayen encontró una inmediata solución al problema. Le explicó brevemente a Daishinkan lo que quería que hiciera,claro que él nunca imagino lo incómodo que era ser puesto sobre una mesa, cual si fuera un florero para que treinta jóvenes lo dibujaran.

Sayen lo hizo sentirse a lo jefe indio,le desabotono la camisa un poco y le desarreglo el cabello  rizandole algunos mechones. Nunca se había sentido más invadido que en ese momento, era de algún modo más incómodo que el viaje en autobús,pero las manos de esa mujer tenían un toque maternal tan agradable que no se resistió, además era evidente que ella,no lo hacía con ánimo de transgredirlo u ofenderlo,mas era ella la primera persona en tocarlo en mucho tiempo y eso lo dejo en un estado algo difícil de definir. El Gran Sacerdote, era intocable y esto era literal en su persona. Nadie tenía con él,ese tipo de gestos porque no venían al caso,era innecesario el contacto físico de cualquier tipo entre los ángeles,mas en alguna ocasión su piel toco otra por razones ya olvidadas al igual que la impresión que le dejó. El perfume de esa mujer era agradable y tenía varios a cuestas;su cabello olía a flores,su piel a almendras,su ropa a hierbas y todo componía una fragancia única que no se asemejaba a algo que hubiera olido antes. Se preguntaba si los demas humanos olierian de forma semejante.

-sólo serán cuarenta minutos-le dijo Sayen-ahora quiero que te quedes quieto y pienses en algo agradable...¿te han dicho que tienes un rostro muy bonito?

¿Quien tendría el valor de decirle esa osadía? Además no era relevante su aspecto físico para su puesto.

-no...nunca me lo habían dicho.

-pues tienes un rostro muy lindo-le dijo y le dió un beso en la mejilla-gracias por esto-le susurro en el oído.

No supo como tomar eso,quedo tieso y ella le decía que se relajara. No se lo decía exactamente,pero le leía los labios. Ser observado no era algo nuevo para él,pero solia observar, teniendo el poder; acá en cambio era sólo un objeto para que esos jóvenes desarrollaran una actividad artística.

Miraba a Sayen pasearse fuera del círculo de caballetes,dando instrucciones a sus alumnos,se sonreía,hablaba con paciencia y cariño a los muchachos.A ratos lo veía y le sonreía como diciendo "ya falta poco". Los cuarenta minutos pasaron rápido y pronto se vio en varios retrato, muchos de los cuales no eran muy buenos o eso le pareció,claro que él sólo evaluó el parecido. Para los ángeles el aspecto no es importante. Jamás discutirán por cosas como quien es más atractivo o tiene la mejor figura, ellos son nada más;pero los humanos se clasifican por categorías como gordos y flacos, feos y bonitos, librando entre estas clases unas especie de batalla implícita. Una actitud bastante estúpida desde el punto de vista de un ángel. Ahora que ellos también tienen,como todos los seres,conceptos se belleza; pero pasan por cosas que los humanos no entenderian del todo. Fue una mañana larga y curiosa para Daishinkan,que dejó el edificio ayudando a la muchacha a cargar sus cosas.

-espero no haberte incómodado-le dijo Sayen mientras caminaban por la calle-me pagan por hora,así que no podía no dar la clase.

-la entiendo,aunque si debo ser honesto no ha sido una experiencia que clasificaria como agradable.

-lo lamento-le dijo Sayen-espero no pienses me aprovechó de tí.

-no,no pienso eso. Pero creo que usted necesita compañía amorosa,quiero decir personas con las que pueda hablar y a quienes pedirle favores de esta naturaleza-le dijo Daishinkan con una fría honestidad.

No lo dijo con mala intención, tampoco con una buena. Fue honesto y dio su opinión en base a lo que había observado de ella.Estaba demasiado sola y por eso le costaba lidiar con todo lo que estaba pasando. Los humanos se rodean de otros humanos o enferman y ella estaba al borde de enfermar. La miro por encima de su hombro, pues iba delante de ella,la vio de pie con la cabeza gacha. Pareció secarse una lágrima cuando su teléfono sonó. Respondío de inmediato y a penas cruzó unas palabras con quien la llamo, su rostro se rompió y dejo caer las cosas que llevaba en las manos, mientras sus piernas se doblaban y caía sobre sus rodillas, dando un grito viceral que pasó violento por su garganta.

Un grito terrible de dolor inconmensurable y tan estremecedor que su grave timbre se alzó con agudeza y quedó arriba, suspendido para desaparecer vertiginoso. Un grito que no dejo indiferente a nadie que lo escuchara,ni al propio Daishinkan que sin que ella le dijera algo en palabras le hizo saber,sólo con ese grito, lo que había sucedido. Se le quedó mirando en silencio,mientras algunas personas corrían a ayudarla.

InsensibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora