42. Bajo control.

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El sentimiento de correr asustada de que algo le pasará a todo el mundo estaba latente. Las personas tan ensimismadas en el disfrute de su propia fiesta ni siquiera alcanzaron a notar a un miembro del equipo de fútbol que se retorcía en el césped por haber recibido un golpe de parte de la chica de Wyatt.

Lili pensó rápido en ese momento, buscando a su novio entre la multitud de personas, el corazón le martillaba en el pecho, pero lo sentía latiendo fuerte en su garganta.

Las personas nunca le parecieron tan distantes cuando aún ellos observaban su rostro afligido ni siquiera le dejaban caminar a prisa. Sus ojos enfocaban todo lo que podían, buscaban aquellos tatuajes que ella a veces delineaba de noche, buscaba esos ojos verdes que siempre le brindaban apoyo y abrigo cuando lo necesitaba, porque ella era una inútil ella no sabía que hacer con sus miedos, su valentía era totalmente inexistente a veces, e internamente se despreciaba por ello.

Encontró a su novio en las escaleras al segundo piso, no parecía beber alcohol. Pero si charlar muy entretenido con Edward y un par de chicas que parecían muy amigas, no sabía quienes eran o de que hablaban tampoco le importaba mucho, ahora su único pensamiento era Yakov. ¿Qué hacía él ahí? ¿Qué quería? ¿No podía desaparecer? ¿No podía alejarse? ¿Qué le había hecho ella?

Lili era muy consciente que dependía demasiado de su novio a veces, y le pareció que se veía feliz con sus amigos, se veía sonriente y sin ningún problema. Sabía que dejaría de sonreír si le mencionaba a quién había visto afuera. Y se sintió terriblemente culpable de inmediato. Lo siguiente que vio fue la salida. Conservo las llaves del auto entre sus dedos, se sintió intimidada por el destino. Pero fuera cuáles fueran sus problemas no quería implicar a Wyatt en ellos.

Tomó aire intentando ignorar el aroma a fiesta universitaria, a gente divirtiéndose hasta por los codos, bebiendo y olvidándose de todos sus problemas, pasando un momento alocado o genial con sus amigos. Pero ella sólo sentía que su vida no era tan alocada como para merecer que un psicópata desquiciado recién salido de la cárcel la buscará para "charlar" con ella.

Se dio la vuelta en el camino contrario a donde había visto a su novio. Y pensó seriamente en salir por la entrada principal. Se vio a si misma envuelta en el miedo, cuando alguien pasó su brazo sobre su hombro.

- ¿Me extrañaste? - Yakov sonrió, disfrutando seriamente del rostro asustado de la pequeña psicópata.

- Nunca me había sentido más tranquila. La verdad no creo que deberías haber salido. - Comentó confrontándolo, sin demostrar que la adrenalina que la recorría por las venas casi la hacía temblar, casi la hacía golpearlo tan fuerte como pudiera.

- ¿Y eso porqué? Me ofendes. - Sonrió atreviendose a acercarse a su mejilla y depositar un beso muy frío, guardando las apariencias ante algunas personas que sin querer habían volteado a verlos. - ¿Qué tal si platicamos en un lugar más privado? - Susurró, Lili volteo a verlo decidida. No era ninguna tonta.

- ¿No podemos hablar aquí? La verdad creo que ninguno de los dos tiene mucho que decir al otro. - Decía con una pequeña sonrisa en el rostro que casi parecía real.

- ¿Has visto a Khoury? ¿Se ha contactado contigo? - Preguntó seriamente. Anderson no entendía nada, ¿Porque le preguntaría eso?

- ¿Acaso ya no tienes contacto con Alexander? - Él presionó la quijada de de Lili causándole molestia, mientras ella intentaba inútilmente alejarse sin que el resto de las personas lo notarán.

- ¿Cuando fue la última vez que hablaste con él? ¿Qué fue lo que dijiste? - Ella recordó su plática en la madrugada molesta y desquiciada.

- ¿Te quiere muerto, verdad? - Inconscientemente una sonrisa apareció en el rostro de Lilith Anderson, al menos sus demonios estaban satisfechos.

Cuando el Demonio Ama al Ángel. © CORRIGIENDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora