36. Los Mimos de una diosa quitan el aliento.

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Las luces parecían cegadoras, el lugar al menos no era un asco era una discoteca bastante buena si al menos no veían vomito en el suelo. Subieron a la cuarta planta del edificio por uno de los elevadores, y aunque en el primero una pareja parecía ocuparlo como un motel más.

- Iremos en el otro. - Decía Lilith evitando ver al tipo que sostenía a su chica contra el elevador. Las chicas rieron un poco. Y esperaron el otro elevador.

La música era buena y un poco ensordecedora. Ellas decidieron ir a la barra ya que Megan y Emi beberían, Lilith simplemente pediría un té. Lo incomodo del asunto para Lili era que al no tener a su novio cerca, muchos chicos la miraban como simple pedazo de carne, y eso la molestaba, le molestaban los silbidos y palabras obscenas que aunque susurraban llegaban hasta sus oídos.

Al ver lo decaída que estaba, Megan y Emi se vieron a los ojos, su amiga necesitaba algo más que simple té o agua, así que le dieron otra cosa, algo muy suave e imperceptible que ni siquiera sentiría el sabor al alcohol. Se miraron cómplices prometiéndose que la cuidarían en lo que restaba de la noche, porque su amiga necesitaba distraerse.

- ¿Te diviertes Lili? - Le preguntaron a su amiga, sabiendo que ella había estado muy estresada últimamente y quería sentirse mejor. Esperaban que esas bebidas ayudaran un poco. Y vaya que lo hacían.

- Eso creo. - Asentía Lili con mejillas rosadas, sintiéndose más feliz y despreocupada de lo usual. Parecía que podría lograr lo que quisiera, lo que se propusiera.

- ¿Quieres bailar? -

- Claro. - Asintió con todas las ganas del mundo.

Minutos después, la barra se veía lo suficientemente atractiva para bailar y mover bien sus caderas, su cabeza le daba vueltas un poco y aunque parecía que podría caerse, sus amigas se reían con ella mientras la acompañaban en su baile de caderas casi experto. Esas caderas que causaban que muchos chicos le dijeran muchas cosas que para ella eran ridículas, pero si las decía su novio seguramente serían encantadoras.

Un par de chicos habían puesto sus ojos en esas bonitas chicas que bailaban de manera despreocupada. Sobre todo en la que tenía unas mejías rosas, unas curvas que parecía que podrían hacerte postrarte y adorarla, porque era preciosa. Parecía que bailaba con algún tipo de pudor que pondría duro a cualquiera, ese tipo de chica que parece inocente y puede ser el diablo en persona.

- Megan baja de ahí. - Marc estaba molesto por la cantidad de no solo tipos sino de chicas que se reunían a su alrededor. ¿Como sabía que estaban ahí? Cuando llamó a su novia apenas escuchaba su voz a través del auricular, y que bueno que Marc compartía ubicación con su novia y ella también con él, porque si no no las habría encontrado.

...

- El ganador. - Terminaron el conteo y Wyatt había dado el último golpe como para que su contrincante cayera al suelo en un K.O. con su rostro hinchado, por los golpes.

Sus amigos empezaron a aplaudir pues habían apostado bastante por Wyatt y este había ganado una tercera vez en la noche, esta vez sin llevarse ningún golpe significativo en el rostro. Con eso Wyatt calculaba que tendrían suficiente para un auto para su novia y los chicos para lo que ellos quisieran gastar su dinero, y un Edward que prácticamente no lo necesitaba se los dejaba a sus amigos.

- Hola. - Edward contestó el teléfono de Wyatt, y frunció el ceño. - ¿Está borracha? - Preguntó con asombro, como si le hubieran contado una mentira. Cuando Wyatt fue donde sus amigos, bebiendo agua con calma se extraño al ver a Edward contestando una llamada. - Le preguntaré a ver si quiere ir. - Decía a punto de querer reir o verse hasta confundido.

Cuando el Demonio Ama al Ángel. © CORRIGIENDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora