WOOSEOK

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Pasabas horas eternamente aburrida, sin nada que hacer ni deshacer. Televisión en las tardes y ordenador en las noches. Mi padre no aguantó más, bueno esta vez ya lo dijo en serio.

-ve a vender en mi puesto-. En una esquina entre la avenida principal y una calle, mi padre vendía dulces artesanales. Tendría que estar allí toda la tarde vendiendo hasta que mi padre me viniera a recoger en la noche. No había otro remedio, tuve que ir un día de invierno.

 Me acomodé en un asiento a esperar la clientela. Las horas pasaban, estaba igual como en casa, aburrida. Empecé a leer el periódico que mi padre compró, leía y de fondo escuchaba la bulla de los autobuses y coches.

Un grito agudo cautivó mi atención, alguien venía cerca, levanté la vista y era un niño que había cruzado la avenida, pero eso no me llamó la atención, eso no era lo que cautivó mi mirada y asombro. Un adolescente, el muchacho me deslumbró con su esbeltez y claridad, con ese semblante parecía no dar interés a lo que sucedía a su alrededor y siguió caminando. Pasó por el costado de su nueva admiradora y él siguió caminado sin prestarme atención. Lo vi dirigirse a otra calle y desapareció de mi vista. Anómalo interés sentía en mi interior, como saber de dónde provenía y adonde iría. Me propuse volver mañana, pero me acordé del instituto, entonces el otro fin de semana, ojalá le vuelva a ver.

 Mi padre dejó ese negocio y se dedicó a otro. Nostálgica cuando recordaba lo de aquella vez. Nunca imaginaría lo que pronto me iba a suceder en la noche del sábado. Volvía a mi casa después de unos entrenamientos en el parque, llegué a mi cuadra, faltaban metros para llegar. El destino quiso que esos metros fueran mágicos, desde una casa vecina, salió la silueta de un muchacho con un niño pequeño tambaleándose al caminar. A medida que me acercaba, la silueta se dio la vuelta y se produjo el encuentro de nuestros rostros con la mirada sorprendida y a la vez algo avergonzada. No lo podía creer, el chico aplicó algo de indiferencia intencional y se adentró de nuevo a la casa, mi mirada se quedó pasmada al frente, solo quería entrar a su casa, deseaba explotar, no podía aguantar la emoción, esto no me parecía real.

En mi cuarto reventaba chispas euforia; mi actitud, carácter,comportamiento y trato cambiaron sorprendiendo a mis familiares.

 -¡Está al frente, él esta allí al frente!, Dios no puedo creer tenerlo tan cerca- pensé. Me sentí apenada porque él me había visto así de sucia y sudorosa después del entrenamiento, un baño y un cambio de ropa inmediatamente lo arreglaría todo.

Después de cenar, con la excusa de ir a comprar a la tienda, tímidamente salí a la calle, vi aquella casa, noté que la puerta principal estaba abierta y que de su interior se escuchaba música, me detuve un rato disimulando esperar. Caminé levemente hacia la acera de enfrente y me senté en ella. Los ánimos me estallaban por dentro. Recordé una frase que en ese momento cayó como agua fría: "Nunca mendigues por un poco de amor, el amor viene a ti solo y si no quiere, no lo esperes".

Reaccioné de momento y giré a ver de nuevo aquella casa. Luna en el cielo y Sol en el horizonte, él estaba allí, quieto con la mano derecha en la barbilla, disimulando ver hacia el lado contrario. Se me estremeció el cuerpo, mis pensamientos casi lo decía al aire, él debió verlo porque se acercó justamente a mí.

– Hola... ¿Sabes dónde hay una bodega por aquí cerca?.

Levanté el brazo como una flecha y señalé hacia mi izquierda.

– Por allá hay.

Él me miró con vacilación, una pregunta más quizá pueda dar el veredicto final.

– ¿Tú vives aquí?.

Respondí  que si con los nervios a flor de piel y añadí.

-Allí en la casa azul, y tú,¿ vives en esa casa?.

El chico rió suavemente, me contagié de esa sonrisa, él me respondió.

– Tu sabes donde vivo.

No cabía en mi sorpresa antes de hacerle una cuestión, él agregó.

– He venido a visitar a mi abuela, y estoy a punto de irme, espero que nos volvamos a encontrar cuando venga- Se empezó a alejar de mí, entonces decidí preguntar su nombre, giró a verme enseguida.

– Mi nombre es Wooseok, ¿y el tuyo?.

Respondí apresurada.

– Daeyun, dime, ¿cuándo vienes?.

Wooseok se puso pensativo por unos segundos, después de eso dio una respuesta -mañana vendré, estaré aquí toda la tarde, adiós Dayun.

 Muy feliz respondí –hasta luego Wooseok-.En ese momento salió su familia y subieron a un coche, se marcharon y sentí como sin un pedazo de mi cuerpo había sido arrancado.

No dormí aquella noche, me desperté minutos antes de las once de la mañana. Me sorprendí por ese terrible actuar, que me diría mi padre ahora. Me lavé y cambié, me dirigí al comedor y solo mamá estaba en la cocina. Pregunté por mi padre, no estaba, mis hermanos, estaban en la calle jugando, tomé el desayuno y decidí salir a la calle. Cuál sería mi sorpresa que Wooseok estaba sentado en la baranda de aquella casa, no nos pasamos por alto y  un suave ''hola'' salió de cada uno de sus labios, yo esbozaba una sonrisa tremenda en el rostro, me acerqué a él, le comenté que pensaba que vendría más tarde, Wooseok se rió y dijo que su madre había decidido venir a esta hora, entonces pensé que se iría temprano.

Motivada, empecé a hablarle cosas espontáneas, cosas que a veces agregaba con algunos chistes y bromas, nos quedamos compartiendo pensamientos, había ratos donde nos separábamos para algunas ocupaciones pero siempre regresábamos para vernos en el lugar donde nos hablamos por primera vez: la acera de la calle.

Casi al crepúsculo algunos chicos propusieron jugar voleibol, montaron una cancha improvisada en la calle y nosotros juntos empezamos también a divertirnos en su dinámica. Luego acompañé a Wooseok a la tienda y casi en los momentos finales estaba junto a él. Amor descubierto, amor en el aire.

Wooseok y yo nos encontrábamos silenciosos en la celda de una escalera. Era el momento del despido, caótico rato, podía sentir como cada segundo dolía mientras pasaba, apoyé mis manos en mis rodillas, él las tomó suavemente. Estaba asombrada con la mirada en el suelo, ahora tocó mi hombro, y muy levemente dijo - Dayun dime algo.

Con la mirada todavía puesta en el suelo atiné a pronunciar suavemente –quiero que estés más tiempo conmigo- no lo soportamos, nos fundimos en un fuerte y cálido abrazo.

Dicen que desde ese momento en las madrugadas se ve a dos jóvenes sentados en la acera de aquella calle, y cuando pasas por allí se siente un ambiente sentimental que hasta podría hacerte llorar.

Cuando el amor te encuentra, solo cae rendido a tus pies.

PD: hoy vengo sentimental, sorry, ¡FELIZ HALLOWEEN!.

ONE SHOT [X1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora