Mon Amour ››zhang yixing‹‹

MA: 2.18

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Jihyo no dejaba de moverse como una pequeña lombriz mientras Donghae la veía en silencio, comenzaba a hartarse de su actitud de sobreviviente, ambos sabían cómo iba a terminar eso.

—¿Crees que tu novio te esté buscando?

—¡Cierra la boca!

Bandit alzó sus cejas y comenzó a reír de forma cruel frente a ella.

—¿Sabes por qué terminaste aquí?

—¡No hables!

—Sabía que la presencia de Tiffany te molestaría y saldrías corriendo de ese lugar— Entonces Jihyo se detuvo. –Ese amor ridículo que tienen los vuelve predecible—

—Sabías que Tiffany estaba en ese lugar

—Yo le ordene que estuviera ahí

—¡Vete a la mierda!

—Oh preciosa, si yo me voy tú vendrás conmigo

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Los hombres de Yixing y Suho habían destruido el apartamento de Bandit sin obtener ninguna pista al respecto, solo un par de computadoras y unas notas al azar como recordatorios. Yixing no dejaba de reproducir el video de Jihyo y cada vez que lo hacía, se sentía más y más culpable, tuvo que ir tras ella, nunca debió haberla dejado ir sola.

Golpeó sin parar la pared descargando la furia que sentía por dentro hasta que sus nudillos sangraran lo suficiente.

—Es una chica fuerte— Miró de reojo al castaño quien presenciaba la frustración de su jefe. –¿Suho sabe lo suyo?— Este negó sin ánimos de hablar, temía que pudiera gritar de lo mal que se sentía. –Es un lugar oscuro y húmedo— Susurró mientras veía por encima el video que Yixing no dejaba de reproducir. —Deja de reproducirlo, no te culpes así—

—Vete de aquí y ayuda a Suho

—Lay...

—¡Vete de aquí!— Gritó arrojando con fuerza el teléfono hacía la pared destruyéndolo en mil pedazos.

Junmyeon había salido con sus hombres en busca de algunos amigos de Bandit que tenía en la ciudad, sabía que no iba a tratarlos con amabilidad y les dejaría en claro que tener a Bandit como su amigo le traería consecuencias malas mientras que Yixing simplemente trataba de buscar un punto de partida, de hacer memoria en su ocupada cabeza. ¿Lugares donde pudo haberla llevado?

No dejaba de preguntarse lo mismo y a estas alturas maldecía haberse hecho amigo de ese infeliz.

—¿Dónde está?— Oyó una voz femenina por el pasillo y algunos de sus hombres discutir.