Acababa de llegar a Elche. No habíamos vuelto a hablar desde la discusión anterior a que te fueras de aquel hotel sin dejar rastro. Yo me había despedido de las demás y me había marchado para coger un tren hacia mi ciudad natal. Me había pasado el trayecto llorando, mirando fotos que ambas compartíamos y manteniendo una lucha interior para decidir si atreverme a escribirte algún mensaje o no. No lo hice. Acabé dormida en mi asiento, con la cara empapada por las lágrimas. Llegué a Elche y cogí un taxi para llegar hasta mi casa, donde mi familia me esperaba. No me preocupé en secar los restos de las lágrimas, me daba igual mostrar mi dolor por nuestra situación. Bajé del vehículo en el que me encontraba y me desplacé hasta la puerta de mi casa, llamé al timbre. Marina, mi hermana, me contestó y me abrió la puerta a los pocos segundos. Subí por el ascensor y encontré la puerta de casa entreabierta. La cabeza de mi hermana pequeña asomaba por el hueco que quedaba y a sus pies se encontraba mi gata Queen, que no tardó ni un segundo en salir disparada hacia mis pies. La recibí con el afecto de una madre que lleva días sin ver a su pequeña. Marina y mis padres me recibieron con cariño, entusiasmo y orgullo.
Les conté algunos detalles que me había pasado por alto en nuestras constantes comunicaciones por teléfono y Whatsapp. Y ellos también me contaron alguna que otra novedad que se habían saltado. Cenamos en familia con una agradable conversación ambientadora que olía a hogar. Me dieron el remedio perfecto para olvidar, al menos por un tiempo, nuestras discusiones. Hablé con ellos como si volviese de un viaje de mil días dando la vuelta al mundo. Las horas pasaban como pensamientos por la cabeza de un sabio, pero nadie parecía percatarse de ese pequeño detalle con sabor a menta. Seguíamos sumergidos en aquella burbuja de fresa y chocolate. Aquel ambiente que en vez de irse enfriando con el aumento de la oscuridad que nos rodeaba, iba intensificando la sensación que emana el sol en una tarde de otoño, aquella presente tranquilidad y anhelo de pasar una interminable tarde con tus seres queridos.
Dormí, cuando llegó el momento, como si volviese a ser una niña pequeña que sueña con la imaginación y la cajita de música de aquella historia narrada en un presente que no pasa nunca. Soñé como si trazase con un pincel de vida los colores de mi infancia, el momento de luz bañada en oro. Volví a vivir aquella añorada etapa, viendo a través de mi sonrisa. Preciosa, añorada y anhelada sonrisa. Me balanceé sobre los hilos del recuerdo como una niña en un balancín querido.
Desperté. Sí, desperté, sin querer desprenderme de todo lo conseguido durante la noche, con un sentimiento de calma con tacto a sábanas de verano después de una noche de recuerdos.
Mis padres se despertaban en su habitación. Mi hermana, en cambio, seguía pegada a las sábanas, que fue como la encontré minutos después cuando pasé por delante de su habitación. Me encantaba verle la carita de dormida que me hacía recordar todos esos años en los que habíamos compartido habitación, en los que me dedicaba a observarla cuando me desvelaba o me despertaba antes que ella.
Desayunamos todas juntas, sin prisas. Hablamos de mis proyectos, de los de Marina, de cosas banales y de ese adorado presente. Después mis padres se fueron a comprar y Marina y yo nos quedamos en casa. Me quedé en el sofá con Queen, y mi hermana pequeña no tardó mucho en sentarse a mi lado. Le sonreí y me devolvió la sonrisa con una tierna caricia. Nos abrazamos; la había echado de menos.
Tras un buen rato de conversar sobre la vida misma, me hizo aquella pregunta que yo esperaba desde el primer segundo que nos habíamos visto. Aquella pregunta que te incluía a ti y a lo que nos acababa de pasar. Aquella pregunta que no quería responder por miedo a romperme pero que tenía que responderle a mi hermana, aunque me doliese.
- ¿Ha pasado algo con Nat? ¿Llorabas por algo relacionado con ella?
- Sí.
- ¿Sí a ambas preguntas? - preguntó, a lo que yo asentí. - Jooo, lo siento.
Nos quedamos en silencio. Marina me miraba, yo miraba el suelo. Hasta que levanté la vista, la clavé en sus ojos y volví a deslizarla hasta el suelo.
- Si quieres puedes contarme lo que ha pasado. Yo estoy aquí para ayudarte y apoyarte. Eres mi hermana; te quiero.
- Gracias. - sonreí.
Y le conté lo que había pasado. Todo. Ella me escuchó sin interrumpirme ni una sola vez. Cuando terminé, me miró con una triste sonrisa y me abrazó. Yo no pude evitar sentir como resbalaban las frías lágrimas por mis mejillas y me aferré con fuerza al cálido cuerpo de mi hermana. Nos separamos después de un rato.
- ¿Te ha escrito algo? - negué con la cabeza.
- Tampoco lo he mirado. Ni le he escrito nada. - admití. - No quiero estar mal, pero es que siento que no tiene sentido arreglar las cosas.
- ¿Por qué?
- No lo sé.
- Pero os queréis, ¿no?
- Yo qué sé. Antes estaba segurísima que sí, pero es que ahora ya ni lo sé.
- Alba, por dios. - suspiró. - No podéis estar así. Dile algo.
- ¿Yo? ¿El qué?
- Pues no sé... que la quieres, que lo sientes... aunque le digas hola, qué tal. Yo que sé. Algo. Pero hablale. Hazle saber que quieres que te hable.
- Joder, ¿y por qué he de ser yo?
- Pues porque parece que ella no está muy dispuesta y así no podéis estar. Así que ya puedes ir tú.
- Vooooy. Pero porque lo dices tú, que si no, no voy ni pasado mañana.
Me levanté y me dirigí a mi habitación para coger el móvil. Y cuando lo encendí me di cuenta de que no era yo la que tenía que escribir el primer mensaje. Tú sí que te habías interesado y me habías escrito varios mensajes. Te encontré entre las llamadas perdidas, pero preferí escribirte.
- Hola Albi😘😘🖤
- Acabo de llegar a Pamplona
- Siento lo que ha pasado en el hotel
- De verdad
- No quiero estar mal contigo
- Te quiero
- Y ambas nos hemos pasado, por eso te pido perdón
- Contesta porfi
- Albi
- Cariño
- Amor
- ¿Alba?- Hola Natalia
- No sé que decirte
- Tengo un lío en la cabeza
- Déjame un poco para pensarTe escribí y acto seguido apagué el móvil. Me acerqué a mi hermana y me abracé a ella, llorando. Necesitaba soltarlo todo.
ESTÁS LEYENDO
¿Nuestra relación solo es en OT?
FanfictionYa se ha acabado OT2018 y Alba Reche y Natalia Lacunza se han ido con sus familias. Ninguna de las dos ha ganado, pero aún así parece que lo que pasó en la academia se queda allí. Parece que su relación ha sido solo una ilusión, una mentira televisi...