~ LII ~ TREGUA

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~ POV ALBA ~

Te abrazaba como si sentir tu cuerpo junto al mío me diese vida y sentir el suave movimiento de tu pecho me permitiese respirar aire puro.

Me acababas de decir que necesitabas tiempo y yo estaba dispuesta a darte hasta la luna y todas las estrellas, pero necesitaba que ese último abrazo, antes de irme de tu casa, fuese eterno.

Sin embargo, como todo, también tuvo un final. Nos separamos antes de lo que a mí me hubiese gustado. Me dedicaste una media sonrisa fugaz con la que sentí el impulso de pedir un deseo, como si hubiese visto una estrella fugaz iluminar el cielo nocturno. Recorrí tus ojos color café con mi mirada, intentando impregnarme de tu esencia y poder llevarme una parte de tu ser conmigo. Quizás suene egoísta, pero no era mi intención; yo solo pretendía que ni tú te desvanecieras de mi vida ni yo desapareciese de la tuya. Pretendía fundirnos de tal manera que separarnos fuese imposible; porque no quería volver a cometer los mismos errores ni quería volver a hacerte daño.

Todo aquello se quedó en mi mente. Ni tú ni yo emitimos sonido alguno. El silencio nos acompañó y el regusto a despedida nos observó mientras nosotras recorriamos el camino de vuelta a la puerta de tu casa. Nos miramos de nuevo, con los rostros prácticamente inexpresivos. Tú abriste la puerta y yo me deslicé hacia la escalera, mirándote desde allí por última vez. Despegué los labios para pronunciar un adiós, pero los volví a cerrar porque no quería romper aquel silencio con una palabra tan común e insípida. Tú no dijiste nada; todo estaba dicho. Giré sobre mis talones y empecé a descender, alejándome de ti.

No llegué a escuchar el golpe de tu puerta indicándome que la habías cerrado. Supongo que la cerraste cuando yo ya había llegado a la calle; momento en el que yo dejé escapar un suspiro, liberando el aire que contenía desde el último abrazo.

Miré a mi alrededor, intentando ubicarme. No tardé en encontrar un banco, en el que me dejé caer cuando lo alcanzé. ¿Había hecho mal al actuar de aquella manera contigo? No lo sabía. Cerré los ojos y me tomé un tiempo hasta que volví a levantarme para dirigirme al hotel.

~ POV NATALIA ~

Hacía una hora que Alba había salido por aquella puerta y aquel era el tiempo que yo llevaba mirándola. Quizás esperaba que se abriese de golpe y Alba volviese a aparecer con una sonrisa. Quizás intentaba averiguar si lo que había pasado era real o no. Quizás quería que aquella puerta se abriese y me dijese que saliese a buscarla porque tenía miedo de no volver a verla en meses. Quizás... quizás. Que más daba.

Me separé de aquella puerta y volví a mi habitación. Me senté en la cama y dirigí mis ojos al lugar donde Alba había estado parada mirando el suelo. ¿Había hecho mal al actuar de aquella manera con ella? Seguramente no. Seguramente me hubiese hecho la misma pregunta si hubiese actuado de otra forma. Al fin y al cabo, ambas nos habíamos disculpado y habíamos dicho lo que necesitábamos verbalizar.

Me tumbé, dejando que mi espalda se estampara contra el colchón. Observé el techo, pensando en todo y en nada. Acabé cerrando los ojos, dejando que mi mente divagase por mundos de fantasía de la mano de mi imaginación.

Desperté cuando la tarde comenzaba a consumirse. Me había quedado dormida en brazos de alguna criatura fantástica, sin darme cuenta. Me levanté acompañada de un suspiro salido de mis propios labios y me dirigí al salón, donde me esperaba mi guitarra y una libreta. Le había pedido tiempo, pero antes de seguir pensando en ella debía desfogarme.

Estuve componiendo hasta tiempo después de que las luces del atardecer quedaran sepultadas por una oscuridad rasgada por la tenue sonrisa de la luna creciente. El quejido de mi estómago hambriento me sacó del trance en el que me encontraba desde hacía horas y me hizo preguntarme por la hora. Me levanté, a regañadientes, dejé la guitarra y la libreta y me dirigí a la cocina para ver que tenía para cenar. Cogí unos restos que encontré, los calenté y los llevé a la mesa. Me dejé caer en una silla, como si me costase soportar mi propio peso.

Cené con la mente en un lugar lejano. Mi mirada perdida intentaba encontrar algún destello que pudiese identificar con la chica cuyo nombre se había tatuado en mi cabeza y en mi ser. Empecé a darle vueltas a aquella cuestión que debía solucionar antes de volver a llamar a Alba. Sin embargo, me encontré a mi misma preguntándome por la razón por la que le había pedido tiempo. ¿Qué pretendía encontrar o entender en aquel tiempo que me había concedido? ¿Acaso iba a desaparecer mi miedo de perderla o de que todo saliese mal? ¿Qué quería?

La repuesta a la última pregunta era la única que necesitaba, la que me daría la solución a todas las demás y la que me permitiría trazar el recorrido de mi próxima aventura. La aventura que, una vez más, me llevaba de lleno hacia ella.

Encontré la respuesta a aquella pregunta antes de lo que me esperaba. La duda se aclaró casi en el mismo segundo en el que me sentaba en mi cama con la guitarra dormida a mi lado y la libreta recostada en mis piernas. Suspiré, pues no quería acoger aquella respuesta con tanta rapidez. Necesitaba una tregua, una pequeña oportunidad para recuperar el aliento y para intentar contraatacar o defenderme. Necesitaba sentir que no me estaba rindiendo en los brazos de la obviedad, que estaba poniendo una mínima resistencia.

Observé la guitarra que había dejado después de cenar para que descansara sobre mi cama y suspiré, sin saber muy bien por qué. Acaricié el rostro de mi libreta, la abrí por una hoja en blanco y cogí un lápiz. Escribí en ella la respuesta a la que intentaba resistirme. Me tumbé en la cama, llevando la libreta y el lápiz conmigo. Observé aquellas débiles palabras trazadas con la incertidumbre de quien quiere emprender un viaje pero está deseando que no acabe incluso antes de que empiece. Los ojos color miel de Alba me devolvían una mirada simpática desde las hojas de mi libreta, impregnada de mi imaginación.

Me quedé dormida, tal como estaba, dándole vueltas a aquellas letras que seguía observando. Aquellas letras que lo decían todo pero que solucionaban poco. Aquella respuesta a la que no me sentía preparada para afrontar.

"Quiero estar contigo y no perderte"

¿Nuestra relación solo es en OT?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora