~ LI ~ DESNUDEZ

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~ POV ALBA ~

Al final fui yo la que rompió aquella burbuja. Teníamos que solucionar las cosas; no podía volver a irme con el regusto a fracaso.

- Quería disculparme, decirte que siento haberte hecho tanto daño. No era mi intención. Y sé que casi todo fue mi culpa porque me dio miedo perderte o cagarla y te lo mostré a través de una inseguridad que nos hizo daño. - me quedé callada para ordenar mis ideas. - Y, bueno, ahora estoy aquí para que sepas que lo siento. Quiero que estés bien.

- Quieres que te perdone. ¿Así, como si fuese tan rápido y sencillo? - me dijiste con un fondo de amargo reproche. Y yo recordé aquello que había comprendido cuando había emprendido el camino hacia Madrid desde Elche para ir a buscarte. Y te lo dije, quise que lo entendieras tal y como yo lo había comprendido.

- No, Natalia. ¿Sabes? Cuando estaba de camino, que venía de Elche para encontrarte y poder hablar contigo, reflexioné. Solo llevaba una pequeña maleta y me sentía como un bebé recién nacido, sentía cada latido como si fuese el primero porque había salido de aquella oscuridad en la que yo misma me había encerrado. Y fue entonces, en ese renacer incierto, en el que comprendí que no pretendía que me perdonases y me dijeras que querías estar conmigo. No. Yo solo quería que tú supieras cómo me sentía para que tú pudieras ser libre de decidir lo que tú quisieras hacer después con tu vida. Y comprendí que decidieses lo que decidieses, yo lo iba a aceptar, aunque no me gustase. Y ahora es lo mismo, Natalia. Solo quiero que sepas que lo siento y que sepas que voy a estar aquí siempre que quieras y para lo que quieras, aunque nunca volvamos a tener la relación que un día ya tuvimos.

Te quedaste en silencio. Otra vez ese silencio que nos mantenía separadas del mundo por la fina pared de la burbuja creada a nuestro alrededor. Tus ojos, conectados con los míos, centellearon, brillantes. Desviaste tu mirada al suelo y tragaste saliva. Y fue en esa milésima de segundo que transcurrió tras haber tragado saliva cuando vi tus muros derrumbarse por completo, dejando al descubierto tu corazón y tu alma desnudos. Me tocó a mí tragar saliva y soltar la tensión que no sabía que mi cuerpo retenía; derrumbar mis muros. Repasé tu rostro lentamente con el pincel de mis ojos, empezando a humedecer mis mejillas y desnudando lentamente mi corazón y mi alma. Y así, con nuestra desnudez, una delante de la otra, yo repasando tu rostro y tú mirando el suelo, nos dijimos en silencio todo aquello que no sabíamos decir con palabras. Levantaste tu mirada y la clavaste en mi. Nuestros ojos se encontraron entre las suaves lágrimas que ambos creaban. El pigmento de los tuyos se había disuelto en la emoción y clareaba. Tus facciones se habían aniñado y parecían pertenecer al rostro de una niña de tres añitos. Tu respiración era tranquila, casi ausente. Perdí la noción del tiempo y del mundo que nos rodeaba con mis ojos conectados a los tuyos, como si ese fuese el puente que unía nuestras almas y que estábamos mostrando por primera vez. Perdí el conocimiento de vocabulario y gramática y, con ello, perdí el libro de instrucciones de mis cuerdas vocales y el de mi cuerpo entero. Me dejé caer en el mundo que se abría a través de las puertas de tus luceros, sin pensármelo ni una sola vez.

~ POV NATALIA ~

Alba estaba delante de mí, parada, como si se hubiese congelado. Mi mirada divagaba por sus ojos, intentando leer todas las respuestas a las preguntas que mi alma se hacía. Las lágrimas mojaban mis mejillas, al igual que lo hacían las suyas en su delicado rostro. La miel que me ofrecía su mirada se aguaba y se empapaba de verdad y de un millón de sentimientos cuyos nombres no eran precisos. Su declaración había roto mis esquemas y me había dejado desnuda ante ella. La pequeña criatura que acababa de demostrarme a lo grande que me quería de verdad había conseguido derrumbar aquellas barreras que había tardado meses en construir; las había derruido en minutos. Me acababa de dar su corazón latente, sin pensar antes en las consecuencias de sus actos y yo me había dejado hacer, mostrándole el mío para que pudiera juntarlos lentamente. Su sonrisa me impactó, desatando la mía. La vi perdida en la profundidad de mis ojos y la acogí en mi mundo, abriendo los brazos para invitarla a fundirse conmigo. Una lejana y débil voz en mi interior me regañó por caer tan rápidamente, pero mi único pensamiento que justificaba aquel momento era el "estoy completamente enamorada de ella, es inevitable" y el suspiro mental que lo precedía. Mi corazón latía con alivio y mi alma se dejaba llevar por el suave oleaje que desprendían los sentimientos de la persona de la que estaba profundamente enamorada: Alba Reche.

La vi acercarse, lentamente como si aquello fuese un sueño, sin derrumbar el puente que nuestros ojos conectados creaban. Dejó caer el puente cuando su cuerpo se unió al mío y sus brazos rodearon mi cintura. La abracé con cuidado y con cariño; no pude evitar formar una enorme sonrisa y soltar un suspiro provocado por la calidez que recorrió mi cuerpo. Cerré los ojos por puro instinto y me deshice de todo lo que me decía la razón, desaté mis emociones y me deshice del control de mi cuerpo. Liberé mi ser y dejé que mi esencia se encontrara con la de Alba.

Me quedé abrazada a ella, llorando en silencio y notando sus lágrimas mojar mi camiseta. Estábamos sacando todo aquello que habíamos estado acumulando desde hacia meses.

- Lo siento, Nat. - susurró ella en un tono de voz tan débil que tuve la certeza de que se desmayaría.

- Lo sé, Alba. Yo también lo siento. Ambas hicimos mal.

La separé un poco de mi para poder mirarla a los ojos y así poder serle totalmente sincera.

- Dame un poco de tiempo, ¿vale? Necesito... como... tragar todo esto.

- Claro. Lo que necesites.

Y nos volvimos a fundir, sin barreras, sin mentiras. Solo con la verdad; con nuestra desnudez.

¿Nuestra relación solo es en OT?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora