Una joven, hija de muggles ignorantes, es llevada a un orfanato, dónde es ignorada, temida y burlada por sus particuliares acciones.
En su décimo-tercer cumpleaños, llega alguien que le comprende a la perfección. Gracias a él, la chica ingresa al me...
Miércoles noche, demasiado tarde para estar en la biblioteca, pero debo terminar una redacción sobre los... ¿cómo se llaman? ¿Boggarts?... para mañana. Me duelen las orejas de cargar las gafas, así que me las quito y guardo.
-¡Hache!
Levanto la cabeza y veo a Sirius acercándose a la mesa.
-Hola, Black.
Se sienta en frente.
-¿Cómo que hola Black? Llamame Canuto... o Sirius -se apoya sobre la mesa, cruzando los brazos-, suena bien cuando lo dices tú.
-Vale -sonrío y vuelvo a centrarme en mi redacción.
-Oye -le miro.
-Dime.
-Hace tres días que no sé nada de mi sudadera, ¿me la devuelves?
-No la tengo aquí -sigo escribiendo.
-Que raro, creí que andarías con ella encima todo el día.
-No soy como tus seguidoras.
-Claro, a ellas no les dejo mi ropa.
-Pero tu cama sí, o eso tengo entendido.
Suelto la pluma y reviso lo que he escrito.
-¿Estás celosa? Cuando quieras, te invito.
-No caigo tan bajo.
-Claro que no.
Me coge la mano que tengo libre y acaricia el dorso. Al momento la aparto.
-Voy a por tu sudadera.
Recojo las cosas y las guardo en la mochila.
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-Da igual -sonríe.
-Voy ahora y te la bajo a la sala común.
Salgo de la biblioteca con Sirius.
-Puedes quedártela.
-Pero es...
-Un regalo -me pasa un brazo por los hombros-, espero que la uses.
*¿Me habrá visto el otro día meter la cabeza?*
-Bueno, me queda algo grande.
-Te queda perfecta, aunque tendrás algún problemilla.
-¿Por qué? -joder... ¿y ahora cual será?
-Si te fijas, detrás de esa columna acaban de meterse dos chicas.
-¿Y?
-Te tienen envidia.
Me río a carcajadas.
-¿A mi por qué?
-El otro día te vieron con mi sudadera en el Gran Comedor y ahora paseamos mientras te agarro por los hombros.