Una joven, hija de muggles ignorantes, es llevada a un orfanato, dónde es ignorada, temida y burlada por sus particuliares acciones.
En su décimo-tercer cumpleaños, llega alguien que le comprende a la perfección. Gracias a él, la chica ingresa al me...
Desde aquel beso en Hogsmeade, Canuto y yo nos hicimos más unidos. No se despega de mi si no es imprescindible, me manda cartas "anónimas", me espera cada día para ir a clase y, si no tiene, se queda en la puerta del aula donde esté.
Lo más gracioso que me contó Lunático es que los chicos con sus hormonas revolucionadas "piropéan" a las chicas, entre ellas estamos Lily y yo, y Cornameta y Canuto terminan enzarzándose en duelos, lo que conlleva a un castigo.
-¿No os cansáis nunca? -dice Lily de pie con los brazos cruzados.
-¿De quererte? Nunca.
-Venga, Evans... no te enfades con el chiquillo. Sólo protege lo que le costó conseguir.
-¡No soy un premio, Black!
-¡Pégale, pégale! -animo a mi amiga desde las escaleras.
-¡Y tú también deberías aprender! -me reprime- No podéis estar todo el rato haciendo bromas con los exámenes a la vuelta de la esquina.
Después de media hora, Lunático, Lily y yo vamos a la biblioteca. Como ya os expliqué antes, Canuto no se separa de mi y Conamenta no se separa de Lily, así que vinieron con nosotros con la promesa de estar en silencio.
-Me aburro -susurra Canuto.
-Pues vete -le digo indiferente.
-Paso.
Pone los brazos en forma de cuenco encima de la mesa y mete la cabeza entre ellos.
La verdad es que me estoy aburriendo. El estudio no es para mi y aún encima no tengo varita para practicar.
-Ey -susurro- vámonos.
Agarro de la mano a Canuto y salimos con la mirada pegada de un grupo de chicas.
-Que raro. ¿Desde cuando me agarras de la mano?
-Desde ahora.
Caminamos hasta el patio de piedra y nos sentamos en medio.
>>Quiero enseñarte una cosa.
Rebusco en mi mochila y saco un frasco de apenas cinco centímetros de altura.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.