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Domingo, noviembre 6.

Jisung corrió hacía la puerta gritando un "voy" en el camino.

Su respiración vertiginosa se instaló en su pecho, bajando y subiendo con mucha rapidez, quería calmar su corazón enloquecido pero estaba inmóvil. A pesar de que ya habían tenido diversos encuentros, sus sentidos no parecían acostumbrarse a su presencia aún, y cada vez que lo veía se sentía como la primera vez.

Una vez sus ojos captaron la presencia del moreno, se volteó nervioso.

No podía seguir mirándolo o su corazón se saldría de su pecho, ¿seria eso posible? Porque estaba seguro que en cualquier momento el suyo brincaría afuera.

Mirando al sofá frente a él, escuchaba atentamente lo que los chicos decían.

—Hola, Jisung—saludó su voz serena.

—¡Donghyuck! Al fin llegas, hay muchas cosas que necesito mostrarte—dijo su hermano, emocionado como siempre—Ven, vamos a mi habitación por unas cosas.

Escuchando los pasos de los chicos golpeando la madera de la escalera, dejo salir todo su aire retenido.

—¡Y bajan después para el almuerzo!—gritó su madre, a lo que Jisung hizo un sonido de asentimiento—Vamos Markie, agarra tu pala.

Con abatimiento, obedeció a su madre. Tendría una larga tarde.

—¡Con animó! Labra esa tierra—alentaba su mamá—Déjala plana.

Había pasado aproximadamente una hora desde que habían iniciado con su labor, pero ya no tenía ánimos, el fuerte sol lo estaba haciendo derretirse en su sitio y los molestos mosquitos lo estaban atacando.

—Mamá, ya no puedo más, me canse.

La señora frunció sus cejas y negó.

—Ya casi acabamos, con más fuerza—mando, desde su puesto con su bebida en mano.

Soltando todo el aire cansado continuó, pero antes de que pudiese volver a tomar su rastrillo, su padre los llamó desde la casa.

—¡La comida esta lista, ¿vienen?!

Levantándose de su silla, su madre le hizo señas—Ven, después seguimos.

Sin replantearlo dos veces soltó el rastrillo y corrió hasta la casa, se quitó las botas y fue directo al baño para lavarse. Pero apenas salió, su respiración se entrecortó.

Donghyuck venía saliendo con Jisung de su habitación y este una vez lo miro lo saludó.

—Oh, Mark—llamó, apenas lo vio salir—No te había visto, ¿qué tal?

El canadiense quedó mudo, no sabía que decir, aunque en realidad la pregunta no fuera algo del otro mundo.

—Estuvo toda la tarde con mamá en el jardín—respondió Jisung por él, burlándose.

Pasó su vista a su feo overall y expulsó el aire avergonzado, miraba sus pies sintiendo el calor concentrarse en su rostro y su manos levemente temblorosas.

Ahí supo que su plan de olvidarlo se estaba cada vez más yendo al barranco.

—Estupendo, yo siempre ayudo a mis padres a plantar, ¿Qué huerto tienen?

Pese a todo el mal pronóstico que ese día había parecido esa mañana, las cosas le estaban sonriendo. Agradecía lo amable y gentil que era Donghyuck en todo momento, otra razón más para que le gustara.

—E-estamos plantando zanahorias.

Continuaron con su recorrido, hasta la cocina y se sentaron en la mesa.

—Yo cultivo zanahorias en casa, tengo que alimentar a mi conejo.

Sus padres que estaban en la mesa, escucharon atentos al moreno. Una desgracia.

—¿Te gusta cultivar, Donghyuck?—preguntó su madre a la vez que colocaba los platos.

—Sí, señora Park—respondió cortes—Lo hago con mamá algunas veces.

Mark miro la sonrisa de su madre unos segundos y se reprochó mentalmente por no percibir que eso pasaría.

—¿Te gustaría ayudarnos, Donghyuck?

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Donghyuck's Stalker «MarkHyuck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora