Capítulo 38

2.2K 201 125
                                    

Cuando abro los ojos, el barullo de abajo es más alto de lo que me podría imaginar. Sin quererlo me he quedado sobado con todas las ganas, pero creo que no ha sido por mucho rato, así que me tomo el lujo de darme una ducha rápida antes de bajar a lo que sea que ha preparado Zabini.

El agua me despierta un poco al mismo tiempo que me refresca. Esto de tener el baño para mí solo es lo mejor que me ha dado el colegio, sin duda. No sé exactamente si Dumbledore estaba al tanto de los pequeños favores que se molestaba en hacerme el jefe de nuestra casa con solo una pequeña charla con mi padre, pero ahora mismo tampoco me importa.

Mientras dejo el agua correr, se me vienen de repente imágenes de ella, lanzadas al azar sin ningún sentido y un escalofrío me recorre entero. ¿Puedo dejar un puto segundo de pensar en ella? La verdad que la imagen no es en absoluto desagradable lo que hace que de repente sienta calor en las zonas más bajas de mi cuerpo. ¿Habrá pensado ella en mí de esa forma? La duda me taladra la cabeza mucho después de que salga de la ducha y empiece a vestirme para la ocasión.

Lo que más me sorprende, es que al salir no descubra nuestra Sala completamente llena de gente. Sí, la hay, pero menos de lo que suelen albergar las grandes fiestas de Zabini. Supongo que a la peña del castillo le importan demasiado sus exámenes como para tomarse un descanso tan grande, lástima que los Slytherin no seamos iguales.

Blaise, como de costumbre, habla tranquilamente con unas chicas que no sé si alguna vez he visto, pero que tampoco me esfuerzo en detallar. Al acercarme un poco, se vuelve y me guiña un ojo antes de empezar a presentarnos.

- Anda, mira, aquí está. Seguro que le conocéis de antes - les dice en un tono demasiado amable. Las dos chicas que parecen casi idénticas ríen a lo discreto - Kate y Emily.

Tampoco le pongo pegas a los típicos dos besos de saludo, pero le lanzo una miradita a mi amigo advirtiéndole de que esto no era exactamente lo que quería al acceder a venir, aunque él tampoco me hace mucho caso.

El saludo es rápido, al menos por mi parte. La primera chica es algo cortada, pero la segunda no tiene reparos en acercarse todo lo posible para que no tenga obstáculo en ver sus increíbles encantos femeninos. Yo intento mantener la distancia.

- Bueno... ¿Queréis algo?

Las pavas asienten y yo veo la oportunidad perfecta para escabullirme un rato de lo que la norma social dicta en estos casos yendo a por las bebidas.

- ¿Qué haces, tío? - le pregunto entonces al cabrón que tengo por amigo.

- ¿Qué hago de qué? - se hace el tonto - Son unas amigas.

- Ya, pues gracias, pero yo no necesito más amigos - aunque en principio la frase iba a ser de lo más normal, yo también noto lo borde que parece al final.

- Ey, tío, tranquilo. No va a pasar nada con que hables con ellas, Stanford puede estar tranquila - él no parece ni un poco ofendido, al contrario, la diversión en su voz es más que notable.

Supongo que tiene razón y soy yo el que se está formando sus propias paranoias sin sentido. Es mi amigo, y además, el estar hablando con una tía no tiene que derivar siempre en un polvo y eso lo sé bien.

De camino a los sillones donde las chicas de antes hablan entre ellas, me entretengo un poco saludando a la gente en plan anfitrión. El trabajo duro siempre es cosa de Zabini y eso lo sabe todo el mundo, pero a mí siempre me tienen como el que paga la fiesta y, aunque me pase la vida siendo un puto rancio, esto nunca se me ha dado mal.

- Las chicas estaban hablando sobre el último partido de Quidditch - me informa el moreno cuando vuelvo.

- Es increíble cómo cogiste la bola dorada - me elogia una de las dos, no sabría decir cuál porque no me acuerdo de sus nombres.

Lo que no sabes de mí (Draco Malfoy) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora