Nathalie Stanford es una estudiante de 5° curso del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, Gryffindor por naturaleza. ¿Quién diría que una sangre sucia pudiera convertirse en el primer amor de Draco Malfoy?
Casi todos los personajes excepto la prot...
Durante todo el proceso de elaboración, nadie habla a no ser que sea para preguntar algo acerca de la poción o para dar alguna que otra órden. Malfoy, el cabeza de grupo, vierte un líquido espeso y verde en el caldero y empieza a removerlo cuando ve como el humo asciende de repente, pero por más vueltas que le da, el vapor sigue saliendo en grandes cantidades.
- Hay que echar el Azarollo antes si no quieres que eso explote - le chivo de mala gana. Me gustaría ver el precioso pelo de Draco manchado de esa mierda si la poción saliera por los aires, pero eso supondría perder y prefiero no tener que hacer otro trabajo más.
Con un rápido movimiento cojo el ingrediente que está en el centro de la mesa y con el mango del cuchillo, intentando no cortarme, me pongo a triturarlo lo más rápido posible.
- ¿Necesitas ayuda? - se ofrece él, pero le rechazo.
- Puedo sola.
Cuando solo quedan cinco minutos para que acabe el plazo de elaboración, me propongo mirar a los otros para comprobar cómo van. Hermione, apurada, regaña a Ron y empieza a meter ingredientes sin cesar. Tiene el pelo increspado por los vapores y me temo que yo estaré igual.
- Ahora sí que haces justicia al símbolo de tu casa, pareces un león de verdad - se ríe Malfoy detrás de mí.
- ¿Por qué no te callas y te centras en preparar la poción?
Lo que menos necesito ahora es alguien que me recuerde que estoy horrible.
- Oh, venga, Stanford. Sabes que no lo decía a malas - se acerca para que nadie pueda escucharle y me coge un rizo entre los dedos.
- No me toques - le suelto bruscamente.
No parece que le haya gustado mucho mi comentario, porque la sonrisa se le esfuma rápido de los labios y baja la cabeza con timidez. ¿Pero qué esperaba? Se ha portado fatal conmigo y ahora actúa como si fuéramos amigos del alma. Eso sí, con cuidado de que no le vea ningún serpiente, no vaya a ser que el príncipe de Slytherin se denigre hasta el punto de hablar con alguien como yo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Afortunadamente, nuestra poción consigue mantenerse en su estado normal lo suficiente para que Snape le dé el visto bueno y nos proclame vencedores. La mayoría de mi bando grita y aplaude, Harry entre ellos, pero yo no me siento con ganas. Malfoy, alejado en una esquina, parece tener un humor parecido al mío.
La clase acaba y yo y mis compañeros de casa subimos a nuestra sala para dejar los libros antes de hacer la visita a Umbridge. Seguramente use ese aparatito suyo al que parece tener increíble aprecio y que te deja las palabras bien grabadas, no precisamente sobre un pergamino.
Según las indicaciones de la ahora directora de Hogwarts, la sala destinada a nuestras sesiones iba a ser la que otrora le pertenecía a ella. La puerta está entreabierta, mostrando un trozo de habitación de donde salen dos voces. Harry, sin miedo alguno, llama con los nudillos antes de entrar.