Capítulo 48

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La veo meterse dentro del hueco del retrato, agitando la mano y despidiéndose antes de que la señora gorda me tape las buenas vistas y se ponga en todo el medio. La muy foca me mira con cara de asco evaluándome de arriba abajo. Por la mueca que pone yo diría que no me da una nota muy alta, aunque también podría ser porque la hemos despertado.

"No me mire así, señora. Si por mí fuera, ni habríamos dormido"

Me giro de nuevo, haciéndome a la idea de todo el camino que me queda de vuelta a mi habitación. Después de ese rato hasta me asombra seguir en pie, pero no lo cambiaría por nada del mundo. Ya me gustaría volver a oírla gemir mi nombre.

Sin oponer resistencia, dejo que mi mente vuelva a recordar toda la noche, como si así pudiera olvidar por un momento que ya se ha acabado. Ha sido lo que se dice una velada completita, con preguntas y recuerdos, besos y el calor de nuestros cuerpos fusionándose, sin olvidar la angustia del principio. 

Espero que por lo menos se haya olvidado por un momento de la movida esa del gafotas, esa mierda de que el pringado se caga cada vez que ve cosas del Señor Tenebroso. Me alegro que por lo menos no le afecte a ella directamente.

Y entonces caigo.

En que, aunque parezca una tontería, sería el cuento perfecto para contarle a mi padre. Estoy seguro de que ninguno de los gilipollas de los mortífagos saben nada de esto y de que al Señorito le parecería información fresca y de mucha utilidad. Es justo lo que necesito en el momento perfecto, cuando ya me empezaba a llegar el agua al cuello. Algo que le haría olvidarse de mí y de mi familia al menos por un tiempo.

El milagro parece caído del cielo, algo que por fin me sale bien, pero no hay que olvidarse de la otra cara de la moneda. En cuanto me imagino contándole a mi padre todo el percal, me viene a la mente la imagen de Nat cuando me descubrió entrando en la Sala de los Menesteres o cuando me oyó hablando mal de ella con los gilipollas de mi casa o las veces que hice de todo por desmentir cualquier relación nuestra. Momentos en los que se dió  cuenta de la mierda de persona que soy.

Nathalie me lo ha contado con el único propósito de desahogarse, de quitarse un poco de ese peso que la ahogaba. Mi cabeza me la vuelve a liar recordándome todos los momentos que la he hecho pasar, cuando ella confió en mí, la decepción en sus ojos al descubrirlo, lo que le costaba oírme decir "lo siento". Todos los momentos en los que fui un imbécil y, aun así, ella siempre me perdonaba.

Y no tengo derecho a serlo otra vez.

Joder, es tan difícil. Me gustaría contarle la mierda que hay detrás de mí, todo lo que nos llevó a ser lo que somos ahora, el por qué de mis acciones. Y a la vez tengo miedo de lo que podría pensar, porque si la pierdo a ella, lo pierdo todo.

¿Me seguiría queriendo si supiera lo que soy? ¿Si supiera que todo empezó por una misión? No lo sé, pero tampoco puedo arriesgarme.

Mi cabeza ahora mismo es un puto lío, mezcla de preguntas sin responder y recuerdos que me hunden un poco más en la mierda. ¿Cómo elegir? ¿Traicionar a la chica que amas o abandonar a la mujer que te dio la vida? Son las personas que más me importan y es una puta mierda saber que elija lo que elija, haré daño a una de las dos.

Me duele la hostia volver a traicionar a Nathalie. Aún tengo en la cabeza la expresión de miedo que se le dibujaba en el rostro cuando me lo contaba hace no mucho, pero de lo que sí estoy seguro es de que no dejaré morir a mi madre y menos a manos de ese cruel infeliz al que solo le importa él mismo.

En el poco camino que me queda intento no pensar de nuevo en el asunto, no darle más vueltas. Me entretengo tarareando una estúpida canción que no dejaba de cantar Nat antes y por fin llego a mi habitación.

Lo que no sabes de mí (Draco Malfoy) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora