𝘾𝙧𝙪𝙨𝙝 𝘾𝙪𝙡𝙩𝙪𝙧𝙚 ➻ [Scв ; Hнj]

26

— ¿Aún quieres que sea tu pareja?

— ¿Dónde estas?

— ...

— ChangBin—

— Estaré en mi casa.

Seo finalizó la llamada. Guardo su teléfono en el bolsillo trasero de su pantalón y comenzó su caminata hasta llegar a casa.

Ese día en definitiva no estaba a su favor, ya que una capa de nube espesa se aproximaba acompañada de una llovizna. Quizá el cielo comprendía su dolor e intentaba ayudarlo camuflando sus lágrimas en estas. Sabía a la perfección que odiaba que le vean llorar. Agradeció muy en el fondo, pero a la vez se maldijo, porque agarraría un horrible resfriado.

[...]

—¡Hijo! ¡¿Qué te sucedió?! Cogerás un resfriado. Ven, vamos a cambiarte y a colocarte algo abrigador— La señora Seo se encontraba en casa y vio entrar a su hijo totalmente empapado por la repentina lluvia. Corrió hasta él y lo llevó hasta su habitación— ChangBin, cariño. Deshazte de esa ropa. Iré a prepararte algo caliente— ordenó preocupada y bajó a la cocina.

El peli negro resopló y con desgano empezó a quitarse las prendas que llevaba puesto. Abrió su ropero y cogió su pijama con diseño, encima de esta iría una sudadera negra dos tallas más grande. Justo cuando iba a envolverse entre las sabanas de su cama su madre abrió la puerta de su habitación y entro con una bandeja en manos. 

— No tenías que molestarte madre.

— Cariño, por favor — La señora Seo colocó la bandeja encima de la pequeña mesa caoba que se encontraba a lado de su cama— ¿Adivina quién vino a visitarte?— preguntó muy animada haciéndole señas con su mirada hacia la puerta.

— ¿Félix...?— respondió con recelo. 

Fue justo cuando apareció él, apoyado en el marco de la puerta. Con su cabellera desordenada y húmeda debido a la lluvia de hace unos minutos. Se veía jodidamente sexy.

— Hola— saludó HyunJin.

— Me dijo que era amigo tuyo, ¿Porqué nunca me hablaste de él, cariño?

— Y-yo... 

— Bueno, se me hace tarde. Debo ir a la empresa de tu padre — Su madre dejó un corto beso en la frente de su hijo, despidiéndose. 

— Gracias señora Seo por dejarme pasar— dijo Hwang haciendo una reverencia.

— Gracias a ti hijo por venir a cuidar de mi pequeño.

Dicho esto la señora Seo se despidió de ambos con una sonrisa retirándose de la habitación y dejándolos a solas.

—¿Qué haces aquí? — preguntó cortante.

— ChangBin —

— ¿Acaso no tenías una cita?

— Necesito hablar contigo.

— Creí que ya lo habías dejado claro— bufó. Levantándose de su cama, ChangBin caminó hasta la puerta de su habitación.— Sólo soy un amigo, HyunJin. Ya entendí. 

— Escúchame, yo no quería—

— No quiero escucharte — Abrió la puerta e hizo un ademan indicándole que se vaya.

— No me iré de aquí hasta aclarar las cosas contigo, ChangBin— Insistió.

— ¡Bien! Si no quieres irte. Perfecto, yo no pienso quedarme.— ChangBin salió de su habitación y bajo las escaleras. Si no fuera hasta el último peldaño que sintió un fuerte dolor en su cabeza provocando que se apoye en la barandilla. Detrás de él bajaba el azabache quien intentaba sujetarlo del brazo. 

Justo en ese momento vio a alguien entrar por la puerta principal. 

En el momento que ChangBin esquivó el agarre de Hwang el dolor en su cabeza se intensificó provocando que este fuera a parar en el piso. Si no fuera por Félix, quien reacciono al instante sujetando en sus brazos el frágil cuerpo del peli negro impidiendo que impactara contra el frío pavimento.

—¿ChangBin? ¿ChangBin? ¡Despierta!

[...]

Luego de que ChangBin se desmayara, Hwang y Lee lo auxiliaron. HyunJin lo llevó en sus brazos hasta su habitación en donde lo recostó sobre su cama mientras Felix iba por medicamentos y paños húmedos. Para su suerte lograron reducir su fiebre y ahora Bin estaba descansando.

—¿Que fue lo que sucedió?— preguntó Lee.

—Cogió un resfriado por la llovizna que hubo— Félix asintió— ¿Porqué estas aquí?— preguntó ahora HyunJin.

— Yo...—

— ¿Qué clase de relación tienes con ChangBin?

— Sólo somos amigos.

— Ah, creí que tú—

— Me gusta.

Hwang fijó su mirada hacia el australiano. Aquello le había tomado por sorpresa.— ¡¿Qué?! 

— Quiero que sea mi pareja — dijo muy seguro Félix.

— No puedes.

— ¿Por qué?

— Porque a mi también me gusta.