37

1.6K 235 43
                                    


La mañana había empezado, y los rayos abrasadores del sol se colaban entre las cortinas de la habitación. ChangBin dormía plácidamente, envuelto con su cobija, cuando sintió unas manos recorrer por su cintura, abrazándolo y arrimándolo. Bin talló sus ojos y los abrió lentamente encontrándose en su habitación, aún adormilado paseó su mirada por todo el lugar. Había un par de botines que no eran suyos, una camisa roja y unos pantalones negros tirados en el piso.

— ChangBin... — El aludido se sobresaltó al sentir unos labios rozar la piel desnuda de sus hombros. Era una sensación relajante los que transmitían esos pequeños besos que dejaba el azabache. Haciendo un recorrido hasta su cuello, apoyó su mandíbula. — Buenos días — susurró en su oreja.

Seo volteó su rostro encontrándose a HyunJin con un semblante que dibujaba una amplia sonrisa acompañada de unos ojos risueños.

Sí, lo tenía en su cama. De hecho, no era la primera vez que Hwang pasaba la noche en casa de ChangBin, y mucho menos en su cama. Pero lo que no imaginaba era tener al azabache sólo en bóxer, y peor aún. Él también estaba igual, exhibiendo su cuerpo.

Acaso... ¿Había pasado algo entre ellos dos esa noche?





[...]





— ¿Cómo te sientes?

Lee miraba la férula que rodeaba su muñeca y parte de su antebrazo izquierdo con cierta molestia. Aún no creía que aquello había ocurrido.

Sus padres lo habían llamado días antes para que regresara a Australia, la razón era nimia. Es decir, pasar su cumpleaños en el extranjero y "desamparado" no era aprobado por sus padres además de ser una costumbre que tenían los Lee el de invitar a toda la familia, razón por la que terminó metido en una encrucijada. Había sido advertido que, si no era él quien regresaba a casa por voluntad propia, enviarían al familiar más cercano a que lo recogiese.

Vaya dilema.

Era evidente que lo segundo no lo permitiría. Él ya no era un niño y a su familia le costaba soltar a su único hijo. Pero, tenían que entender que él ya tenía la edad suficiente como para cuidarse solo. Y lo supo cuando piso las tierras de Sydney. Sus amigos lo habían invitado a pasar la tarde en las rampas de skate, aunque ya había pasado tiempo desde que Félix había dejado eso no dudo en intentarlo de nuevo. Empero, no pensó que aquella decisión lo llevaría al hospital luego de intentar hacer una pirueta, la que termino con una fisura en su muñeca izquierda. Genial.

Luego de ser tratado y atendido en la clínica, acabo con esas molestas tablillas adornando su antebrazo izquierdo. Su estadía en su casa durante ese mes fue demasiado tedioso. No podía hacer mucho esfuerzo, no podía jugar con su consola y tampoco se animaba a bailar. Sólo quería que el tiempo se pase para regresar a Corea, porque eso fue lo último que pidió a sus padres. Estaba bien allí, había conocido una nueva cultura y personas a las que le tomo bastante cariño. Sólo quería volver.

— Me sigue haciendo mucha falta — respondió lánguido.

— Sólo dos semanas más y retiraremos la férula, joven Lee — anunció el médico. — Debes de entender que las fisuras, así sean menores deben de ser tratadas al igual que una fractura, ya que si usted sigue haciendo actividades que requieran fuerza terminara por resquebrajar más el hueso y eso provocara que acabe en una rotura. — Firmó unos papeles y colocó su sello, para luego entregárselo al pecoso.— Eso es todo. Entregue esos papeles al módulo uno. Lo estaré esperando para su próxima cita. — Dicho esto le dedicó una sonrisa y ordenó a que pase el siguiente paciente.

— Gracias.

Lee obedeció las instrucciones del doctor Song. Dejó esos papeles en el módulo uno y esperó a que le dieran la fecha de su próxima cita.

Al salir de la clínica caminó hasta el paradero en donde esperaría el autobús que lo llevaría a su destino. Félix sacó su teléfono del bolsillo derecho de su buzo y revisó si ChangBin había recibido su mensaje. Pero al parecer ni lo había visto. De seguro aún sigue molesto conmigo, Pensó.

Suspiró cansado y se adentró en el autobús, sólo quería llegar a casa y descansar. Aunque muy en el fondo quería visitar a Seo y explicarle lo que había ocurrido. No quería perder su amistad.



[...]



Mientras HyunJin tomaba un baño en la habitación de ChangBin, este sólo fue a la cocina por un poco de agua para refrescarse. Aún estaba procesando todo lo que había pasado la noche anterior.

Para fortuna de Seo su madre no se encontraba en casa, había viajado con su padre y regresarían mañana.

Era la una de la tarde y recién ese par se había levantado. Bin dibujó inconscientemente una sonrisa en su rostro debido a lo acontecido, es decir, ahora estaba con HyunJin y tenerlo era lo que más anhelaba. Estaba feliz de la relación que habían empezado.

Preparó su famoso batido de frutas para llevárselo a la habitación.

Hwang aún no había salido del baño así que colocó el vaso de jugo sobre su mesita de noche. Cuando pasó a lado de su escritorio, vio su reflejo en el espejo que tenía empotrado en su pared. Se sorprendió al ver varios chupetones en su cuello y parte de su clavícula. El rubor no tardo en aparecer en sus mejillas, ocultándose en su polera negra dos tallas más grandes.

— ChangBinnie~ — HyunJin, quien salía del cuarto de baño con sólo una toalla alrededor de su cintura y otra rodeando su cuello se acercó hasta su, ahora enamorado para plantarle un beso en sus labios. — Te quiero.

Aquello sólo hizo que sus mejillas ardieran aún más y terminara siendo un tomatito rojo. El tomatito rojo de HyunJin.

— Idiota, no digas eso — dijo desviando su mirada.

— No puedo, necesito que sepas lo mucho que te quiero, Binnie~ — Tomándolo de sus mejillas le dejo otro beso más en sus labios. — Voy a cambiarme, bebé.

— ...Yo- Yo... te traje un batido de mango — indicó avergonzado.

— Gracias, bebé.

Todo parecía ir tan bien. Sin embargo, cuando el timbre de la casa de Seo retumbó, fue a ver de quien se trataba.

— Hola, ChangBin. Ha pasado tiempo... — El aludido parecía haberse quedado estupefacto por lo que no pronunció ninguna palabra. Había pasado más de un mes desde que se había marchado sin decir nada. Y ahora que lo tenía en frente suyo no sabía qué hacer.

— Félix...  





  

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝘾𝙧𝙪𝙨𝙝 𝘾𝙪𝙡𝙩𝙪𝙧𝙚 ➻ [Scв ; Hнj]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora