𝐓𝐇𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐎𝐍𝐄

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Eunsan ; Run.
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Sanha se dirigía al banco portando su mejor atuendo, un traje negro con corbata y su cabello perfectamente peinado hacia un lado. No se sentía muy cómodo, pero era por una buena causa, o al menos lo era para él. En su oreja había un pequeño dispositivo donde se oían las voces de Yeonjun y Soobin, explicándole su cometido en aquel lugar y donde se hallaban las bolsas de dinero, oh sí, grandes bolsas de dinero que robaría. El rubio se colocó una mascara de bebé en su rostro, quería ser rudo pero a la vez conservar su estilo, desde sus comienzos como ladrón de pequeños locales se había hecho conocer como "Mr. Baby", ridículo para muchos, pero una obra de arte para él. Miró su reloj, ya era hora, las cámaras de seguridad habían sido intervenidas por un virus que Soobin había enviado desde su computadora. El peli-negro cerró cada puerta luego de que Sanha entrara, de ese modo tendría rehenes y además cortó la señal dentro del edificio. Sin duda su trabajo era el más impecable dentro de las bandas de robos fugitivas y más buscadas. El rubio sacó una pistola de su bolsillo y le disparó a cada guardia de seguridad, tomando sus armas para que nadie pudiera atacarlo. Después de tantos años era un experto en el "arte" de disparar. Amenazó a cada mujer, hombre, anciano y niño que había en ese lugar, sin embargo, nunca le había disparado a algún rehén que no fuera de seguridad, no era su estilo.

Caminó por los pasillos, siguiendo las coordenadas de Soobin. Estaba satisfecho con su cuidadoso trabajo y su grandiosa entrada, su jefe no podía pedir más. Al llegar a la caja fuerte donde se almacenaba el dinero, siguió con cuidado cada paso que Soobin le decía a través de su audífono y así abrió el lugar donde estaba todo lo que quería hallar. Sonrió y se dispuso a guardar cada parte de su valioso tesoro dentro de bolsas de residuos. Pero no todo es color de verde. Su peor pesadilla y némesis desde sus comienzos como ladrón profesional, estaba parado a su lado, con su aire de perfección y aquella sonrisa que derretía cada parte de su ser.

— Ash, eres como una maldición. ¿Qué nunca desapareces? — Bufó el rubio, mientras aún tomaba el dinero con sumo cuidado.

— No seas grosero Sannie, nos conocemos desde hace tiempo. Sólo dame el dinero y no llamaré a la policía como la última vez. — Rió, tomando su teléfono. Pero se sorprendió al ver que no había señal dentro del edificio.

— Estás atrapado Dongmin, así que mejor dejame hacer en paz mi trabajo y desaparece de mi vista, horrible maquina traga dinero. — Habló con seriedad, y cuando por fin tomó todo, se colocó su máscara para salir.

Sanha, ¿me escuchas? No salgas, la policía está fuera y es peligroso, es mejor que salgas por el ducto de la basura. Prometemos que pondremos... Algo para que no te ensucies ni huelas mal como la vez anterior. — Habló Yeonjun desde el audífono.

— Recibido, voy para allá. — Sanha iba a salir corriendo, pero el peli-negro tomó su brazo.

— Dame el dinero, no tienes derecho a irte con todo, "be-bé". — Rió.

— Sólo corre idiota o nos van a meter en prisión y allí no tendrás ni siquiera un centavo. — Bufó y con su mano libre tomó la del mayor, arrastrándolo hacia el ducto.


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— Oye... Eres muy lindo, ¿sabes? Si no fueras mi enemigo haría contigo muchas cosas. — Dijo, intentando llamar la atención del menor mientras se apoyaba a un lado del ducto.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora