𝐓𝐇𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍

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Eunsan ; Illegal.
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Dongmin iba a paso rápido por el pasillo de aquella secundaria. Estaba de practicante, había sido enviado por la universidad y aquel era su primer trabajo como profesor, pero sus problemas aumentaron tras recibir aquel salón. Todo comenzó un día de reprobar exámenes, pocos habían estudiado y la mayoría desaprobó, de modo que se ofreció para dar tutorías y así poder ayudar a los menores a entender lo que les resultara complicado. El problema fue, que nadie asistió a las tutorías, o bueno, sólo un jovencito alto y de cabello castaño. Yoon Sanha, aquel chico tiene diecisiete años de edad, mientras que él tiene veinte pero sus estudios universitarios comenzaron cuando él ya tenía diecisiete, por tanto ahora estaba en prácticas, luego sería evaluado. Observó confundido su reloj y volvió a observar fuera del salón, nadie se presentaba.

— Nadie vendrá. — Habló por primera vez el castaño. — Dijeron que preferían estudiar más a recibir tutorías de parte de un practicante. — Rió nervioso. No quería hacer sentir mal al mayor, pero necesitaba apurar el proceso y así salir de ahí.

— Entiendo... — Suspiró y se puso de pie. — Bien, comencemos con la explicación.

— Usted explique, yo oiré, porque realmente no sé ni siquiera qué es el azufre. — Rió y Dongmin hizo lo mismo, llevaba tiempo sin reir por alguna bobada.

Las horas pasaban rápido y los dos disfrutaban de la compañía del otro. Sanha era más maduro que cualquiera de su edad, o al menos en momentos de seriedad, porque solía ser más hiperactivo y aniñado que cualquiera. El reloj marcó las dos, ya era hora de que cada uno partiera a su respectivo hogar, pero la lluvia caía a cántaros. Sanha tomó un libro para tapar su cabeza e iba a comenzar a correr hacia la parada del autobús, pero Dongmin se lo impidió.

— ¿No quieres que te lleve? Podemos pasar a tomar algo si quieres y luego te acerco a tu casa. — Sonrió.

— No diré el típico "No quiero ser molestia", sólo porque tengo frío y no quiero lloverme, así que acepto, voy con usted. — Ambos rieron y entraron al auto del mayor.

Hablaron durante el trayecto y también al llegar a la cafetería. El menor parecía comprenderlo más que nadie y Sanha se sentía de igual forma, Dongmin lo comprendía, no como sus padres. El menor había "salido del closet", por así decirlo, pero sus padres lo comenzaron a tratar como la gente a un mutante en las películas de terror o ciencia ficción. Sin embargo, Dongmin no lo juzgó, él estaba en la misma posición y por ello casi no sonreía, extrañaba a su familia. Ese día llevó al menor hasta su casa, pero nunca pensó que podría llegar a enamorarse de él, enamorarse de alguien totalmente ilegal.

Por ello ahora caminaba rápido, llevaba días evitando al menor porque sabía que si estaba a su lado, no sabría qué hacer. ¡Le gustaba un niño! Él ya tenía veinte años, no podían ser así las cosas, nada iba a salir bien, podría perder su primer trabajo o peor, nunca ser contratado y ser expulsado de la universidad estando en sus últimos años. Sin embargo, el menor era demasiado insistente, sabía que quería y necesitaba alguien con quien hablar, pero él no era el indicado. Sin embargo, su corazón se partió en mil pedazos cuando vió al rubio, sentado en los escalones de la salida del colegio, llorando. No pudo, no pudo contenerse más. ¿Cómo podía dejarlo así? No era tan cruel. Se sentó a su lado y este sólo giró su cabeza hacia otra parte.

— Tú tampoco me entiendes, nadie puede. Me mentiste sólo para hacerme sentir mejor y ahora me dejas tirado como basura de ayer, aunque prácticamente no me hablas desde hace una semana. — Habló serio. Dongmin le había pedido que lo tuteara, pero eso empeoraba las cosas.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora