𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒

𝐓𝐇𝐈𝐑𝐓𝐘

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Eunsan ; Nightmare.
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Sanha corría por aquel jardín repleto de rosas y diversas flores con distintos aromas y colores. Sentía que flotaba, no quería salir de ese lugar nunca. Se recostó en el cesped, aspirando el aire fresco, era perfecto. De pronto, un pequeño conejo subió sobre su estómago, haciéndolo sobresaltar. Tomó al pequeño animal y lo acarició con cuidado, era una linda bola de pelos, pero más lindo fue lo que llegó después al jardín donde se encontraba. Un joven alto, de cabello negro, camisa blanca y pantalones marrones, estaba frente a él. Lo observó absorto, sus prendas eran las de un niño al lado de aquel joven, que era todo un hombre a juzgar por su apariencia.

— Ese es mi conejo. — Dijo el joven, señalándo al blanco animalito en sus piernas.

— Lo siento, él sólo vino y se recostó en mi estómago. — Dijo avergonzado, tenía un leve pero notorio sonrojo en sus mejillas.

— ¿Es lindo, no? — Sonrió y se agachó junto al rubio. — Casi tan lindo y tierno como tú.

— Soy Sanha. — Sonrió, acomodando su cabello.

— Dongmin, pero dime Eunwoo. — Se sentó junto al menor y acarició al pequeño conejo. — ¿Alguna vez has visto el atardecer desde aquí?

— Sí, vengo siempre y es muy lindo ver como el sol baja. Aquí es increible — Cerró sus ojos, tomando para sí los últimos rayos de sol y aquel delicioso aroma a flores.

— Es lindo recrear la primera vez que viniste aquí cada vez que llegas — Rió y cerró los ojos del mismo modo, tomando la mano del menor.

— Lo es, por esta y más razones es que te amo tanto. — Sonrió levemente, sintiendo la calidez de la mano de Dongmin.

Pero al abrir sus ojos, aquel joven y el conejo ya no estaban. La noche se había apoderado de aquel jardín y usualmente era lindo, repleto de luciérnagas y canoas navegando por el lago del pequeño lugar. Pero aquella noche era inusual, no había luciérnagas, las canoas seguían en su lugar, sólo estaban él y el sonido de su respiración algo agitada por los nervios que sentía. Se levantó y se abrazó a sí mismo, hacía bastante frío y sólo quería averiguar a dónde habían ido Dongmin y el pequeño conejo. Lo llamó varias veces, pero no hubo respuesta alguna, estaba entrando en pánico. A lo lejos pudo divisar al lindo conejo, pero su amado no estaba. Corrió tras el conejo y este sólo siguió saltando hasta llegar a un viejo árbol. Pero debajo de las hojas de aquel sauce llorón, el cuerpo de Dongmin yacía en el suelo, sin vida.

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Sanha despertó y dio un grito llamando al mayor, estaba sudando y las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas. Aquel no había sido un sueño, no, para nada lo había sido. Eso era una pesadilla y de las peores. Los truenos podían oírse fuera, estaba lloviendo incontrolablemente y cuando intentó encender la luz, esta se había cortado. Tomó su teléfono y buscó el contacto de su pareja, buscó el contacto de Dongmin.

Woonie❤

Eunwoo, ¿estás bien?
Tuve una pesadilla muy
fea y realmente me
siento muy inseguro.

Te extraño...

El mayor no respondió, que mal momento para quedarse sin internet, si pudiera utilizar whatsapp, al menos vería si el mayor había visto el mensaje o no. Se acurrucó bajo sus sábanas, sintiendo como el frío lo envolvía, su sueño de cada noche se había vuelto la peor pesadilla de una. Quería llorar porque ni siquiera sabía si Dongmin estaba bien o no. De pronto, un ruido se hizo presente en la sala, la puerta había sido abierta. Tomó un viejo trozo de madera que estaba bajo su cama y caminó hacia la sala con pasos temblorosos. Encendió la luz y miró sorprendido la entrada, dejando caer la madera al suelo.

— Lamento no venir tan rápido. Pasé a comprar comida y además, traje mi tablet, ya que puedo usarla aunque no haya internet, así que pensé que podríamos ver una película. — Sanha no respondió, sólo lo miró aún estupefacto con sus ojos aguados. — ¿Estás bien, bebé?

— Estás bien... — Habló y se lanzó sobre el mayor en un fuerte abrazo, llorando desconsoladamente.

— No llores, estoy aquí y puedes contarme qué pasó, la película puede esperar. Pero lo que sea que haya sucedido, sólo fue una pesadilla. — Dijo, para luego besar la frente del menor.