𝐅𝐈𝐅𝐓𝐘 𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓

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Eunsan ; Admirer.
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Tu sonrisa ilumina mis días
Tus alegrías he vuelto mías

No soy poeta ni estoy cerca de serlo
Pero contigo me esmero en parecerlo

Porque me he enamorado
Aunque suene tonto, me he ilusionado

Me asusta que puedas pensar de mí
Si creerás o no que soy para ti

Hoy voy a decirte lo que siento a la cara
Ni siquiera el más grande miedo hoy me para

Y sé que quizá no puedas corresponderme
Te amaré, aunque tú sólo puedas quererme

En las gradas a la hora del almuerzo
Atte: S

Cada día que llegaba al colegio, en su casillero siempre había pegada una rosa y dentro de este una pequeña nota de papel. Llevaba casi un año escolar preguntándose quién podría ser la persona que escribía esas notas tan bellas. Pasó las clases pensando quién podría ser, pero le era difícil hacerse una idea clara de quién era el responsable de que una sonrisa y un sonrojo inconsciente, se hicieran presentes en su rostro. Jungkook hablaba mil palabras por segundo a su lado, pero él apenas si le prestaba atención a lo que decía, estaba nervioso porque aquel día sabría quién le había enviado aquellas notas y las rosas que cada día sin falta estaban pegadas en su casillero.

Química era una materia tediosa y el profesor egocéntrico e insoportable no la hacía más fácil, sólo quería salir corriendo de ahí. La música sonó y corrió a las gradas, Jungkook intentó detenerlo para preguntar qué sucedía, pero él ni caso hizo. Entró rápidamente al pequeño estadio y bajó las escaleras, pero no lograba divisar a nadie ahí, eso lo confundía mucho. Releyó la carta, estaba bien el lugar, pero su admirador no parecía estar presente. Se sentó con decepción, quizá se acobardó y por ello no fue, era lo más creíble en aquel momento.

Una pelota de basquet rodó hasta sus pies, la tomó y en ella había algo escrito, "Mira hacia arriba". Miró hacia la parte de arriba de las gradas de enfrente y ahí estaba él, Yoon Sanha, el pequeño chico al cual ayudaba con matemáticas cada lunes después del colegio. Sonrió, el pequeño bajaba a toda prisa, se notaba nervioso. Llegó abajo y le extendió una rosa.

— Las rosas son rojas, rosadas y amarillas y tu sonrisa es hermosa y más que el sol tú brillas. Los días pasan, los meses, hasta formar un año y hoy que casi acaba este, te revelo mi pequeño engaño. Era más cercano de lo que creías y dije que no, porque tenía miedo de no obtener tu amor. Sin embargo hoy te lo revelo porque no puedo ocultarlo. ¿A este pequeño intento de poeta podrías llegar a aceptarlo? — Sanha estaba nervioso y más rojo que la rosa que llevaba en su mano. Tan tierno; pensó.

— Nunca imaginé que fueras tú... Nunca noté nada. — Dijo Dongmin, estaba demasiado impactado.

— ¿N-No te gusto? — Cuestionó el pequeño, bajando un poco la rosa. Sin embargo, el peli-negro tomó su brazo, sosprendiéndolo.

— Claro que sí, mi pequeño admirador. — Sonrió y besó suavemente la frente del menor. — Me alegra que seas tú.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora