𝐍𝐈𝐍𝐄𝐓𝐄𝐄𝐍

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Eunsan ; A forbidden love.
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Sanha caminaba lentamente por lo profundo del bosque, cerca de un viejo edificio, aquel lugar donde se reunía la pandilla de su hermano para competir con otra más. No sabía cómo había terminado siendo convencido por el mayor para llevarle una estaca de madera. Pero, ¿qué podía hacer? Si no obedecía, se ligaría una paliza terrible. Era un lugar horrible, olía tan mal, podía ser mitad lobo, pero no a todos les gustaba la suciedad y el mal aroma de la basura, por ello lo consideraban un debilucho en su colonia. Sus piernas temblaban, si alguno de los rivales lo llegaba a ver ahí, sería lobo muerto. Bien sabía que si un vampiro entierra sus colmillos en un hombre lobo, este se quedará en su forma de lobo y realmente era lo que menos quería, estaría destinado a ser un animal sin derecho a opinar sobre su vida y que fácilmente podría ser cazado ya que no tenía ese instinto asesino de muchos de su colonia... O de toda la colonia. Unos pasos se oyeron detrás de él, pero al voltear no había nadie, estaba comenzando a sentirse nervioso e inseguro. Sostuvo con fuerza la estaca en sus manos, intentaba no temblar pero su cuerpo no parecía querer cooperar con sus deseos de verse imponente como su hermano mayor o su padre. Tragó en seco y volteó nuevamente para seguir su camino, pero al mirar al frente, un rostro pálido lo observó y unas manos heladas lo arrojaron contra una de las paredes del edificio. Temió por su vida por primera vez, siempre había sido cuidado por su madre, pero ahora se veía obligado a cuidarse solo por ordenes de su padre.

— Vaya, vaya. Pero, ¿qué tenemos aquí? Si eres sólo un bebé asustado. — Sonrió burlonamente aquel ser del cual tanto temía.

— A-Alejate cosa repugnante y horrible, o de lo contrario no tendré piedad y esto terminará clavado en tu corazón. — Dijo, apuntando al contrario con la estaca mientras sus manos temblaban.

— No eres capaz de algo así, Sanha. Nunca serías capaz de hacerle daño a alguien y eso es algo que me gusta, me atrae. No eres peligroso para mí. — Dijo, dando pequeños pasos de un lado a otro.

— ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Y cómo te atreves a decir que te atraigo? Eres un ser horrible. Los de tu especie son fríos como el hielo y no tienen piedad a la hora de asesinar o devorar a alguien, no podrías sentir atracción por alguien como yo, ni por nadie en general. A menos que sea para dejarlo sin sangre. — Dijo con molestia. Nunca antes había deseado quitarle la vida a alguien, pero aquellos seres llenos de odio y nada más que eso le causaban una gran cólera.

— No digas eso, ni que estar atraído por ti fuera algo de lo que me siento orgulloso. — Dijo el peli-negro, rodando sus ojos. — Soy Dongmin, pero dime Eunwoo, por si te interesa.

— Claro que no me interesa. — Bufó, apretando sus puños con la estaca en una de sus manos aún.

— Eres cruel, pensé que alguien como tú por fin me brindaría ese calor que no encuentro en los de mi especie. — Suspiró pesadamente y se paró frente al menor. — Dime, ¿por qué me odias?

— Por el simple hecho de que provienes de esa especie que se atrevió a asesinar a mi madre. — Dijo, casi en un hilo de voz.

— Pero yo no soy como ellos, así como tú no eres como tu padre y tu hermano. Eres único y... Eso me gusta. Eres algo nuevo, algo prohibido, eres un pecado en contra de mi especie que me atrevería a cometer. — Dijo, dando vueltas al rededor del menor, viéndolo de arriba a abajo; admirándolo.

— ¿Y tú qué sabes de mí? — Dijo, algo avergonzado, su rostro estaba rojo y no por la ira.

— Mucho. Te he vigilado durante largo tiempo y fui yo quien te protegió cuando mi colonia atacó tu hogar. — Dijo el mayor, sorprendiendo al castaño frente a él. — No soy como crees, deberías dejar los prejuicios de lado.

— Y-Yo... ¿Te das cuenta de que lo que dices es una locura? — Agachó su cabeza, intentando ver hacia otra parte.

— ¿Y qué? Quiero cometer una locura y sé que tú no me conoces bien, pero eres lo que necesito en mi vida. — Lo señaló, mientras mantenía una expresión seria.

— Estás loco. — Suspiró.

— ¿Te parece un amor prohibido? — Sonrió, extendiendole su mano.

— ¿Qué más me queda? No eres tan frío como esperaba. — Rió y dió tres pasos cerca del mayor. — Serás mi primera aventura y pecado, no me hagas perder el tiempo.

— Prometo no hacerlo. — Dijo, acorralando al menor contra la pared. — Soy de fiar.

— Entonces tengamos un amor prohibido.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora