𝐓𝐇𝐈𝐑𝐓𝐘 𝐍𝐈𝐍𝐄

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Eunsan ; Soccer love.
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Dongmin caminaba nervioso de un lado a otro por su departamento, si seguía así, probablemente haría un agujero en el suelo. El reloj parecía ir más lento de lo normal, era como si estuviera jugándole una broma pesada e irritante que no acababa nunca. Observó una última vez el reloj, se preguntaba por qué no avanzaba, no era tan difícil dar las cuatro. Se tomó la molestia de buscar su teléfono en sus bolsillos, pero no estaba ahí, lo estaba olvidando en la mesa. Tomó el aparato entre sus manos y lo encendió para ver si la hora de su reloj de pared, era correcta o no.

Rayos.

Pensó, el reloj estaba parado y por ello nunca daba la hora, ya eran las cuatro y cuarto, iba tarde. Tomó sus llaves y su chaqueta, salió del lugar y luego de asegurarse de haber cerrado bien, comenzó a correr. Su desesperación era realmente grande, sólo podía preguntarse si llegaría antes de perder su oportunidad y también el autobús.

Justo ahora debían quitarme las llaves de mi auto. ¡Sólo olvidé pagar cinco multas! Padres, pff.

Pensó mientras corría. Ya era adulto pero aún así sus padres eran bastante dominantes, sobre todo porque ese auto se lo habían regalado cuando acabó la universidad, ahora se dedicaba a enseñar inglés a universitarios. Subió al autobús con emoción, llevaba dinero suficiente, podía pasar a comprar algún regalo, como flores...

No... Sería extraño. Mejor compro bombones rellenos de jalea de fresa, eso le gustará.

Al llegar a una parada cerca del lugar a donde iría, compró los bombones y pidió que usaran una caja en forma de corazón, estaba emocionado. Caminó hacia la cafetería, pero no lograba divisar el rostro de su amado. Suspiró, era un completo idiota, si se hubiera fijado antes en su teléfono habría llegado temprano. Entró y se sentó, estaba molesto consigo mismo. ¿Cómo podía arruinar su primera cita de tal forma? Miró su teléfono, no tenía internet. ¿Qué más podía salirle mal? La campanilla de la cafetería hizo ruido, pero no le dió importancia, estaba demasiado concentrado en torturarse a sí mismo por ser tan irresponsable como para siquiera sentir esa necesidad de cada ser humano de voltear al oir un sonido.

— ¡Eunwoo hyung! — Dijo una voz suave, pero a la vez algo chillona, y él la reconoció al instante.

— Sanha... — Susurró y elevó su rostro para ver al castaño acercarse a él con una sonrisa.

— Lamento llegar tarde hyung, el entrenador nos entretuvo con un largo sermón sobre por qué no acepta torpezas en su equipo y pues... No tuve tiempo de ducharme ni cambiarme, enserio lo siento. — Suspiró, sentándose frente al mayor.

— No hay problema. De todos modos yo acabo de llegar, mi reloj está en mal estado. — Rió algo avergonzado, pero Sanha sólo sonrió.

— Te traje un regalo. — Habló y revisó su mochila en busca del regalo. — Toma, espero te guste.

Dongmin tomó la pequeña caja que el menor le dió y la abrió con cuidado. Dentro, esta tenía una entrada en primera fila para ver a un equipo de soccer, pero lo desanimó que Sanha no parecía tener una.

— ¿N-No te gustó? — Cuestionó el castaño con tristeza.

— ¡No! ¡Es decir, sí! Sí me gustó, sólo que... ¿Debo ir sin ti? — Preguntó con nervios.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora