𝐅𝐈𝐅𝐓𝐘 𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍

189 23 3
                                    

━━━━━━━━━━━━━━━━━━
Eunsan ; Roses.
━━━━━━━━━━━━━━━━━━

Dongmin observaba con atención a aquel chico cruzando la calle, se preguntaba porque el menor siempre estaba pendiente de sus flores. Las dibujaba, las acariciaba, a veces lo oía cantarles y realmente su voz era preciosa. Pero, ¿por qué estaba tan obsesionado con ellas? Tenía vergüenza de hablarle, aquel chico no hablaba con casi nadie y a él le asustaba no recibir respuesta si intentaba hacerlo. Vió que la madre del peli-gris se acercó a él, moviendo sus manos pero no su boca, por lo que se sorprendió. ¿Y si por ello no hablaba con nadie? ¿Y si no podía oir o hablar? Nunca se lo preguntó hasta ese momento.

Desde entonces Dongmin tomaba clases de lenguaje en señas con esmero, cada tarde las tenía. Bin se sorprendió de que repentinamente estuviera tan interesado en aquello, antes había dicho que prefería no ir ya que no llamaba mucho su atención. Progresaba rápido y con el pasar de los días, aquel joven de pelo gris iba notando más su presencia, aunque él se escondía rápidamente tras alguna revista. Cuando por fin pudo manejar el lenguaje como para poder mantener una conversación con el chico, decidió que ya era hora de acercarse a él y tratar de ser directo. Sí, quería comenzar con una amistad, pero también prefería dejar en claro sus verdaderas intenciones desde un principio.

Se colocó lo mejor que tenía, casual pero lindo, tomó un pequeño rosal del jardín de su madre y luego entró para pararse frente a un espejo. Practicó varias veces qué diría, aunque no lo convencieron del todo sus discursos pensados hasta el momento. Practicó los gestos con cuidado de no equivocarse, no lo hacía para nada mal y el libro que Luhan le había dado estaba de acuerdo. Bajó las escaleras con la maceta con el rosal y emprendió camino a la casa del menor. Este estaba regando las flores con una sonrisa, nada fuera de lo común en él peli-gris.

El menor lo observó confundido al tenerlo frente a él. Dongmin le entregó la maceta y este la recibió alegremente.

Hola. — Dijo el mayor, utilizando sus manos para comunicarse. — Soy Eunwoo, ¿y tú?

— Hola, soy Sanha y gracias por las rosas. — El peli-gris sonrió, para luego dejar la maceta sobre una mesa pequeña de madera.

Quería saber... Si podemos ser amigos. — El menor soltó una pequeña risita, dejándolo algo descolocado.

— Oye, si puedo hablar y oirte y sé que tú también. — Sonrió.

— L-Lo siento... Pensé que... — Dongmin suspiró agachando su cabeza, estaba apenado y fastidiado porque en el tiempo que tardó en aprender lenguaje en señas, ya podría haber hablado con el menor.

— No pasa nada, pero ¿por qué me hablaste en señas? Digo... Tu madre sabe que quien es sordomuda es mi mamá. — Elevó una ceja, esperando una respuesta del contrario.

— Mi madre no me lo dijo, yo pensé que quizá tú lo eras y como quería hablar contigo... Decidí aprenderlo. — Sus mejillas se tornaron de un rojo intenso instantáneamente.

— Que dulce, es un lindo detalle de tu parte. — Su sonrisa hacía notar aún más el pequeño sonrojo que portaba.

— Quiero ser sincero, en realidad no vine sólo para ser amigos... — Sanha lo miró ladeando un poco su cabeza. — Yo... Quizá es tonto pero me gustas y quería ser tu amigo para conocerte mejor y quizá... Llegar a algo en un futuro... Aunque claramente no sé si te gustan los chicos y tampoco sé si me aceptarías.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora