𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒

𝐅𝐈𝐅𝐓𝐘 𝐎𝐍𝐄

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Eunsan ; All you need
is love.
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El pequeño Sanha corría por los pasillos de su casa, su corazón latía con rapidez y un sudor frío corría por su cuerpecito delgado y pequeño. Sus progenitores habían vuelto a discutir debido a que su padre había bebido demasiado otra vez. El mayor iba a golpear a Sanha, razón por la cual había comenzado a correr y ahora estaba saliendo por la puerta principal. Corrió hacia la casa de al lado y se escondió entre unos arbustos, envolviendo sus piernitas con sus brazos y sollozando en voz muy baja y poco audible. Su padre gritaba su nombre apenas entendible, los dueños de la casa donde estaba y otros vecinos salieron a ver qué sucedía.

Pasaron las horas y el pequeño seguía escondido, llorando con un poco más de intensidad mientras anochecía. La puerta del lugar se oyó y Sanha trató de no ser escuchado, sin embargo, un pequeño de cabello negro se hizo presente. El niño comenzó a acomodar una mesa pequeña y unas sillas, algo que confundió un poco a Sanha. Sus padres encendieron algunas luces y le dieron dos platos con comida y él agradeció. Sanha sólo observaba con atención los movimientos del niño, hasta que este se acercó a los arbustos donde él se hallaba escondido.

— Hola. — Dijo el peli-negro, abriendo un poco los arbustos. — Soy Dongmin, ¿y tú?

— S-Sanha. — Susurró, y el niño frente a él limpió sus lágrimas.

— Ven a comer algo, mañana todo estará mejor, ¿si? — Sonrió, y Sanha asintió. — Todo lo que necesitas es amor.

Y aquello era verdad, Sanha sólo necesitaba amor y hasta el día de hoy, Dongmin seguía dándole ese amor, pero de una forma más especial. Los años habían pasado, ellos habían cambiado y sus sentimientos también, por lo que él se hallaba sentado frente a un pequeño niño lleno de curiosidad, luego de haber oido aquella historia.

— Y así fue como tú papá y yo nos conocimos, ahora tienes que dormir, Félix. — Dijo Sanha, arropando a su pequeño en la cama.

— Pero papá, ¿cómo fue que decidieron adoptarme a mí y no a otro niño? — Cuestionó el rubio pecoso, introduciéndose bajo sus sábanas.

— Porque todo lo que necesitabas era amor. — Sonrió, abrazando a su pequeño niño y besó su frente. — Duerme bien, bebé.

— Hasta mañana papi, dile a papá Eunwoo que lo quiero. — Sonrió y se acurrucó en su cama.

Sanha salió del cuarto del menor y apagó la luz, Dongmin estaba fuera esperándolo con dos tazas de té de fresas.

— Tenías razón. — Dijo el peli-gris.

— ¿En qué? — Preguntó Dongmin, algo confundido.

— Todo lo que necesitaba era amor. — Rió y observó a su ahora esposo, a su lado. — Y a ti.

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Holiwis chiquiwis piwis.

Como ya les dije, he pensado en acabar con este libro.
Pero si les parece puedo acabarlo en el capítulo 60.

Por otro lado quedé así :0 con esto.