07- ¿Cita?

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Subir al auto de un desconocido es algo que no debe hacerse. Salvo que lo hayas visto antes en una fiesta y sea guapo, claro. 

CHRISTINE

—¡Allen! ¡Eh, Allen!

El capitán del equipo de fútbol deja el entrenamiento por unos segundos y corre por la cancha hasta alcanzarme. Varios de sus compañeros -entre ellos Júpiter- nos miran curiosos.

—¿Qué desea la chica con sujetador de Minnie? —pregunta llegando a mi lado.

Sudado y todo sigue viéndose guapo, aunque apesta. ¿Qué puedo decir? Nadie es perfecto.

—¿Cómo sabes que tengo un sujetador de...? ¡Oh!

—¡Oh! —repite él sonriendo.

No sólo Júpiter se fijó en mi escote el día que lo golpeé en la cafetería, sino también el pervertido de Allen.

—Bueno... No tiene nada de malo tener ropa interior estampada, ¿sabes?

—Es malo cuando vas a tener sexo, Christine. No hay nada más mata pasiones que ropa interior con dibujitos. Por cierto, ¿sabías que las mujeres de Grecia fueron las primeras en utilizar sujetador y lo llamaban "apodesme"? —incrédula, levanto una ceja—. ¿Qué? Lo leí en una enciclopedia.

—¿Pasa algo? —pregunta Júpiter llegando a nuestro lado. Está tan sudado como Allen, con su cabello azabache pegado a la frente y también huele a deporte, pero si es él no me molesta en lo absoluto.

¡Sudemos juntos, Júpiter!

—Necesito un psiquiatra...

—¿Qué? —preguntan ambos a la vez.

Marmotas, lo dije en voz alta. 

—No, nada, es sólo que...

—Christine estaba contándome que tiene éste raro fetiche con los muñecos animados, Jup...

—¡Eso no es verdad! —exclamo con las mejillas encendidas—. Sí, estábamos hablando de ropa interior, pero... Bueno, no hablábamos de la ropa interior como tal, sino de la mía —Júpiter frunce el ceño—. Es que como Allen la vio, entonces...

—¿Viste su ropa interior? —le pregunta Júpiter a Allen, y éste asiente—. Oh, no sabía que ustedes tenían algo... —se rasca la nuca.

—¡No tenemos nada! —me apresuro a decir, levantando la voz un poco—. Lo siento, es sólo que... ¡Deja de reírte, Allen!

—Es que... es que te pones demasiado nerviosa cuando Jup está cerca, Christine —murmura el castaño entre risas. No es gracioso.

Me contengo de golpearlo sólo porque la entrenadora Carter nos está mirando con cara fastidiada, sobre todo a mí, ya que estoy desconcentrando a sus dos más grandes estrellas.

—¡McLaren, Frost! ¡Vengan ya si no quieren que los haga correr por el resto de la tarde! —grita la mujer, y luego hace sonar su silbato con potencia—. ¡Tú, García! ¿Para qué tienes las piernas, idiota? ¡Úsalas! ¡Corre y alcanza esa pelota!

—Allen —hablo, retomando la atención de los chicos—, venía a preguntarte qué te traes con mi hermana y quiero la verdad.

Júpiter levanta las cejas, sorprendido y Allen deja de reír.

—¿Con tu hermana? ¿Qué hermana?

Su aparente ignorancia casi me da risa. Casi.

—Valerie Rogers, un año menor que nosotros, está en éste mismo colegio, cabello negro, piercing en la nariz, ¿seguro que no te suena?. Está en su etapa dark y estoy segura de que la conoces. Si aún no recuerdas quién es, tú y ella estaban discutiendo en la fiesta de Lisboa el viernes pasado.

La Regla Frost © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora