40- Sid y Burro

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Canción del capítulo: When the party is over - Billie Eilish

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La culpa puede ser la más destructiva de las emociones.

¡Sid!

¡Burro!

¡Sid!

¡Burro!

¡Sid es el más gracioso!

¡Pero Burro es el mejor!

Dos pequeños niños, compañeros de preescolar, se peleaban defendiendo a sus personajes favoritos de películas animadas.

¡Sid mantiene a la manada unida chilló Christine, con sus cachetes colorados de rabia, pero Burro sólo es un dolor de cabeza para Shrek!

¡La Era de Hielo es una película estúpida, como tú! exclamó Sami, y ya sin poder contenerse, tomó un puñado de tierra y la arrojó sobre el vestido de Christine, que de inmediato comenzó a llorar. Oh, no...

Sami estaba en problemas. Él era un año mayor que esa niña, así que cuando el recreo terminara y las cuidadoras se dieran cuenta de lo que le hizo a una compañera más pequeña, lo regañarían y le dirían a su mamá.

Mike, ayúdame a callarla le rogó a su gemelo.

Dile que Sid es el mejor y listo lo aconsejó el otro pequeño idéntico a él sin levantar la cabeza de su libro de animalitos.

Oye, niña...

¡Christine! ¡Me llamo Christine!

Christine repitió Sami, oye, lo siento...

Feo, ensuciaste mi vestido...

Se puede lavar. Mira, métete a ese charco de agua.

¡Es mi primer día! sollozó Christine. ¿Cómo voy a hacer amigos con la ropa sucia?

La pequeña le dedicó una mirada de odio puro y se marchó, sentándose bajo la sombra de un árbol sin dejar de llorar. No quería acercarse a las otras niñas para que no vieran su vestido lleno de tierra, así que no le quedó de otra más que continuar sola. Hasta que el mismo niño con el que acababa de pelear, se sentó a su lado y le ofreció una galleta.

¿Sabes qué tienen en común Sid y Burro? le preguntó Sami.

¿Qué?

Que ambos parecen oler feo.

Se hicieron amigos. Y nunca más se separaron. 

CHRISTINE

Recuerdo aquel recreo en el que Sami y yo nos conocimos, cuando él apenas tenía cinco años y yo cuatro, y aún más lágrimas corren por mis mejillas.

Valerie a mi lado intenta darme palabras de consuelo; supongo que me dice frases como "todo va a estar bien" o algo así, pero no la escucho; puede que lo haga, pero no proceso sus palabras. Ambas vamos sentadas en el asiento trasero del auto de Adrien mientras él conduce hacia el hospital a toda velocidad. Allen también habla en el asiento del copiloto, pero en realidad no me interesa lo que dicen.

Sólo me concentro en los miles de recuerdos que atraviesan mi mente, recuerdos míos, de Sami y de nuestra amistad que funcionan como un arma de doble filo en este momento de incertidumbre. No sé qué pasó, no sé cómo está él y pese a que quiero vaciar mi mente y tranquilizarme, no puedo.

La Regla Frost © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora