¿Hacer el ridículo por la persona correcta o hacer lo correcto por un sentimiento ridículo?
26 de septiembre, 2013
JÚPITER
Las chicas pueden ser un verdadero grano en el culo.
¿Por qué lo digo? Porque rechacé a Christine y ahora no me habla.
Entiendo, tiene derecho a molestarse, pero luego me vio besándome con Lisboa y pareció molestarse aún más, y ahora que la busco para explicarle las cosas, es ella quien me rechaza y se niega a escucharme. Y con Sami actuando como su maldito guardaespaldas no puedo ni acercarme. Cada vez que me ve en el mismo sitio, se lleva a Christine lejos de allí.
Y el tema de verdad me impacienta porque no me deja concentrarme en otras cosas, como ahora: estoy en la veterinaria, y la chica que atiende no quita la sonrisa de su rostro mientras me cuenta cómo están tratando a los perros que Christine, Sami y yo rescatamos hace unas noches. Me conduce por un pasillo hacia la parte trasera de la clínica donde tienen distintas jaulas de todos los tamaños; puedo ver que los perros tienen agua, comida, están aseados y en un ambiente limpio. Algunos de ellos están dormidos y otros juegan con objetos de goma como huesos o pelotas, pero yo apenas escucho. Sólo pienso en lo sexy que se veía Christine aquella noche vestida completamente de negro, con sus preciosos ojos azules brillando como zafiros en la oscuridad.
¡Si hasta poeta me puse! Maldición.
—Uno de ellos tenía una pata quebrada, pero le hicimos cirugía y ahora se recupera muy bien —la chica indica una jaula a mi izquierda sin dejar de sonreír, pero yo no le veo lo gracioso. A continuación, se agacha para acariciar un gato, pone el culo en mi dirección, y...
Aah, ya entiendo.
Es guapa, pero... no, gracias. En la única chica que puedo pensar es en Christine, en que se quedó con una mala imagen de mí y eso me revienta. Ni siquiera sé por qué me interesa tanto aclarar las cosas, pero no me quedaré tranquilo hasta lograr que me escuche y acepte mis disculpas.
Luego de ver el estado de todos los perros y comprar una nueva pelota para Otto, me marcho de la veterinaria. No hago más que salir a la calle y echo a un bote de basura la boleta donde la chica anotó su número.
A continuación, llamo a Allen.
—¡Jup!! Estaba a punto de llamarte, hermano —contesta luego del tercer pitido.
—Hablas con Valerie Rogers, ¿verdad?
—¿Por qué preguntas?
—Necesito que consigas el número de teléfono de Christine, su hermana.
—¿Y para qué?
—Eso no te importa.
—Qué gruñón, Jup.
—Sólo consígueme el maldito número.
—¡Oh, vamos! ¿Qué es eso tan importante que no puedes decírselo al guapo de tu mejor amigo?
—Sólo consíguelo y te devolveré el favor, Allen.
—Bien... entonces ven al Teatro Danse et Musique. El que está en la Avenida Hestia.
—¿Y para qué?
—Ven si quieres el número de Christine, Jup. Te espero. ¡Adiosito!
Maldigo en voz baja cuando el muy imbécil corta la llamada. Subo a mi jeep y me debato entre volver a casa, dormir toda la tarde y buscar a Christine en Facebook o ir al lugar que Allen me dijo. ¿Un teatro? ¿Qué hace en un teatro? Allen es bastante impredecible, así que temiendo lo peor y pensando que podría necesitar mi ayuda, voy.
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La Regla Frost © ✔️
Novela Juvenil[HISTORIA COMPLETA] Libro #1 de la trilogía "Guerreros contemporáneos" Júpiter Frost tiene todo para cumplir con el modelo del típico chico rompecorazones de su colegio, pero no lo es. De hecho, él es reservado, serio y silencioso, algunas veces inc...