35- Locura

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Canción del capítulo: Bad liar - Imagine Dragons.

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Siempre hay un momento en el que vivir tu vida para hacer feliz a los demás te pasa la cuenta.

04 de diciembre, 2013

CHRISTINE

Preparo sándwiches y río viendo a Oliver frotarse la mejilla, colorada y un poco hinchada a causa de un beso de sanguijuela, cortesía de Hannah.

—Creo que nunca iré a visitar a Hannah si después debo venir a trabajar. ¿Se nota mucho? ¿Qué va a pensar la gente?

—Cualquiera diría que tienes una novia muy cariñosa —dice Emma pasándole un cubito de hielo del refrigerador que él agradece—. Y es la mejor respuesta que puedes darle a quien pregunta. ¿Te imaginas decir algo como "No, guapa, no tengo novia. Mi mejilla hinchada se debe a los labios de aspiradora de mi hermanita"?

Todos en la cocina reímos mientras Oliver refunfuña y se observa en un pequeño espejo que me pidió prestado.

—No se rían, esto duele.

Claro que duele. Suelo ser una víctima frecuente de las muestras de cariño de Hannah, y puedo asegurar que duelen como el demonio.

Emma se acerca a Oliver y le acaricia la mejilla en un gesto que me parece bastante coqueto. Pensándolo bien, ella siempre es muy atenta con él, y la forma en la que lo mira... ¡No! ¡Le gusta mi hermano! ¡Marmotas, le gusta mi hermano!

No sé si él no le corresponde o simplemente es demasiado atontado y no se da cuenta, porque Emma es una chica linda y agradable. Me gustaría tenerla de cuñada.

—Oye, Lola... ¿No crees que Ollie y Emma harían una linda pareja?

Lola deja de ordenar unas bolsitas de azúcar y me mira con una ceja arqueada.

—¿Y? Cosa de ellos, ¿no?

—Deberían enseñarle a demostrar su afecto de otra forma, Chris. Esto es de caníbales —continúa quejándose Oliver.

—Ya, ya, no exageres. En una semana esa carita de muñeco estará como nueva —dice Franklin entrando desde los vestidores donde seguramente escuchó todo, y procede a saludarnos a luego de haber estado unos días enfermo.

Cuando llega junto a mí, pasa uno de sus brazos por mis hombros y me da un sonoro beso en la mejilla.

—Buenas tardes, Christine. ¿Cómo anduvo todo en esa cena con tu novio?

—Pues, sobreviví. No me atoré con la comida ni hice el ridículo; tampoco incendié la mansión, así que... todo estuvo bien.

Sin mencionar el pequeño inconveniente de Emellie y la odiosa presencia de mi suegro.

—Lástima. Tenía ganas de darle su merecido a ese Júpiter —comenta el rubio alejándose, con un tono que no me parece muy bromista.

Me despido de todos pues mi turno acabó y Franklin me alcanza cuando estoy guardando mis cosas en los vestidores.

—¿Segura de que todo anda bien, Chris? Luces... rara.

—Estoy bien.

Le sonrío para demostrarlo. Él se acerca y toma mis mejillas con una expresión pensativa. Había olvidado lo lindos que son sus ojos, de un color azul claro con una mezcla de gris, y de inmediato el recuerdo de él y yo besándonos y tocándonos en aquella fiesta viene a mi mente. Franklin es el primer chico al que toqué de esa forma, y mentiría si dijera que olvidé cómo me hizo sentir con unas simples caricias.

La Regla Frost © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora