NOTA RÁPIDA: En el capítulo anterior, en la parte donde Júpiter y Christine hablan en la cafetería de la clínica, Júpiter dice algo sobre la vida y luego le pregunta de inmediato a Christine por Franklin. Seguramente ustedes quedaron como WTF porque el cambio de tema es muy abrupto y lo que está escrito no concuerda, y es porque le faltaba un párrafo. No me había dado cuenta, seguramente se borró cuando lo pasé del Word a Wattpad. Y aunque no es tan relevante lo que dice, podrían ir a revisarlo ya que acabo de arreglarlo. Si les sigue apareciendo de la forma antigua les recomiendo borrar la historia de su biblioteca y guardarla de nuevo.
Lamento el inconveniente, publico los capítulos tan apurada a veces que se me pasan esos detalles.
Ahora sí, ¡a leer!
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Hay cierto placer en la rebeldía.
Y cierta locura en la libertad.
JÚPITER
No me gustan los hospitales.
Creo que no deberían existir. Creo que las enfermedades y heridas no deberían existir.
Pero sin ellas, no existirían tampoco las ganas de salir adelante y de ser mejor. La esperanza no sería más que una palabra en el diccionario. La vida tal vez sería monótona y aburrida. No sé.
Aún así, no me gustan los hospitales.
—Buenas tardes. ¿Hannah Rogers? Es paciente de hematología pero la derivaron a cuidados intensivos hace unas horas.
La recepcionista de la clínica revisa el computador frente a ella y me envía al piso cuatro. Me siento raro a medida que el elevador asciende. Me siento desconectado, como si no encontrara los sentimientos correctos para este momento. Un extraño optimismo me recorre a pesar de las malas noticias porque no creo en la posibilidad de que Hannah nos deje.
Eso no puede ser posible. No es una opción.
Apenas puedo imaginar cómo se sienten Christine y su familia. Sé que es muy íntimo lo que están viviendo, que probablemente no quieren desconocidos cerca, pero yo no soy un desconocido. El cariño que siento por todos va más allá de lo que pase entre Christine y yo y por eso estoy aquí.
Aún así, no estoy preparado para verla sentada junto al payaso rubio cuando las puertas del elevador se abren.
Sé que en estos momentos Christine necesita apoyo. Pero no voy a mentir, me duele verla apoyándose en alguien más, en un chico relajado, que la quiere, y que de seguro no tiene un padre que le prohíbe acercarse a ella.
Salgo del elevador y Christine nota mi presencia. Se levanta de un salto y parece querer acercarse, pero su mirada va desde Franklin a mi rostro, indecisa.
—Hola —decido saludar; Franklin murmura algo y se marcha.
A continuación me excuso, le digo a Christine por qué no vine antes mientras ella me observa con sus ojos brillantes, con una mezcla de pena y alivio al verme. Y entonces me abraza. Me aprieta con fuerza contra su cuerpo, como si temiera que no fuese real. La escucho llorar con su rostro enterrado en mi cuello y siento su tristeza, pero me obligo a ser fuerte. Por Christine, por Hannah, y por mí mismo, no voy a quebrarme ahora.
—Se está muriendo... Hannah...
No. No, no. Está grave, pero es sólo una etapa. Esa pequeña niña curiosa y con raras formas de demostrar su aprecio mordiendo a las personas volverá con nosotros, terminará de sanar y dibujaré para ella todo lo que me pida, aún cuando soy pésimo haciéndolo.
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La Regla Frost © ✔️
Novela Juvenil[HISTORIA COMPLETA] Libro #1 de la trilogía "Guerreros contemporáneos" Júpiter Frost tiene todo para cumplir con el modelo del típico chico rompecorazones de su colegio, pero no lo es. De hecho, él es reservado, serio y silencioso, algunas veces inc...