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-Deja de llorar.-escuché su fría voz sobre mi espalda, después de mucha tortura había salido de mi y ahora estaba muy plácidamente acostado al lado mío, no podía moverme, ni siquiera podía respirar.
El dolor y las lágrimas no me lo permitían, por más que intentara ocultarlo, mis sollozos y los rugidos de mi estómago pidiendo comida se hacían notar enmedio de este incómodo y tenso silencio.
-No se porque llorar, si bien que te encanta que te haga mía, claritito tengo en mi mente sus gritos y gemidos, así que no se haga la mosquita muerta conmigo.- dijo dándome un asqueroso beso y parándose después la cama.
Se puso un Pants y una camiseta y salió del cuarto dando un portazo, y sin esperar mucho salí corriendo al baño a quitar todo el rastro que pudiera tener de el sobre mi lastimado cuerpo.
(...)
Ahora estaba sentada en la esquina de la regadera.
Me sentía sucia, me sentía usada y traicionada .
Cada centímetro de mi cuerpo dolía, había mirado mi cuerpo en el espejo y tenía hematomas en todo mi abdomen, había mordidas y chupetones en mi cuello y mi trasero estaba marcado por sus manos.
Mis mejillas estaban rojas, y tenía pequeñas aperturas en mi ceja y labio las cuales ya no sangraban pero ardían también.
El agua fría recorría todo mi cuerpo, trataba de buscar una solución, encontrar una manera de escapar.
Mire hacia todos lados pero no había nada. Había pequeñas ventanas por las cuales mi cuerpo ni de pedo salía.
Además de que la casa estaba llena de punteros que cuidaban cada posible salida.
Cerré mis ojos y levanté mi cabeza en señal de frustración, no había escapatoria.
Me levante, cerré la llave y me enrede en la bata de baño que seguramente era de Cornelio.
Salí temblorosa del baño rezando para que él no estuviera en el cuarto, y efectivamente ya no estaba ahí.
suspire aliviada, y camine a su closet a sacar algo que pudiera ponerme, pues mi ropa termino destrozada y no me sentía cómoda estando bichi.
Busque una camiseta larga y me la puse, no tenía ropa interior así que con todo el asco que le sentía en ese momento busqué unos bóxers que ponerme, agarre los más chicos que encontré y me los puse aguantando el dolor que sentía en mi parte baja.
Había apenas acabado de cambiarme cuando tocaron la puerta.
-ppp...pase.-dije asustada de quien podría ser.
Abrieron lentamente la puerta y era una señora mayor que no conocía.
-ay mi niña, ve nada más como te dejaron.- me dijo con voz apenada acercándose a mi.
Por inercia cuando ella se acercó yo me aleje quedando pegada a la pared.
-tranquila, no te haré daño.- me dijo.
No me había percatado que traía un vaso de agua con un frasco de pastillas.
-Esto te aliviará el dolor, en un momento te subo la comida, y tranquila, el patrón no está aquí.-
Al escuchar eso sentí un alivio enorme, por lo menos podría descansar tranquila un rato en lo que trataba de idear un plan para salir de aquí, dar un aviso o algo que pudiera ayudarme.
Pero sola no lo lograría, necesitaba ayuda de alguien pero todos le tenían a Vega.
Algo tendría que ocurrírseme.
Me tome las pastillas y después la seño salió, me tumbe en la cama que seguía desalzada y mire las manchas de sangre que había en la sabana, que solo hicieron que recordara lo que había pasado.
Pero no podía llorar más, no había tiempo de debilidades, tenía que ponerme abusada y encontrar la manera de largarme de aquí.
Quite las sábanas manchadas y las tire al piso.
Después me acosté en la cama sobre el edredón y empecé a dar vueltas y vueltas hasta que sin darme cuenta me quede bien jetona, o sea dormida jajaj
Casa de los Casillas
-ME VALE VERGA LO QUE TENGAS QUE HACER, QUEMA TODO EL PINCHE MUNDO TRÁEME A TODAS LAS CABEZAS DE LOS CARTELES DE TODO MÉXICO, LA VAMOS A ENCONTRAR O SE MUEREN TODOS A LA VERGA.-se escuchó el grito de Ovidio por el radio.
La casa del señor de los cielos se encontraba repleta.
Estaban ahí todos los Guzmán que al enterarse se vinieron de inmediato, había llegado la gente del Mayo, estaban Serafin y Vicentillo, los Vega y todavía faltaban más de llegar.
Era notifica mundial, los dos hijos de unos de los narcotraficantes más importantes de la década estaban desaparecidos y no había menor rastro de ellos.
Lo único que saben fue lo que el conductor que llevaban sabía, iban de regreso a la hacienda cuando los pararon, le dispararon a Vega y a él lo noquearon y es lo único que sabe.
No vio rostros ni pistas que pudieran dar con el paradero de estos dos muchachos.
Todo estaba demasiado bien planeando, pero para ellos no había imposibles.
Los encontrarían porque los encontrarían.
Ya no solo buscaban por México, cerraron todos los aeropuertos y nadie podía entrar o salir de Juárez, no hasta que dieran con su paradero.

La Barbie [Cornelio Vega] TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora