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Me coloqué mis lentes oscuros, acomodé mi palazo y mi cabello y una vez que frenaron frente a todas las camionetas más de 50 hombres nos apuntaron, mis hombres sacaron sus Armas a lo que yo los detuve.
-bajen las armas, no dispararán.- les ordene.
Aclare mi garganta y abrí la puerta de la camioneta.
Puse un pie afuera dejando a la vista mi tacón y comenzando a escuchar los murmullos.
Baje por completo ante la atenta y sorprendida mirada de todos los que se encontraban ahí.
Gala Amapola Casillas no estaba muerta.
Mire directo a Vega quien parecía que se iba a morir, pero no venía a pelear.
Venía al entierro de mi padre.
Todos bajaron las Armas y se quitaron el sombrero en señal de respeto.
Camine hasta donde estaba mi familia, o lo que quedaba de ella, me coloqué al lado de mi abuela pero no era un ambiente para reencuentros nostálgicos.
- Finalmente es aquí, nada podía ser pequeño con el.-hizo una mueca de desagrado.-el desierto.-completo
-Y uno de los más grandes del mundo.- dijo el Víctor
-No se cuantas veces te desee esto sin saber lo que quería, pa.- pensé en voz alta tratando de deshacer el nudo en mi garganta.-Y ahora ni siquiera puedo recordar que fue lo ultimo que te dije.-se quebró mi voz.
-Eso ya no importa Gala, uste lo amo a su manera.-hablo Iván.-y el también la amo a uste, y mucho.
Mis ojos se aguardaron y se me hizo imposible no llorar.
Comencé a recordar todos los momentos que viví junto a él.
No tenía memoria exacta de mis primeros momentos con el, se que cuando mi padre biológico murió y perseguían a mi madre, Aurelio se ofreció a cuidarme mientras que mi mamá huía, prometiendo que algún día volvería por mi.
Que nunca lo hizo, y la verdad no me quejaba.
Para mi Aurelio era mi verdadero padre, desde el primer segundo que toque piso en su casa me trato como su hija verdadera, su única heredera viva.
Cuando yo llegue, acababa de matar a Ismael, el primer y único varón de Doña Ximena y el, entonces yo llegue como una luz en sus días grises.
Juntos me criaron con amor, aunque siempre se encargaron de hacerme saber que ellos no eran mis padres biológicos yo los amaba como si lo fueran.
Creo que nunca terminaré de agradecerles lo que hicieron por mi.
Me dieron un techo, comida, seguridad y amor, mucho amor.
Todos los momentos que pasamos juntos se quedarán por siempre en mi memoria, desde que empecé a tirar, cuando a los 8 años me enseño a manejar las cuatrimotos, y a los 10 me regalo mi primera.
Los viajes, los grandes regalos y la ropa cara que compraba.
Pero sin embargo, los lujos y el dinero era lo que menos me importaba.
Por ellos son quien soy, y aunque traten de derrumbarme no lo lograrán, porque por ellos seguiré adelante.
No puedo pasarme la vida lamentándome por lo que hice o dije, tengo que ser fuerte así como ellos lo hubieran querido.
Solo necesitaba un momento, un momento para poder derrumbarme y levantarme más fuerte que nunca.
Necesitaba sentir por última vez ese calor familiar, necesitaba un último consejo, un último abrazo, un regaño, lo que fuera. Necesitaba una señal que me diera fuerzas para seguir.
En ese momento más camionetas empezaron a bajar y de ellas salieron la gente de distintos carteles de todo Mexico y el mundo.
Había traído hasta a  una reportera aquí, venía cubierta y se notaba el miedo y la confusión en su cara.
Le explicaron lo que haría y comenzó a grabar.
Todos se colocaron al rededor del ataúd formando una baya. Vega Víctor, los Guzmán y más familiares agarraron el ataúd y lo cargaron hasta donde estaba en hoyo donde se haría polvo y donde los gusanos se lo comerían.
Justo al lado de su primer gran amor, Doña Ximena.
Caminamos tras de él, lo pusieron en el piso y destaparon la cara del Padre quien iba a realizar la ceremonia.
-Haga lo que tenga que hacer padre.-dijo mi abuela.-Y échele bastante agua bendita a ver si así se le aliviana el infierno que le toca a mi hijo.-
-Abuela.-le dije en señal de que se callara.
-Para allá vamos todos Mija.-me respondió
-Ándele padre, a lo que vino.-le dijo Cornelio.
De verdad no se de donde estoy sacando las fuerzas para seguir en pie, las piernas me tiemblan y siento que en cualquier momento me desvaneceré al piso.
P: Para comenzar esta ceremonia, vamos a presentar nuestras vidas al señor. Reconociendo en ellas que todo es claro, limpio y transparente.-dijo el padre mientras echaba agua bendita a todo alrededor de la caja, bastante agua bendita.

La Barbie [Cornelio Vega] TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora