6

2.4K 366 56
                                    

Había hecho dormir a su hija, luego de leerle varios cuentos, y responder sus decenas de preguntas, y esperó a Adam en la cama.

El moreno había salido a dar una vuelta, ya que no se encontraba bien con todo lo que estaba pasando. Y Laura lo entendía, no era fácil para él aceptar que existía alguien "mejor" que él.

Estaba por entrar en una página de cocina, desde su tablet, cuando la pantalla se puso negra, y luego apareció un vídeo de Neal, sonriendo.

Era una videollamada.

—Laura, Dios, preciosa, estuve todo el día pensando en ti, y buscando la forma de volver a verte. Y así en camisón cómo estás, sólo-

—¿Qué demonios quieres? —le inquirió con fastidio.

Lo vio reír, y más molesta se sintió.

—Tranquila, baja la guardia, no es como si pudiera hacer algo desde aquí. Si tuvieras el cerebro modificado, y utilizaras algún tipo de sistema, tal vez si podría hacerlo. En este momento estarías en mi cama.

La castaña rodó los ojos, y cuando estaba por terminar la llamada, él la detuvo.

—Espera, hablemos un poco. Me gustaría conocerte.

—A mí no, y no me interesa hablarte de mí.

—¿Te gustan los tipos con rasgos indios? Lo digo por tu marido.

—El único que me gusta, amo y tolero, es a mi marido, a nadie más —le dijo antes de cortar, molesta.

Qué tipo más asqueroso y pesado. ¿Cuál era su problema? Habían miles de mujeres en la nación, que se buscara una soltera, o una casada dispuesta a ser infiel.

Dejó su tablet sobre la mesa de noche, y al salir de la habitación para ir a la cocina, se encontró con su marido que venía entrando.

—Ey ¿Ya te sientes mejor?

—Algo así —murmuró, pasando junto a ella para ir a la habitación.

Laura lo detuvo, y cuando él se paró para verla, ella le sonrió, tomándolo del rostro para besarlo. Sí, había sido muy injusta con Adam. Sabía que él también necesitaba de su tiempo, de sus mimos, de su amor, y ella no se lo estaba dando.

—Te amo, nunca lo olvides —le dijo entre besos cortos, abrazándolo.

—Me preocupa tu cambio tan repentino, Laura, me haces creer que hiciste algo muy malo.

—No hice nada, sólo quiero estar esta noche contigo.

—No me siento de ánimo.

—¿Qué? ¿Tú sin querer tener sexo? Eso sí que es muy malo. Me parece que no eres mi marido —sonrió suavemente, antes de darle un beso corto—. Está bien, si no quieres hacerlo no importa, vamos a la cama.

Asintió con la cabeza, y ambos fueron a su habitación. El moreno se quitó la ropa, quedando sólo en bóxer, y Laura lo imitó, quedando en ropa interior.

Se metió en la cama con él, y lo abrazó, dándole suaves besos por el cuello, antes de acurrucarse contra el cuerpo de él.

—Hoy hablé con Brook, le dije que pronto iríamos a conocer al nuevo bebé. Le conté que nos tomaríamos una vacaciones, antes de que Martina empezara sus clases.

—Hm, sí, me parece una buena idea.

—Ay, mi amor, no me gusta que estés así. Prefiero estar peleando contigo todo el día, a verte de este modo tan ausente.

Río bajo al escucharla decir eso, y la tomó del rostro para besarla, recibiendo la respuesta de Laura, que le correspondió. Se subió arriba de ella, acariciándola con ambas manos, recorriendo el contorno de su cuerpo, mientras devoraba su boca, su cuello.

Se detuvo un momento para observarla, sin poder creer que ella siguiera a su lado.

—Aún después de tantos años, no sé cómo puedes seguir conmigo, quererme.

Laura abrió los ojos, y lo miró confundida.

—¿Por qué dices eso?

—A veces siento que no te doy el tiempo que te mereces, que no valoro todo lo que has hecho por mí. Creo que si llegara a pasarme lo mismo que a Noah, yo también me volvería loco.

—Adam —le dijo en un tono bajo, acariciándole la mejilla con su pulgar, tomándolo del rostro—. Yo siempre estaré contigo, somos uno ¿Recuerdas? —sonrió robándole un beso—. Siempre estaré a tu lado.

—Son demasiados años juntos... Tal vez en algún momento te canses de mí, y quieras conocer a alguien más.

—A ésta altura de mi vida, y después de haber vivido tantas cosas a tu lado, no imagino mi vida con nadie más, amor.

—¿Deseaste a alguien más estando conmigo? Especialmente estos últimos años, dónde nuestra relación no ha sido la mejor.

—No, Adam. Jamás se me pasó por la cabeza engañarte, te amo tanto, que el único hombre para mí, eres tú.

***

Neal estaba acostado en su cama con el ceño fruncido, molesto. ¿Qué podía verle Laura a Adam? ¿Qué atractivo podía encontrarle a un hombre como él?

Y no se refería sólo a lo físico. Es decir, para Neal, Adam no era atractivo, Clark por ejemplo le parecía un tipo más atractivo, tenía un mejor cuerpo que ese.

Lo frustraba no poder entrar en la cabeza de Laura para saber que pensaba o sentía ella realmente por su marido. Pero verla de ese modo, gemir el nombre de Adam, estar abrazada a él, completamente entregada al placer, lo rabiaba.

Y no era racista, sería muy bajo serlo en esa época, pero odiaba a Adam y lo que era. Odiaba su color de piel, sus rasgos, todo de él, porque era el hombre que Laura quería.

Y si no podía hacer que Laura lo dejara, tal vez si podía hacer que Adam la dejara. En la cabeza de él si podía meterse, aunque no sabía hasta que punto podía controlarlo.

Cómo ahora, que estaba viendo a través de los ojos de él, como estaban teniendo sexo. Había querido interferir en el estado de ánimo de él, pero de todos modos, el infeliz había terminado cediendo a su mujer.

¿Y quién no lo haría? Si ella era preciosa.

Debía buscar una mujer para que él, para que dejara a Laura y luego poder conquistarla. ¿Qué tan difícil podía ser si ya sabía todo de ella gracias a Adam?

Ni siquiera sabía porque la deseaba tanto, tal vez era, por haber sentido lo que Adam sentía por ella.

...

Mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora