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¿Qué iba a hacer? ¿Cómo les iba a contar a sus padres por lo que estaba pasando? Ellos ni siquiera sabían que ella había tenido una especie de relación con Neal, y mucho menos que habían concurrido a ese bar.

Ni hablar si les tenía que contar de las drogas.

—¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? —se preguntó en un tono bajo.

Déjalo crecer, o te matará.

—No, no voy a llevar a término un embarazo que yo no busqué. No traeré un niño que no quiero.

Morirás tú entonces, sus células son perfectas, las tuyas no. Pueden destruirte.

—No, porque...

Dejó de hablar, al darse cuenta que estaba hablando sola, con sus pensamientos. Se estaba volviendo loca.

Ella te hará llegar a término, no permitirá que lo mates.

Se pasó una mano por la cabeza y luego negó. No, no quería seguir escuchando voces en su cabeza, debía salir de su casa y volver con Heather.

Debía hacer la interrupción ahora, no esperaría unos días como le había aconsejado.

Intentó ponerse de pie, pero cayó arrodillada en el suelo, debido a la debilidad de sus piernas. ¿Pero qué le estaba pasando?

Adam tampoco te quiso, y tú naciste.

Abrió sus ojos con horror y luego se llevó una mano a la panza. Era imposible, era imposible porque si algo así llegaba a ocurrir, era una completa locura.

Se estiró para poder tomar su celular, e intentó marcar el número de su mamá, pero terminó llamando a Heather.

"—Martina ¿Qué ocurre?"

Aturdida se alejó el celular para ver el número, y vio que era el de la madre de Neal.

—C-Creo que me estoy volviendo loca, c-creo... Q-Qué de alguna f-forma, me habla.

"—¿De qué hablas?"

—¡De la cosa que llevo dentro! ¡Debe quitármelo! ¡Yo no-!

Dejó de escuchar la voz de Heather que le pedía que se tranquilizara, y al ver su teléfono, comprobó que se había apagado, y no podía encenderlo.

Él te dejó nacer, dejar nacer, dejar nacer.

—Ya basta, ya basta —repitió cerrado los ojos, cubriéndose los oídos.

Dejar nacer, familia, hijo, dejar nacer.

—L-Lo haré, lo haré, pero deja de hablar —lloró con miedo, sintiendo que esa cosa la volvería loca.

Era su voz la que escuchaba en su cabeza, pero sabía que la criatura esa la provocaba.

***

Luego de aquella extraña llamada, Heather había tomado su auto y conducido hasta la casa de Martina. Aún no le había dicho nada a Neal, y no sabía si debía hacerlo tampoco.

Si lograban interrumpir el embarazo, sería ilusionar en vano a su hijo.

Llegó hasta la casa de la joven castaña, y golpeó la puerta, varias veces, sin recibir repuesta.

—Martina, soy Heather.

Pasa por favor, no puedo moverme —la escuchó decir desde adentro, angustiada.

Heather ingresó a la casa, y se guió por el llanto de ella para encontrarla, sentada en el suelo de su habitación.

—¿Te caíste? ¿No te puedes levantar?

—No me deja levantar —lloró—. Me estoy volviendo loca, lo escuchó hablarme en la cabeza, haz que pare, por favor.

—Tranquila, respira.

—No, no quiero.

La mujer suspiró, y luego la ayudó a ponerse de pie y acostarla en la cama, para poder examinarla. Su vientre se veía abultado, a diferencia de cuando ella la había visto horas atrás.

—¿Hiciste algo? ¿Intentaste quitártelo sola?

—No, claro que no, lo único que quería era ir a casa de mis padres, y empezó a hablarme.

—Quédate quieta —le dijo antes de pasar su mano por encima del vientre de ella, escaneando al bebé.

Proyectó la imagen en una de las paredes, y observó asombrada a la criatura. De nueve semanas, ahora tenía al menos unas quince o dieciséis.

Y eso era muy alarmante.

—Ey, tú también debes tranquilizarte ¿De acuerdo? Por más que la fuerces y quieras llegar a término cuánto antes, para que ella no te aborte, no te desarrollarás bien.

Matar, abortar, ¡No! Dejar de vivir, dejar vivir.

—Ahí está de nuevo —lloró histérica.

Heather sonrió sorprendida, sin poder creer lo que estaba escuchando. No había dudas de que era hijo de Neal, tenía la misma habilidad de él, para comunicarse con ella a través de un sistema extrasensorial de sus pensamientos, a los receptores de ella.

—Martina no hará eso ¿Verdad?

—No —sollozó—. Sólo que se calle.

Dejar nacer, dejar nacer, hijo, familia.

—Sí, claro que te dejará nacer, pero coopera también, debes desarrollarte como corresponde. Y no te metas más en su cabeza.

Heather quitó la mano y luego miró a Martina, con pena.

—Sé que esto es muy traumático para ti, pero el bebé que llevas adentro, es único. Él utiliza tus pensamientos para poder comunicarse contigo. A partir de lo que tú piensas, o sientes, intenta elaborar frases, no muy bien estructuradas cuando está alerta —sonrió fascinada—. Y se puso así porque tiene miedo, él sólo quiere que tú lo dejes nacer, Martina. Si sigue forzando su crecimiento, tu vida será la que corra peligro. Lo ideal, es que lo aceptes, no como su madre, sino como su portadora, y lo dejes nacer. Si tú le das esa tranquilidad, él seguirá creciendo como un bebé normal.

¿Normal? ¡Esa criatura era peor que un monstruo! Algo así no debería ni de existir. Y ella no quería ser madre de una cosa como esa.

Madre, dejar de vivir, dejar vivir.

Volvió a llorar otra vez, murmurando un sí. Ya ni era libre de pensar.

—Te llevaré a mi casa, allí podré tenerte monitoreada, y evaluar el crecimiento del bebé, para que tanto tú como él lleguen sanos a término.

—E-Está bien —sollozó.

—Y debo avisarle a Neal, él debe saber que será padre, que tendrá un hijo.

—Por favor, que su mujer no sepa quién soy, es lo único que le pido. Si él quiere venir a verlo, que lo haga, pero no con ella.

—Querida ¿Tú crees que mi hijo seguirá casado luego de saber esto? Por supuesto que no.

...

Jajaja me encanta las imágenes de los bebitos a esa edad 🤣🤣❤️ (lo sé, son fetos uwu)
Y es bastante tétrico lo que le pasa a Martina, sería como tener un parásito que te controla a su antojo 😰😰

Mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora