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—N-No traje condones —pronunció con la respiración pesada, agitado luego de que ella le hiciera sexo oral, y le dijera que quería hacer el amor con él.

—No importa —sonrió divertida, quitándose la ropa interior para subirse en la cama—. Confío en ti.

Le resultaba imposible ¿Pero podría ser virgen? Entendía que estuviera "emocionado" por hacerlo con ella, pero no creyó que se correría tan rápido.

Él se subió a la cama también, sintiendo que el corazón podría salírsele del pecho por la ansiedad. Y se colocó entre sus muslos, besándola, acariciándola, sintiendo como ella lo abrazaba, como su miembro se ponía duro una vez más.

¿Dónde estaba su confianza? Se sentía nervioso, ella lo ponía nervioso. Martina lucía tan confiada, que temía que su inexperiencia, no le permitiera satisfacerla.

—Hazlo —le pidió en un tono bajo, tomándolo del rostro, besándole el cuello, subiendo hasta su oído—. Hazme tuya, Neal —jadeó.

Lo sintió tomar su miembro, y guiarlo suavemente dentro de ella. La joven castaña apretó sus uñas en los hombros de él, y contuvo la respiración.

No, nunca antes había estado con un hombre, pero él no tenía porqué saberlo.

Gimió alto al sentir que la comenzaba a embestir con fuerza, y se abrazó a él, enredado sus piernas en la cintura del azabache, dejándose llevar por aquellas deliciosas sensaciones.

***

Algunas semanas después—

No podía cumplir con sus funciones, si lo único que quería era estar en la cama de ella, y con ella. Desde que lo habían hecho por primera vez, Neal cada vez se sentía más unido a Martina.

Se le hacía difícil tener que irse para cumplir con sus obligaciones. Lo único que quería, era estar con ella. Y sabía que quizás todo era producto de su propia inexperiencia, pero sentía que la amaba, que estaba enamorado de ella.

De su voz, de su sonrisa, su mirada, su sabor, su cuerpo. Estaba completamente enamorado de Martina, y feliz. Porque de cierto modo, sentía que ella también comenzaba a aceptarlo.

—Espera —sonrió, sintiéndose apresada por él en la cama, que no hizo más que entrar a la habitación, y quitarse la ropa para estar con ella, quedando sólo en bóxer.

—Te extrañé todo el día, sólo pensé en ti —sonrió antes de volver a besarla.

Ella aún seguía vestida, ya que sólo estaba acostada mirando televisión cuando él llegó.

—N-Neal, espera —le pidió con los ojos cerrados.

Él continúo besando su cuello, bajando hacia sus pechos para probarlos, levantándole la camiseta.

—No, no, espera —le dijo tomándolo de los hombros, alejándolo de ella—. Hablemos un poco ¿Sí?

—Pero tengo muchas ganas de estar contigo.

—Lo sé, lo siento —sonrió, acariciándole el cabello—. Pero quiero hablar un rato contigo.

—Está bien —suspiró, dándole un último beso en los labios, antes de acostarse junto a ella—. ¿De qué quieres hablar?

—Bueno... De mi familia —le dijo en un tono bajo—. Hace casi dos meses que no los veo.

—¿Tu mamá y hermano?

—Sí, creo que mañana viajaré a la casa de mi tío.

—¿Mañana? No puedo irme de forma tan repentina, me lo hubieras dicho antes. A menos que volvamos el mismo día.

—No, Neal, me voy a ir sola.

—¿Por qué? ¿Por qué no quieres que vaya contigo?

—Porque no sé cómo puedan tomarlo ellos el verte allí, luego de lo que ocurrió. Es mejor mantener todo así, en secreto.

La tomó del rostro para girarlo y que lo mirara.

—Pero regresarás ¿Verdad?

—Sí.

—¿Cuántos días te vas? ¿Dos? ¿Tres?

—No lo sé aún, no lo he pensando.

Tenía una mirada tan transparente, que podía ver el miedo en sus ojos. En que ella no regresara, que lo dejara, no volver a verla.

Y Martina debía esperar un poco más, aún no podía hablarle de su padre. Era muy pronto, y si lo hacía, Neal desconfiaría de ella.

—Em, tal vez podría ir contigo, pero quedarme en un hotel, cerca, para poder estar contigo, y dormir juntos.

—Pero yo voy a quedarme en casa de mi tío —sonrió—. Él tiene un departamento donde nos quedamos siempre que vamos a visitarlo.

—Pero podrías quedarte conmigo, ir a visitarlos, quedarte todo el día allí, y luego volver a dormir conmigo.

—Mi espacio ¿Lo recuerdas? Déjame respirar, Neal, no necesitamos estar las veinticuatro horas juntos.

—No estamos veinticuatro horas juntos, trabajo seis horas por día.

—Sabes a qué me refiero —le dijo con obviedad.

—¿Y si mejor le dices a tu mamá que regrese aquí?

—No empieces con lo mismo, Neal —pronunció sacándoselo de encima.

Bastante paciencia le tenía, y eso que le resultaba fastidioso tener que estar jugando a la novia mimosa, cuando ella no lo era.

—Tina.

Y otra vez ese apodo horrible, Tina ¿No podía decirle Martu como los demás? O algo que sonara menos viejo. Le daba rabia ya escuchar esa palabra.

—Tengo hambre, iré a preparar algo para comer —le dijo saliendo de la habitación.

Tal vez se quedaría más de una semana en casa de Brook. Necesitaba poder respirar, estar sola, tranquila, sin ser acosada para tener sexo todo el maldito día.

Y sí, lo disfrutaba, porque Neal comenzaba a tratarla mejor en la cama, pero de todo modos era un pesado, fastidioso y cargoso.

***

Se acostó en la cama, y vio que ella ya estaba con la luz apagada, de lado, con los ojos cerrados. Miró el techo, y luego a Martina, que ni se inmutó cuando él se acostó a su lado.

—¿Puedo abrazarte? Sé que estás despierta.

La castaña rodó los ojos.

—Sí, claro.

Sonrió y se acercó a ella, pasando sus brazos por abajo y por arriba del cuerpo de Martina, para abrazarla y pegarla a su cuerpo, besando suavemente su cuello.

Ese era el problema de Neal, le decía que sí a la más mínima cosa, y para él ya era sí a todo.

—Quiero dormir, no tener sexo.

—Te extrañé —le dijo apoyando su mentón sobre el hombro de ella.

—Descansa también —murmuró cerrando los ojos.

—Eres muy importante para mí, Tina, nunca me dejes —pronunció en un tono bajo—. Tú haces que mi corazón se acelere, que quiera seguir vivo. Ojalá algún día puedas sentir lo mismo por mí.

Genial, si lo dejaba, capaz que sufría un paro y se moría... O aunque eso sería muy cruel hasta para ella. Con que sólo se fuera con el corazón roto de la Nación, era suficiente.

...

Mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora