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Y así explotado como estaba, y luego de haberlo enjuagado un poco, Martina había metido igual al pavo en el horno, para cocinarlo de todos modos.

—Te traje algo, por tu cumpleaños.

—No te hubieras molestado —le dijo comiendo unas papas fritas.

Le dio aquel paquete envuelto en un papel rosa brillante, y al abrirlo, se encontró con una caja blanca de letras doradas. Dentro de ella, había un bonito collar de oro blanco, con pequeños diamantes.

—¿Te gusta? —sonrió.

—S-Sí, pero no debiste haber gastado tu dinero.

—Con un gracias era suficiente —sonrió divertido, quitándoselo de las manos, para pararse detrás de ella, y ponérselo.

Luego de colocarlo, ella miró hacia abajo, para observarlo, y sintió como él apoyaba sus manos sobre sus brazos, recorriéndolos suavemente de arriba hacia abajo.

—Neal ¿Qué haces?

Sintió la respiración de él contra su cuello, y se estremeció por completo, especialmente cuando sintió sus labios contra su piel, y como una de sus manos la guiaba a su abdomen, subiendo con suaves caricias.

Cerró los ojos, mordiéndose el labio inferior al sentir que él chupaba su cuello, antes de rozar suavemente sus dientes, y pasar sus labios.

¿No era qué no lo quería? Se preguntó divertido, girándola para tomarla del rostro, y besarla.

Martina le correspondió, y lo tomó del rostro, besándolo deseosa también. No mentiría al decir que no le excitaba la idea de tener un hombre loco por ella.

De saber que la había esperado más de diez años, que había regresado por ella, que estaba ahí, siguiéndole insistiendo para estar juntos.

El problema es que ella no quería nada serio, sólo probar.

Neal volvió a bajar al cuello de ella, y la joven castaña cerró los ojos, jadeando bajo, sintiendo como él le levantaba la camiseta para quitársela, dejándola sólo en sostén.

Tomó sus pechos entre sus manos, y los masajeó suavemente, antes de quitarle el sostén, y probarlos, haciéndola gemir, temblar al chuparlos, y llevar sus manos a la cinturilla de su pantalón.

Pero antes de que se lo quitara, Martina lo tomó del rostro, para poder besarlo, abrazándolo a ella.

—T-Tú aún tienes ropa —jadeó contra su boca, con los ojos cerrados.

Sonrió y la besó, comenzado a quitarse primero el pantalón, y luego la camisa, casi arrancándole todos los botones, para sacársela también.

Y ella sonrió con cierta diversión, quitándose lentamente el pantalón. Lo empujó hacia atrás, y lo hizo caer sentado en la silla, antes de subirse sobre sus muslos, y volver a besarlo.

Tenerla de ese modo, poder recorrerla por completo con sus manos, escucharla jadear, lo estaba haciendo perder la cordura. Sabía que ella sentía lo mismo, que era suya.

Guió una de sus manos hacia su trasero, y lo apretó suavemente, antes llevar sus dedos hacia su intimidad, y correr su ropa interior, para penetrarla.

Martina se quejó bajo, y rompió con el beso, abrazándose a él.

—Ya estás muy mojada —sonrió, con la respiración pesada, penetrándola suavemente con su dedo medio, antes de introducir también su índice.

La joven castaña sólo asintió con la cabeza, y comenzó a moverse sobre él, jadeando. Neal la sujetó con uno de sus brazos por la cintura, y llevó sus labios al cuello de ella, chupándolo, masturbándola hasta hacerla llegar, sintiéndola estremecerse, y como sus paredes internas apretaban sus dedos.

Ya quería hacerlo con ella.

La sentó sobre su miembro, sacando suavemente sus dedos de ella, y antes de poder penetrarla, Martina lo detuvo.

—P-Ponte un condón, yo no uso ningún método anticonceptivo.

—¿Qué?

—¿No trajiste un condón? —le preguntó mirándolo desconcertada.

—No, pero-

—No voy a hacerlo entonces —le dijo con el ceño fruncido.

—No voy a dejarte embarazada, y enfermedades no transmito, y tú tampoco. Puedes tomar una píldora de emergencia luego, si no confías en mí.

—No, no voy a tener sexo contigo sin condón.

—¿Pero por qué?

—No sé hasta dónde llegan tus modificaciones, ni que propiedades pueden tener tu semen. No lo haré sin condón.

Neal respiró profundo, intentando buscar una forma de razonar con ella, porque estaba tan duro, que ya dolía.

—Puedo correrme fuera de ti, no voy a pasarte nada, ni va a pasar nada por tener sexo conmigo. No controlo a las personas a través de mis fluidos.

—No.

Intentó bajarse de él, pero Neal no la soltó, seguía sujetándola de la cintura.

—En serio no va a pasarte nada, y quiero estar contigo, Martina.

—Pero yo no voy a hacerlo así —le dijo molesta, alejándolo de ella, hasta lograr que la soltara.

Se bajó de sus muslos, sintiendo sus piernas temblar, y se colocó la camiseta, acomodándose la parte baja de ropa interior.

—Por favor, cámbiate y luego vete.

—¿Qué?

—Quiero estar sola —le dijo saliendo de la cocina.

Qué fácil era para ella despreciarlo y echarlo como si nada de su casa.

Martina entró al baño que estaba en su habitación, y trabó la puerta, porque sabía que Neal era demasiado insistente, y abrió el grifo de agua caliente, dejando que la bañera se fuera llenando de a poco.

Respiró profundo, y se llevó una mano al cuello, frotándose suavemente dónde la había besado, estando segura que la habría marcado.

Necesitaba un largo baño de agua caliente, que limpiara por completo su cuerpo.

***

—Ma, hola.

"—Neal ¿Estás bien? ¿Tuviste problemas con Adam?"

—No, él ni sabe que estoy aquí.

"—Entonces ¿Qué pasa, cariño?"

—Nada, sólo... Estoy algo ¿Afligido? No lo sé.

"—¿Qué pasó? ¿Alguien te ha hecho algo?"

—No ma, sólo estoy desilusionado, y quería hablar con alguien.

"—Está bien, cariño. Cuéntame entonces que pasó ¿Qué te hizo sentir así?"

—Iba a hacer el amor con una mujer, y ella luego no quiso hacerlo conmigo. Y me echó de su casa.

"—¿Q-Qué? ¿Cómo que ibas a acostarte con una mujer? Neal, tú nunca..."

—¿Alguna vez te sentiste desilusionada?

"—Neal, tú vales mucho, mucho más que cualquier otra persona ¿De acuerdo? Eres un ser perfecto, y jamás nadie debe hacerte sentir menos. Olvídate de esa mujer, y piensa antes de actuar."

...

Mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora