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Su madre había regresado a su departamento para guardar sus pertenencias, no se trataba de ropa lo que debía llevar, sino todos sus proyectos a futuros.

Escuchó que la puerta principal se abría, y se dirigió a la sala, creyendo que se trataría de Martina que había regresado. La joven castaña se había ido hacia casi dos horas para hablar con sus padres.

Pero no había vuelto sola.

Ver a ese hombre parado en su sala, después de haber deseado toda su vida conocerlo, lo dejó sin habla, desconcertado.

—Neal, iré con Nick ¿Sí? Si me necesitas, llámame —le dijo Martina pasando su lado.

Sabía lo sensible que podía ser.

Pero él la detuvo, tomándola de la muñeca.

—No, no te vayas, quédate aquí —le pidió mirándola.

Martina observó sus hermosos azules brillosos, esa expresión abrumada, esa fragilidad única que tantas veces había conocido por su culpa. Porque lo había lastimado tanto.

—Sí —sonrió antes de robarle un suave y corto beso.

—Yo... No sé por dónde empezar, jamás creí despertar y encontrarme con algo así —habló Noah.

—Entiendo que esto debe ser una completa mierda para ti, Noah, pero descuida, mi madre y yo nos iremos de la nación. No queremos nada de ti, nunca lo hemos querido.

—Neal, si yo hubiese sabido que tú existías-

—No me habrías aceptado —lo interrumpió—. No soy tu hijo después de todo, tú no me hiciste. A mi me crearon a partir de tus células, sólo eso. Descuida, no quiero nada de ti.

—Eres mi hijo también. Te pareces tanto a tu hermano —sonrió con tristeza—. Tienes los ojos azules de mi padre, como yo, como toda nuestra familia, pero la forma de mi madre. Tienes esa mirada tan pura e inocente como mi mamá, es imposible ocultar algo.

Neal desvió la mirada, y Martina lo abrazó, acariciándole el costado del abdomen, susurrándole un todo estará bien.

—Martina me contó que tienen un hijo, es increíble despertar y encontrarme con la noticia de que soy abuelo —sonrió.

—No tienes que fingir nada, Noah, no necesitas hacerlo. Si ya cumpliste tu cuota de caridad, puedes irte. Nos iremos mañana en la mañana.

Él negó con la cabeza, acercándose a Neal y a Martina.

—No quiero que te vayas de aquí, éste es tu hogar ahora. Y si reaccioné de ese modo cuando tu mamá me contó de ti, fue porque realmente no esperaba algo así. Me tomó por sorpresa, no es algo fácil de asimilar.

—Está bien.

Lo miró, y sonrió suavemente, acercándose a él. Martina dejó de abrazarlo, y dejó que Noah lo hiciera, estrechándolo entre sus brazos.

—Yo crecí sin un padre, creo que cuando conocí al mío, tenía tu edad también. Y él lo tomó mejor que yo, lo siento Neal, en serio lo lamento, no quería lastimarte.

—S-Soñé con conocerte durante mucho tiempo —le dijo en un tono quebrado.

—Ahora estoy aquí, vivo una vez más, no podremos recuperar el tiempo, pero si crear nuevos recuerdos ahora ¿No lo crees? —sonrió suavemente.

***

Ya tenía un pasaje para viajar en la mañana, quería reencontrarse con su hija y Alenka... No sabía cómo ellas tomarían la sorpresa de verlo vivo una vez más.

Haber pasado por aquello, le había ayudado a superar la depresión con la que cargaba. Ahora entendía el valor de su vida, y lo que representaba para los demás.

Y si de algo estaba seguro Noah, es que no volvería a quitarse la vida.

—Heather.

Ella lo miró, y luego se hizo a un lado para dejarlo pasar.

—¿Qué ocurre? Neal ya habló conmigo, me dijo que ya dejaron todo aclarado.

—Sí, pero no venía a hablar por Neal, sino por mí. Quería pedirte disculpas, Heather, yo actué muy mal cuando tú me contaste lo que había ocurrido... Mi mente aún estaba muy confusa.

—Está bien, Noah, no esperaba otra reacción, o tal vez una peor. Supongo que no debe ser fácil despertarte quince años después, y descubrir que tienes un hijo de treinta seis años, creado por una loca.

—El... El amor a veces nos lleva a cometer locuras.

—Claro —pronunció bajo, mirando su taza de té en sus manos.

—¿Hay alguna forma con la qué pueda agradecerte? ¿Recompensarte por haberme traído nuevamente a la vida?

—Am no, no la hay —sonrió levemente, mirándolo—. Hace cuarenta años atrás, quizás te hubiese pedido un beso, sexo, no sé... Pero el encantó se ha ido perdiendo con los años. Con que hayas pasado una tarde con mi hijo fue suficiente, después de todo, lo único que me importa es mi hijo.

—Él me recuerda mucho a mi familia, tiene los ojos de mi madre —recordó—. Y ese pequeño bebé, Dios, es una preciosura, tan simpático y risueño. Es increíble que sólo tenga unos días.

—Sí, es un bebé mucho más maduro que uno humano, ya desde el vientre de su madre tenía consciencia y hablaba con ella.

—Es increíble eso.

—Tiene tus ojos, Neal sacó el color de tus iris.

—Pues no hay dudas que es mi hijo —sonrió.

—Sí —murmuró desviando la mirada.

—Me contó que él tomó el lugar de Adam, y que tú también lo cubres.

Ella asintió con la cabeza, sentándose en uno de los sillones, haciéndole una seña con su mano para que también lo hiciera.

—Puedes sentarte si quieres, y sí, yo ayudo a mi hijo con la Nación, él aún es muy joven emocionalmente. Vivió hasta los veintitrés encerrado en mi casa, yo realmente tenía miedo a perderlo. Luego conoció a Martina, y me pidió que lo durmiera por doce años, hasta que ella fuera mayor.

—Y veo que fue amor verdadero, tienen un bebé, he visto como ambos se miran, como-

—No, no lo es —lo interrumpió seria—. Neal la ama, pero ella a él no. No tienes idea de lo que ha sufrido mi hijo por esa jovencita. Si no fuera por Nick, ellos ni estarían juntos.

—Pero vi que se abrazaban, y se besaban —pronunció confundido.

—Ella sólo juega con él, es una chiquilla, no sabe ni lo que quiere. Y Neal... Es muy inmaduro emocionalmente. Pero lo está intentando, la está dejando atrás.

...

Mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora