41

1.8K 325 58
                                    

Lo vio entrar en la sala, cuando el trabajo de parto ya había comenzando. Incluso Martina ya se encontraba pujando. Neal escuchó a su madre, y se colocó a un costado de la camilla, mirando preocupado a su progenitora.

Había llegado lo más rápido que había podido, y un poco más tarde, y su hijo nacía antes.

—Sólo un poco más, Martina, ya puedo ver la cabeza del bebé —la alentó la médica.

La jovencita asintió con la cabeza, tomándose con fuerza de las barandas que estaban en la camilla, y continuó pujando, respirando cuando Heather se lo decía.

Hacía como quince minutos había dejado de escuchar a su hijo, y ella sólo esperaba que el pequeño se encontrara bien. Lo único que quería, era verlo.

Y luego de varios minutos más de fuerza y agonía, el bebé salió de ella, con ayuda de Heather que lo jaló suavemente. Neal se acercó rápidamente a su madre, y sonrió emocionado, observando a su hijo, escuchándolo llorar.

—Ya no llores, bebito, ya podemos estar juntos, estás aquí.

Heather se apresuró a cortar el cordón, y limpiar al niño, antes de envolverlo en una suave manta, y dárselo a su hijo.

—Mira que bonito es, Neal —sonrió con ensoñación la castaña, mirando al pequeño—. Se parece tanto a ti.

—¿Tú lo crees? —sonrió observando a su hijo.

—¿Pueden darme a mi hijo? Quiero verlo también —pronunció cansada Martina, sintiendo como lentamente su cuerpo comenzaba a sanar.

Con una expresión seria, Neal le entregó el bebé a Heather.

—Dáselo.

La doctora tomó al niño, sonriendo al tenerlo en sus brazos, al ver su hermosa carita, y lo acercó a Martina, para que pudiera conocerlo también.

—E-Ey, fetito —sonrió cansada, con lágrimas en los ojos, mirando por primera vez a su precioso bebé—. Finalmente nos conocemos, hijo.

El pequeño frunció su ceño, y comenzó a sollozar, por lo que Heather lo acostó sobre el pecho de la joven madre.

—Todo está bien, bebé, ya estás con mami, mi amor. Familia puede ser dos, mamá y bebé —le cantó en un tono suave.

***

Desde aquella discusión que habían tenido, había pasado tres meses, y desde entonces, ninguno de los dos había vuelto a hablarse. Y ahora, obligadamente, debían verse.

—Sí, que rico es tomar leche ¿Verdad? —sonrió con dulzura, mirando los ojitos cafés de su hijo, que estaba prendido a su pecho—. A mi bebito hermoso ya le dolía la pancita.

Giró el rostro al escuchar que alguien abría la puerta, y se encontró con la expresión seria de Neal.

—Mi madre me dijo que se estaba alimentando, que por eso no podía llevármelo aún.

Martina lo miró confundida, desconcertada.

—¿Llevártelo? Tiene recién dos horas de nacido ¿Cómo se te ocurre querer llevártelo?

—Tú no lo querías, Martina, nunca quisiste al bebé, ni tenerlo, ni que se desarrollara. Es por eso, que Nicholas me pertenece, es mío.

—¿Nicholas? ¿Crees qué puedes elegirle el nombre sin siquiera consultarme? ¿O llevarte a mi hijo cómo si se tratara de un objeto de tu propiedad? ¡Claro que no! El bebé es mío también, y no-

—Él murió por tu culpa ¿O ya olvidas qué tu rechazo lo asesinó? ¿Que la tristeza qué le causaste lo consumió lentamente? ¿Qué le provocaste una malformación cardíaca por obligarse a crecer?

—S-Sí, me equivoqué, pero amo a mi hijo ahora —le dijo con lágrimas en los ojos—. Él... Se ha vuelto mi vida, es lo que más amo.

—No estoy tan seguro de eso, y ahora que ha nacido, no dejaré que intentes acabar con su vida una vez más. Cuando termine de alimentarse, me llevaré a Nicholas conmigo.

Las lágrimas mojaron su rostro, y negó con la cabeza, llorando, abrazando a su bebé.

—N-No, no dejaré que te lleves a mi hijo. Me equivoqué, pero-

—No discutiré contigo —le dijo saliendo de la habitación.

Martina besó la frente de su hijo, y lo abrazó a ella, llorando. No podía llevárselo, el bebé también era de ella.

***

Le había pedido a Heather que la durmiera, luego de que alimentara al bebé, y que ella se quedara dormida luego de darle el pecho, había facilitado las cosas.

Tomó con cuidado a su hijo de los brazos de la joven castaña, y el pequeño se quejó, apretando sus puñitos.

—Ey, tranquilo bebito —sonrió—. Papá te tiene en sus brazos, todo está bien.

Lo acunó entre sus brazos, y el bebé continuó quejándose, incómodo, al borde del llanto, dando algún que otro gritito.

—Ya, ya Nick —le dijo en un tono suave, saliendo de la habitación, acariciándole el poco pelito rubio que tenía en la cabeza.

Sí, su hijo había nacido con el cabello rubio y los ojos café, una combinación realmente extraña. Ni en su familia, ni en la de Martina, habían personas rubias.

Aunque, Neal sospechaba que pudiera deberse a los genes de su abuelo Aiden. Y el muchacho había esperado que su hijo naciera con el color azul de ojos característico de su familia, pero no, Nicholas tenía ojos café como Martina y su familia.

Salió de la casa de su madre, y se subió a un auto que lo estaba esperando fuera de la residencia, en el asiento de atrás con el bebé.

—Confía en papá, Nick, todo estará bien —pronunció en un tono bajo, cuando el auto se puso en marcha.

Había hablado con los padres de Martina, y sabía que en cualquier momento llegarían a la casa de su madre para ver a su hija... Lo que nadie sabía, es que él se había llevado al bebé.

¿Y hacia a dónde? ¿Por qué? Tenía una casa cerca de su antiguo hogar, muy lejos de allí. Quería que su hijo creciera alejado de la nación de androides, que llevara una vida normal.

Heather tomaría su lugar por ahora, hasta que el bebé tuviera un par de meses. Neal lo único que quería en ese momento, era poder disfrutar de su hijo.

—¿Tienes hambre? —sonrió al ver cómo se quejaba, apretando sus puños, lloriqueando—. Sólo espera un poquito más, cuando bajemos, te haré un biberón.

...

Feliz navidad, amores míos. Gracias por estar siempre conmigo, acompañándome ❤️💕¡son lo mejor de la vida!

Mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora