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Y se iban a casar... Seis meses de novios, de conocerse, y ya tenían fecha de boda. Qué extraña era la vida, o que estúpido era Neal realmente.

¿Era él único que no veía lo que esa mujer quería de él? La mayoría decía lo mismo, que era muy pronto, que no durarían nada, que sólo lo quería por su dinero... Tantos comentarios negativos, y él estaba emperrado en casarse con esa mujer.

Y a Martina debía darle lo mismo, habían pasado seis meses, pero no podía. Tenía el orgullo herido, ellos habían estado casi dos meses, y ella no había significado nada.

Jamás Neal le dio indicio alguno de querer casarse con ella.

Bueno, él se casaría, él había seguido con su vida ¿Por qué ella no? ¡Al diablo Neal Bennett!

Era viernes por la noche, y aquel sábado no tenía clases, por lo que saldría. Muy pocas veces había concurrido a un club nocturno, ya que no tenía muchos amigos, y le aburría pasar el tiempo allí.

Sin contar con que las bebidas no le causaban nada. Pero hoy, hoy si quería probar otra cosa, hoy si necesitaba desconectar su mente, y no pensar en más nada.

A una hora del centro de la nación, casi a los límites del norte de la misma, había un club especial. Ese club, era exclusivamente para unidades sintéticas, ni cyborg, ni androides, ni humanos artificiales tenían permitido ingresar, debido a lo que allí se consumía.

Cómo las unidades sintéticas tenían un metabolismos muy rápido, el alcohol y las drogas no los afectaban. El "high" pasaba muy rápido como para disfrutarlo.

Es por eso, que allí se servían bebidas y sustancias tan fuertes y puras, que sólo podían ser consumidas por las unidades sintéticas. Cualquier otra especie que las probara, mínimamente terminaba en un colapso, o como máximo, la muerte en cuestión de segundos.

¿El club estaba permitido? No, pero tampoco lo habían clausurado. El número de unidades sintéticas eran tan bajo, que ellos también merecían un lugar para divertirse como los demás.¹

La única sustancia que era de libre consumo era el alcohol, las demás, estaban medidas y sólo se comercializaban allí adentro, para el consumo en el mismo lugar.

Pero Martina no quería ir a probar drogas, ella sólo quería ir a beber. Beber un buen rato, alquilarse una habitación cerca para pasar la noche, y luego volver a su casa.

***

Su futura mujer se había ido a festejar su despedida de soltera, por una semana con sus amigas, en crucero. La joven morena no podía estar más emocionada y feliz con aquello.

Y pues él debía hacer lo mismo, pero no tenía amigos tampoco, sólo un par de conocidos en la Nación, por lo que había elegido salir con ellos.

Si bien Neal no pensaba festejar su despedida por una semana como Belén, le habían dicho que lo llevarían a un lugar especial, dónde la pasaría muy bien.

Neal sólo había asistido a clubes nocturnos con su novia, a ella le encantaba salir a beber y bailar, y él siempre la acompañaba. Aunque no se ponía tan "feliz" como ella con el alcohol, era muy suave para él.

Llegaron hasta un edificio completamente oscuro, apenas iluminado con luces led azules y magentas, que no permitían ver mucho tampoco, sólo figuras opacas.

Al entrar, y aunque el lugar era oscuro, las luces del mismo color eran más numerosas por el techo, las escaleras y barras, haciendo un poco más fácil la visión.

Sólo era cuestión de acostumbrarse.

La música estaba alta, las chicas estaban vestidas como muy poca ropa, y muchos estaban bebiendo, hablando, luciendo muy divertidos.

Algunos pocos bailando, pero la mayoría estaban sentados en sillones fluorescente bebiendo.

Neal fue con su grupo hasta la barra, y pidieron algo para él, para que probara. Y apenas el muchacho le dio un sorbo a esa bebida azul brillante y fosforescente, sintió su garganta quemar, y como quemaba aquel líquido mientras iba llegando a su estómago.

Fue casi instantáneo sentir los efectos, como el calor sofocante en su cuerpo.

—¿Es la primera vez que lo pruebas? Tómalo con calma, llega muy fuerte —sonrió el barman, señalándose la cabeza con el dedo índice, antes de preparar los demás tragos para sus compañeros.

Sí, ya lo creía.

Siguió bebiendo, riendo y hablando estupideces con los otros muchachos, cuando se giró en la butaca, mirando el resto del lugar, ya por su segunda copa.

Su mirada recorrió las escaleras, y en el piso superior se quedó mirando a una jovencita castaña, que estaba bebiendo una cerveza, mientras ignoraba a un idiota que estaba hablándole, con una expresión aburrida.

Se alejó de la barra, sin que sus compañeros le prestaran mucha atención, y subió las escaleras, hasta el segundo piso dónde ella estaba.

—No creí que tú vinieras a estos lugares.

Ella giró la cabeza y lo miró incrédula.

—¿Me estás siguiendo o algo así? Porque no creo en las casualidades.

—Yo tampoco —rio—. Creo que es obra del destino. ¿Recuerdas que una vez te lo dije? Estamos destinados a estar juntos.

—¿Lo dice el tipo que a fin de mes se casa? —le dijo desinteresada, rodando los ojos.

—¿Y sabes por qué no eres tú? Porque no quisiste.

—Claro, Neal —le dijo caminando en dirección.

—¡Espera! ¿Te irás? ¿Eso es lo qué harás cada vez que nos veamos? ¿Huir?

—Posiblemente sí.

—Al menos... Quédate un rato, hablemos un poco, sólo ésta noche.

Ella se giró y lo miró, para luego ir ambos hasta una zona más íntima, un piso más arriba.

—¿De qué quieres hablar?

—No lo sé, de lo que sea.

Martina suspiró y apoyó sus codos sobre la mesa, y su cabeza sobre sus manos.

—Estoy aburrida, te escucho.

—Prueba esto —le dijo dándole la copa, que estaba casi llena.

—¿Qué es?

—Es... No recuerdo el nombre —rio—. Pero sabe muy bien, tiene como un gusto frutado, pero muy fuerte.

Martina tomó la copa y la olió, antes de mirarlo con desconfianza.

—¿Qué tiene?

—Es sólo alcohol —sonrió.

—Ya me voy tomando cuatro de estas, y estoy igual —le dijo mostrándole la botella de cerveza.

—Pruébalo y luego dime si ¡Pero despacio! —rio al ver qué se tomaba el líquido de una sola vez.

Ella lo miró indiferente, hasta que comenzó a sentir los efectos de aquella bebida. No, eso no era alcohol solamente. Su cuerpo había comenzado a quemar, y sentía en los labios una sensación de "hormigueo". Sin contar con que estaba algo mareada.

—¿Estás bien? Debías probarlo despacio, no tan...

Lo miró, y entonces su vista se empezó a distorsionar. Los colores se veían más vivos, las figuras extrañas, como el ambiente. Incluso la música sonaba diferente.

—Tina.

—¿Qué tenía eso, Neal?

...

¹Sayla no aprueba ni avala el consumo en exceso de alcohol, ni el consumo de drogas como "actividad recreativa" 🤦🏻‍♀️ hacen mal.

Mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora