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La observó, y sonrió. Ella lucía muy molesta con el viaje, no estaba para nada feliz con tener que volver a la nación. Y tampoco tenía problemas en lo ocultarlo.

—Cambia la cara, verás a tu familia, al fetito, eso debería ponerte feliz.

—No quiero volver a ese lugar, tengo malos recuerdos del último tiempo allí.

—Sé que no han sido fáciles estos últimos meses, pero piensa que sólo iremos un fin de semana.

Pues sí, su vida se había vuelto un desastre desde que él había aparecido, como unos siete meses atrás.

Siete meses desde que había regresado como había prometido, y ya la había embarazado... Qué patética era su vida.

Mamá... Bebé.

—Tú eres hermoso, mami piensa que eres lo mejor que lo pudo pasar en estos meses —murmuró sonriendo, acariciado su vientre.

—¿Qué pensaste? Él no se oyó muy animado como siempre.

—Nada, sólo en mi vida hasta ahora —le dijo mirando por la ventanilla.

Sintió la mano de Neal sobre la suya, y luego como la deslizaba hacia un lado, para poder acariciar su vientre.

—Hola bebé ¿Tú te sientes bien? ¿No estás molesto como tú mamá? ¿No estás enojado por quitarte el pollo y los dulces? —sonrió divertido.

Esperó a que el pequeño dijera algo, pero no lo hizo. Martina lo miró y sonrió divertida.

—Creo que eso responde a tu pregunta ¿No?

***

Llegaron hasta la casa de Neal, y cuando Heather vio a la castaña, abrió sus ojos sorprendida. No creyó que su hijo fuera a buscarla, y menos aún, que regresara a su hogar con ella.

—Ma, queremos que sientas a alguien.

—Hola, Heather —sonrió levemente Martina.

—Hola ¿Qué quieres que sienta?

—Ven, apoya tu mano aquí —sonrió tomando la mano de su madre, para apoyarla en el vientre de Martina.

La mujer lo observó curiosa, y luego escaneó la zona, sorprendida al sentir aquello.

—¿Puedes proyectarlo? Tenemos muchas ganas de verlo —pronunció emocionado Neal.

—No lo entiendo, él...

Confundida, proyectó la imagen del bebé, y ahí estaba el pequeño, en posición fetal, moviendo sus deditos sobre su rostro, y suavemente sus pies.

Martina lo observó, y sintió sus ojos humedecerse. Era tan pequeño, perfecto, suyo.

—Te amo —murmuró.

Mamá, bebé, familia.

Y era la primera vez que podía verlo cuando le transmitía aquel pensamiento. Él se encogía en el lugar, y cerraba sus manitos.

—Eres perfecto, mi amor —pronunció con lágrimas en los ojos.

Y no hacía faltar voltear a ver a Neal, para saber que se encontraba igual de emocionado.

Heather movió un poco su mano, y observó la bolsa de reserva embrionaria.

—Los otros seis embriones siguen en su bolsa, es el mismo feto... Pero no lo entiendo, su actividad había cesado. ¿Cuándo volvió?

—Hace unas semanas, pero creí que él se vería más grande —le dijo curioso su hijo—. Se veía más grande cuando lo vimos.

—Ahora, él tiene entre nueve y diez semanas. Y cuándo cesó su actividad, tenía dieciséis. No entiendo que pasó, pero tal vez, reinició su ciclo y volvió a su estado inicial, y por eso ahora tiene la cantidad de semanas real desde su concepción. Su corazón está sano, al igual que el resto de sus órganos que se siguen desarrollando.

—¿Entonces está bien? ¿Está sano? —le preguntó Martina secándose las lágrimas del rostro.

—Sí, él está bien.

—Yo sé que fue la sangre de mi tío, aunque Neal no lo quiera aceptar. Y también el hecho de que me haya ido de aquí, viviendo tranquila, alejada de los problemas y sin estrés.

—¿Sangre de tu tío? ¿De qué hablas?

—Mi papá tiene un hermano gemelo, pero no son iguales. Él fue cambiado a partir de las células de mi hermana, que mutaron de un modo diferente en su organismo. Si bien las células de mi tío Brook tardan más en reaccionar en humanos, son más efectivas para reanimarlos o cambiarlos a unidades sintéticas. Son menos agresivas que las de mi papá.

—Debería inspeccionar a tu tío para saber si pudo o no ser el motivo del regreso del bebé.

—Tal vez algún día venga aquí. Y Heather, tengo una pregunta importante. ¿Es malo si sólo como pollo?

Neal rodó los ojos, mirando luego a su madre.

—¿Puedes explicarle qué debe llevar una dieta equilibrada? No puede comer sólo pollo.

—Neal tiene razón, Martina, tu dieta no puede ser sólo a base pollo. Entiendo que tengas ese deseo, antojo llámalo si quieres, pero debes comer otro tipo de alimentos también. Puedes optar por comerlo algunas veces por semana, e incorporar además frutas, verduras, legumbres, que son muy sanas también para tu bebé.

—¿Y qué hay de los dulces?

—Cómelos con moderación.

—¿Oíste? Con moderación, no que me los quites como si fueran veneno —le dijo molesta, haciéndolo reír.

***

Estaban en la vereda de enfrente de la casa de los padres de Martina, hacía como diez minutos, y la joven no tenía el valor para cruzarse.

—¿A qué le tenes? Tus papás estaban muy preocupados por ti, y ya saben que estabas embarazada.

—Jamás les hablé de ti, mucho menos del bebé —murmuró sintiendo náuseas.

—Ellos ya saben todo, no van a juzgarte.

—No me siento preparada para esto, me quiero ir.

—Tina.

—No puedo —le dijo sintiendo que le sudaban las manos—. Me quiero ir, Neal, no me siento bien, me quiero ir.

—De acuerdo, lo que menos quiero es que te estreses.

—G-Gracias.

Él la abrazó por la cintura, y caminaron en dirección opuesta, bajo el cielo nocturno.

—¿Te avergüenza de algún modo que sea mío? ¿Qué estés embarazada de mí?

—Siento vergüenza, pero no por ti, ni de él, sino por haberles ocultado todo... No puedo verlos aún.

—De acuerdo, cuando estés segura, lo harás. Regresemos a casa, y luego-

—Quiero volver al pueblo, no me siento cómoda aquí. Ya vimos que el bebé está bien, que está sano, y recién tiene diez semanas, falta mucho tiempo para que nazca. Le pediré a tu mamá que me diga cada cuánto tiempo debo hacerme un control, y viajaré aquí sólo para eso, para que ella siga el progreso del bebé. No volveré a vivir aquí.

—De acuerdo, pero si planeas quedarte en esa casa, déjame ayudarte entonces. Es bastante precaria, y cuando el embarazo progrese, hay cosas que se te dificultarán mucho hacer sola.

...

Mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora