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Al no recibir respuesta por parte de Martina, y regresar dos horas después, encontrando la casa en las mismas condiciones, no le había quedado más que decirle la verdad a Adam y Laura.

Heather había esperado una reacción muy diferente a la que ambos tenían en ese momento, ya que se había guiado por lo que Martina había dicho de sus padres.

Incluso, quién se veía más afectado era Adam. Él se culpaba por lo que había ocurrido, por ser quien también había rechazado a Martina cuando todavía no había nacido.

Sentía que de cierto modo, él le había trasmitido ese pensamiento egoísta, que estar solo, sin pareja o hijos, era lo mejor.

Pero ahora no se centrarían en buscar un culpable, tenían que encontrar a Martina. La castaña no estaba en su casa, se había ido, y nadie sabía a dónde.

***

—Tío, necesito que me ayudes por favor —lloró, llegando hasta la casa de Brook.

El azabache la observó confundido, preocupado, al verla llorar de ese modo tan desesperado, angustiante.

—¿Qué pasó? ¿Tus padres y hermano están bien?

—Sí, ellos están bien, yo soy la que no lo está.

—¿Qué tienes? ¿Por qué viniste sola?

Respiró profundo varias veces, intentando calmarse.

—E-Estaba, no, estoy embarazada —se corrigió secándose las lágrimas—. Y-Y no sé que p-pasó, pero su corazón se d-detuvo, y si él no vuelve, jamás me lo perdonaré —volvió a llorar—. Su padre jamás me lo perdonará.

Brook la abrazó, sin entender muy bien que es lo que estaba pasando.

—¿Por qué no hablaste con tu papá? Estoy seguro que sus células son lo mejor que existe.

—No, las células de mi padre no sirven. Y tú trajiste de nuevo a Duster, ayúdame por favor, no puedo perder al bebé.

—¿Pero de cuánto estás, Marti? No tienes panza siquiera.

—Em, quince o dieciséis semanas.

—Era muy pequeño, no va a funcionar. Creo que deberías volver a tu casa, estar con tus papás, con el papá del bebé, e intentar-

—No, me niego —negó con la cabeza, sollozando—. Sólo un poco de sangre, es lo único que te pido.

Brook asintió con la cabeza, porque no tenía sentido seguir martirizándola con lo obvio. Ella sacó un pequeño frasquito que llevaba en un bolso térmico, y se lo dio.

—¿Esto será suficiente?

—Sí —murmuró viendo cómo se hacía un pequeño corte en su dedo pulgar, con un bisturí que ella había llevado, para dejar que su sangre llenara el tubo.

—Regresa a tu casa luego de esto ¿De acuerdo? Y avísame luego que pasó, y sobre todo, como estás tú.

—Sí, gracias —le dijo volviéndolo a abrazar, antes de guardar la muestra de sangre.

—¿Por qué no mejor no te quedas hoy aquí?  Hasta que lleguen tus padres.

—No, debo irme, gracias tío.

Brook suspiró, y tomó su celular para llamar a Laura, debía avisarle que Martina estaba allí, que no se preocupara.

***

Había pagado para pasar una noche en un motel de la zona, para luego volver a su casa en la mañana siguiente. Pero lo cierto, es que no quería volver a la Nación.

No quería ver a sus padres, a Neal, a Heather, a nadie de allí. Quería estar sola, sola hasta que todo pasara.

Tomó una jeringa, y la llenó con la sangre de Brook, antes de inyectarla en su vientre. Se acostó boca arriba en la cama, y masajeó suavemente sobre la zona, untando las últimas gotas sobre su piel.

Se acostó de lado, y dejó su mano sobre aquella zona, dónde Heather le había mostrado que estaba el bebé.

—No importa si te lleva tres, cuatro días, o una semana, no importa, tómate el tiempo que haga falta. Sé que estabas triste, pero te prometo que todo cambiará cuando despiertes, te cuidaré como tú te mereces.

Se acomodó mejor contra la almohada, y cerró los ojos, cediendo al sueño. Estaba muy cansada, agotada emocionalmente, lo único que deseaba, era que él despertara cuánto antes.

***

—¿Cómo qué no la encuentran? ¡Quiero que la traigan cuánto antes aquí! Hagan un pedido de captura internacional, no me importa, pero quiero a Martina en la nación mañana —masculló Neal, hablando con el jefe de sus oficiales.

Heather esperó a que todos se fueran, y se acercó a su hijo.

—Si la buscas de este modo, ella sólo buscará ocultarse más.

—No me interesa, se llevó a los otros embriones, y son míos. Belén no puede quedar embarazada, y quiero usarlos con ella.

Su madre negó con la cabeza, cruzándose de brazos.

—Un hijo no reemplaza a otro, Neal, son personas únicas e irrepetibles. No recuperarás al bebé que perdiste. Y además, no es viable usar los embriones en ella.

—¿Por qué? ¿Por qué es humana? Hazle pasar entonces la transición a unidad sintética.

—No estás pensando con claridad, ni siquiera estás razonando. Entiendo que estés dolido, que te afecte la muerte del bebé, a mí también, pero esta no es la solución.

—Declaré que todo aquel que quisiera ser unidad sintética, podría serlo. Quiero que le hagas la transición.

—No usaré tus células en ella —le dijo seria.

—No puedes negarte, tienes el debe de cumplir con tus funciones aquí. Además, no entiendo porque no te agrada Belén, ella no te ha hecho nada.

—La humana es inviable para hacer la transición, y para albergar alguno de los embriones —le dijo en un tono frío.

—Pues la humana, es mi mujer.

—Busca a alguien más que lo haga, yo no lo haré. Y recuerda que te advertí que no era viable.

—No me importa, lo único que me interesa ahora, es que traigan a Martina y le quites los embriones. Son míos.

...

Mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora