—Cambié de opinión, no quiero el puesto en este momento.
Adam lo observó confundido, sin entender el cambio tan repentino.
—¿Y se puede saber por qué?
—Porque no, me iré, y además no quiero llevarme mal contigo —sonrió—. No sería bueno, la familia no tiene que tener problemas internos.
—¿De qué hablas? —le inquirió desconcertado.
¿Familia? ¿Lo decía por qué ambos eran unidades sintéticas?
—Ya lo verás —sonrió divertido, dándole una palmada en el hombro—. Adam, nos vemos en unos años, cuida hasta entonces la nación por mí.
El moreno lo vio marcharse, sin entender nada. ¿Qué demonios le pasaba a ese tipo por la cabeza? Llegaba como si nada, exigiendo el liderazgo, y dos días después, se iba.
Definitivamente no estaba bien de la cabeza, y si realmente pensaba volver luego, debían encontrar una forma de frenarlo. Max y Melanie debían hallar alguna fórmula que funcionara con su sistema para destruirlo.
***
Volvió a su hogar, con su madre, y jamás se sintió tan feliz por ir a dormir. Se metió dentro de la CCC especial que ella misma había fabricado, y cerró los ojos.
Soñaría con ella, con su reencuentro, y el momento en que la volvería a ver de nuevo, anhelando poder tenerla. Sabía que Martina estaba destinada a ser suya, su pareja, su mujer.
—Dulces sueños, amor mío —le dijo su madre, antes de cerrar la puerta.
***
—Años después—
Mentiría si dijera que luego de la visita de aquella noche, ella siguió con su vida como si nada. Sin pensarlo... Sin esperarlo. Es que ¿Realmente podía creer en la promesa de un desconocido?
Sabía que el tipo no estaba muy bien de la cabeza, pero quizás su inocencia al ser sólo una niña, le había hecho creer que si.
A los dieciséis años, antes de cortar el pastel, había pensando que él podía aparecerse en cualquier momento. Pero luego recordó, que también le había dicho que esperaría a que fuera "legal".
Y él no se había aparecido, ni había rastro alguno. Los primeros cinco años sus padres habían hablado de él, manteniéndose alertas por su regreso, pensando en posibles drogas probar para detenerlo.
Pero después de diez años, y que no hubiera rastro alguno de él, también le perdieron el interés. Ese tipo ya no regresaría.
Era normal que a los dieciocho años, los jovencitos se prepararan para su ingreso en la universidad, pero ese no era el caso de Martina.
La joven se tomaría un tiempo más para decidir que haría con su vida, tampoco tenía apuro alguno en seguir sus estudios. Después de todo, su existencia era muy larga.
Habían pasado dos días de su cumpleaños número dieciocho, y ella también había perdido las esperanzas de volverlo a ver ya. Tal vez había conocido a otra mujer, tal vez se había olvidado de aquella promesa.
O habría muerto ¿Por qué no?
Había salido de su casa a dar una vuelta por su nuevo vecindario, ya que no lo conocía por completo. Y Adam había cumplido su promesa, aquella que cuando ella cumpliera los dieciocho, le regaría una casa para que se fuera, y así fue.
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Mío por derecho
Science FictionEste libro pertenece a la segunda parte de la serie "Amor Artificial", que desde ahora se llamará Syntetics Boy. Los libros que pertenecen a esta segunda subserie, son los siguientes, y se recomienda leer en este orden. 1-Syntetics Boy 2-Leader 3-S...