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—Creo que deberíamos volver a la nación, para que mi mamá puede verlo, chequear que todo esté bien, si su corazón ya volvió a su tamaño normal, sano.

—Sí, pero no quiero volver allí —le dijo mientras le ponía mostaza a su pollo.

Era un antojo recurrente ese, el pollo. No importaba si eran alitas, si era al horno, si era rostizado, no, no importaba. Le encantaba el pollo.

—¿Por qué?

—Porque aquí estoy tranquila, estamos tranquilos, alejados de los problemas. Los dos nos sentimos bien, relajados, y eso es lo que necesito, que el bebé pueda crecer y desarrollarse sin estrés.

—Pero yo quiero saber cómo se encuentra.

—Puedes decirle a tu madre que viaje, y luego irse.

—No es tan sencillo, Martina. Yo creo que podríamos volver, que mi mamá te inspeccione, y luego buscar una casa más cerca de la Nación, pero en un lugar donde tú te sientas tranquila.

—Aquí me siento tranquila —le dijo tomando algo de arroz con pollo.

—Pero quiero saber cómo está él.

—No seas exasperante, Neal, el bebé está bien, si no lo estuviera, él me avisaría.

—No lo sentiste cuando murió, no lo sabías, es por eso que quiero que veas a mi madre. Ya no se trata sólo de lo que tú quieras, si no de lo que es mejor para él.

—Es diferente a lo que ocurrió hace un mes, yo ahora lo siento —le dijo seria—. Me vine aquí para estar tranquila, y si te pedí que vinieras, no fue para que me estés cuestionando.

—Quiero lo mejor para él, y parece que ambos tenemos ideas muy diferentes de lo que-

Familia, mamá, papá, familia.

Martina dejó el tenedor sobre la mesa, y apoyó una de sus manos en su panza, desviando la mirada.

—Sí, fetito, todo está bien, tú no te preocupes... No estábamos discutiendo.

—Debemos viajar a la Nación.

La joven castaña lo miró con el ceño fruncido, y tomó su plato con comida para irse a comer sola a su habitación. Era idiota, ¿No entendía qué estaba alterando al bebé de ese modo?

Se sentó en la cama, y frotó suavemente su panza.

—Hm, parece que no fue muy buena idea llamar a Neal, tal vez sólo tendría que haberle enviado un mensaje para que supiera que tú estabas bien ya.

Movió la mesa de noche para que quedara en frente de la cama, y no hizo más que darle el primer bocado a su pechuga de pollo, que Neal entró a la habitación.

—No quiero discutir contigo —le advirtió continuando comiendo sin verlo.

—Yo tampoco, pero entiéndeme también, estoy preocupado.

—Lo único que entiendo, es que te encaprichas con una idea, y si no la cumplen, jodes. Y las cosas no funcionan así, Neal.

—Pues eso es para ti también.

La joven castaña respiró profundo, y prefirió ignorarlo. No, no iba a estresarla, no por su bebé.

—Neal, te pido encarecidamente que salgas de la habitación, y me dejes cenar en paz.

—Está bien.

—Gracias —le dijo sin mirarlo, conteniéndose para no mandarlo al diablo.

***

Estaba acostada en la cama ya, leyendo un libro viejo que había encontrado en la casa, cuando Neal abrió la puerta, asomándose por el umbral de la misma.

—¿Dónde se supone que voy a dormir?

—¿En el sillón?

—No entró allí, Martina, es muy pequeño.

—Bueno no sé entonces, Neal. No tenía planeado que tú te quedaras aquí, pensé que luego de saber que él estaba bien, te irías.

—Que considerada eres.

—¿Tienes ganas de discutir, Neal? Porque la verdad yo no. No vengas a perturbarme la paz —le dijo cambiando de página.

Entró a la habitación, observó la cama, y luego comenzó a quitarse la ropa. Martina dejó de leer su libro y lo observó curiosa.

—¿Qué haces?

—Entramos los dos en la cama.

—No, no entramos. Es sólo un poco más grande que el sillón, y si no entrabas solo allí, menos entraremos los dos aquí.

Se quedó en boxer, y fue hasta la cama.

—Déjame intentarlo entonces.

—Pero yo no quiero dormir contigo —suspiró frustrada—. Me desesperas.

La movió de todos modos, y acostándose de costado, entraban muy bien los dos. Además, ella apenas tenía panza, el bebé estaría bien.

Molesta, dejó el libro bajo su almohada, y se acostó de lado, dándole la espalda para no verlo. ¿Por qué siempre tenía qué ser la que debía ceder? ¿Por qué debía obedecerle? Tendría que haberle dado una patada en el culo, y que durmiera en el sillón, o afuera si no le gustaba lo que le ofrecía.

Familia, mamá.

—¿Estás pensando algo malo sobre mí? —sonrió divertido.

—No —murmuró.

Ese pequeño era un delator también.

—Bebé ¿Tu mamá está pensando algo malo sobre mí? Yo no puedo escuchar sus pensamientos, pero tú sí.

—¡Ey! —exclamó sentándose—. Yo no intento meterme en tu cabeza ¿Okay? Tú no busques entrar en la mía tampoco.

—Sólo bromeaba, acuéstate, que hace frío.

Rodó los ojos y volvió a acostarse, abrazando su pequeña panza.

—¿Estás mejor? —le preguntó en un tono bajo, luego de varios minutos de silencio por parte de ambos.

—¿A qué te refieres?

—Perdiste a tu mujer, no habrá sido fácil para ti todo lo que pasaste este tiempo.

—No lo fue, luego de que tuvieran que dormir a Belén, me quedé encerrado en mi habitación. No quería salir, no quería ver a nadie, sentía que había perdido completamente el curso de mi vida.

—¿Tanto la querías?

—Yo la convencí de que lo hiciera, soy culpable de su muerte —murmuró dolido.

—Pero no la obligaste, ella estuvo de acuerdo también, conociendo los riesgos. No es tu culpa, Neal.

—Lo es, porque mi mamá me dijo que no sería viable, y no quise escucharla. Creí que sólo lo decía porque no le agradaba Belén.

—No fue tu culpa, ella también quiso hacerlo, estuvo de acuerdo. Y si te quedas con eso, no podrás seguir adelante.

—Pasaron sólo unas semanas, sé que con el tiempo podré superarlo, pero por ahora... Me guardo a su dolor.

—Fetito te ayudará a sanar.

—Fetito —sonrió—. Para mi es bebé, él mismo se llama así.

...

Ojos azules como Noah, como Aiden, pero dulces como Ann ❤️💞

Mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora