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En esos momentos, lo único que el omega podía hacer era llorar. Tenía tantos sentimientos encontrados en su frágil ser que las lágrimas eran su única salida.

La presión en su pecho no desaparecía, al igual que el miedo por lo que había sucedido.

Había visto a MinHo, lo había visto con sus propios ojos, esos mismos que desde pequeño solo le habían causado problemas. Pero ahora, mientras se encontraba en los brazos del mayor, se daba cuenta de lo esperanzado que estaba de que esos ojos le otorgaran la capacidad de ver.

MinHo le acariciaba la espalda y el cabello con ternura, tratando de transmitirle la calma que él mismo no tenía. Su lobo estaba más que alterado, podía sentirlo inquieto, intentando salir para consolar al menor, pero no lo permitiría, no ahora que JiSung lo necesitaba como persona y no como un animal salvaje.

Con suavidad, llevó sus manos a las mejillas del rubio, acariciándolas con los pulgares y borrando las lágrimas que escapaban de sus ojos.

—Todo está bien, pequeño—susurró en voz baja, acercándose para besar las mejillas del chico y viéndolo sonreír—. Sea lo que sea que haya pasado, estoy aquí para apoyarte y cuidarte, ¿de acuerdo?

Asintiendo, se abrazó al cuerpo del alfa, deseando sentir su aroma húmedo a lluvia, irónicamente mientras escuchaba la lluvia de fondo. De repente, la puerta de la habitación se abrió y una asustada JiHyo entró sin esperar, arrebatando al pequeño de los brazos del alfa.

—¿Qué pasó, Sunggie? ¿Estás bien?—el mencionado asintió confundido por la presencia de su madre. Ella suspiró, relajándose de inmediato—. Me asustaste. No vuelvas a pedir ayuda si no ha pasado nada, cariño.

—Pero si yo no...

—Sí lo hiciste — interrumpió MinHo, mirando sus manos entrelazadas sobre su regazo, intimidado por la actitud sobreprotectora que estaba adoptando la madre de su novio.

Había pocas cosas que intimidaban a un alfa, y una de ellas era un omega dispuesto a luchar por su cachorro, ya que era bastante peligroso. Por eso, cuando la mujer se alejó unos pasos de ellos, fue en ese momento cuando MinHo pudo abrazar nuevamente al omega, atrayéndolo hacia él hasta que quedó entre sus piernas, formando un escudo con sus brazos para que nadie se acercara.

Si una omega defendiendo a sus cachorros era peligroso, un alfa protegiendo a su pareja lo era aún más.

JiHyo no pasó por alto la actitud del pelinegro, así que se acercó curiosamente a los chicos, sentándose en la cama frente a ellos, observando a MinHo con una mirada interrogante. Él suspiró cansado, frotando su nariz contra el cuello de JiSung, sintiendo su dulce aroma que le ayudaba a calmarse y organizar sus pensamientos.

—JiSung pudo ver — dijo sin delicadeza alguna, notando lo sorprendida que lucía la madre del rubio.

—¿De qué estás hablando, MinHo?

—Es vergonzoso — murmuró suavemente, escondiéndose en el cuello del omega—. Estábamos besándonos... y aparentemente el lobo de JiSung estaba muy despierto, supongo que el mío lo llamó. La cosa es que de repente habló, su voz era muy suave, delicada, no parecía la suya propia, y cuando abrió los ojos...

—Yo... yo pude ver... —terminó el rubio, aferrándose al torso del alfa mientras lo abrazaba fuertemente—. Pude ver a MinHo...

—Pero sus ojos eran azules, o más bien, azul cielo, eran muy brillantes — la sonrisa que se formó en sus labios calentó el corazón del omega—. Eran hermosos, era como ver al lobo de JiSung a través de sus ojos.

Sorprendida, JiHyo se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro en la habitación de su hijo, bajo la mirada atenta de su novio. Estaba asombrada, nunca pensó que su hijo recuperaría la vista, al menos no sin la costosa cirugía por la que había estado trabajando todos estos años.

❝Blind Eyes❞『•MinSung•』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora