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Una semana completa había transcurrido desde que habían llegado a la tan anhelada Incheon, dejando maravillosos recuerdos junto a la familia del omega rubio y, por supuesto, con la revoltosa pareja que conformaban MinGi y YunHo.

Solo quedaba un día para regresar a Seúl y con ello a las rutinas diarias, al menos así lo sentía JiSung. Desde que había llegado a la casa de sus tíos, volvió a sentirse como un chico normal. Había compartido con sus mejores amigos y su pareja, olvidando por momentos su discapacidad visual.

En definitiva, no quería volver a Seúl, no quería regresar a la escuela y mucho menos sumergirse nuevamente en la rutina de las consultas médicas semanales. Su madre le había mencionado que debían empezar a realizar estudios debido a la inestabilidad de su poca visión.

Y es que después de ser marcado por MinHo, si bien pudo ver por breves momentos y de manera bastante borrosa, esto dejó de ser así al segundo día del enlazamiento, volviendo a esa imagen negra con la que vivía de pequeño.

Sabía que no debía haberse ilusionado tanto, pero la felicidad y emoción de tan solo ver a su alfa alguna vez, pudieron con su omega y con él mismo.

Suspirando cansado, se dejó caer en la cálida arena, sintiendo cómo esta se colaba entre sus pequeños dedos de los pies, causándole incomodidad y cosquilleo, provocando una pequeña sonrisa en sus gorditos labios.

Hace unos minutos, había salido de la casa de sus tíos sin que nadie lo notara, deseando estar solo al menos por un breve momento. Aunque percibía la presencia del alfa pelinegro a varios metros de distancia, no le prestó atención. Después de todo, MinHo respetaba su espacio, cuidándolo a una distancia prudente y sin perturbarlo.

Varios minutos transcurrieron así, cada uno inmerso en sus propios pensamientos, hasta que el pequeño omega se giró hacia el alfa, indicándole que podía acercarse.

Y así fue, sentándose detrás de JiSung, lo rodeó con brazos y piernas, causando la dulce risa del menor.

—¿Ya están tranquilos?—cuestionó, refiriéndose a JiSung y su lado omega, recibiendo un pequeño asentimiento — Que bueno...

—¿Hay algo que quieras preguntar, Hyung? — sonriendo tenuemente, MinHo reposó su cabeza en el hombro de su novio, gratamente sorprendido de lo intuitivo que era el chico.

—Yo quería saber... — tras vacilar un momento, se movió colocándose detrás del menor, de modo que podía ver su sonrojado rostro por la escasa luz solar que alcanzaba en ese momento — Amor, ¿te gustaría conocer a mi lobo?

Más sorprendido que nunca, se giró en brazos del mayor, llevando sus pequeñas manitos a su rostro, apreciando bajo tu tacto la dulce sonrisa que le regalaba el alfa. Sin más, comenzó a asentir con ímpetu, agarrándose de la playera del alfa, quien no pudo evitar reír por la emoción que reflejaba el rostro del omega.

—De acuerdo, pero tú deberás presentarme al tuyo — y toda emoción que podía haber sentido desapareció de las dulces facciones del rubio. Preocupado, MinHo llevó sus manos a las mejillas de su chico, acariciándolas con suavidad—. ¿Algo que decirme, Sunggie?

—¿Y si mi lobo no soporta el hecho de no ver? — preguntó con miedo, bajando su rostro, que inmediatamente fue levantado por el mayor.

—Estaré aquí para tranquilizarlos a ambos.

Con esa promesa, MinHo se puso de pie, arrodillándose frente al inseguro chico, quien buscó sus manos con cautela, apretándolas una vez las tuvo entre las suyas.

—Cambia a tu forma animal, cariño, yo lo haré después de ti — al notar la duda en las facciones de su pareja, sonrió enternecido—. ¿Sabes cómo hacerlo? — al negar el omega, hizo un pequeño mohín con sus labios — Cierra tus ojitos e intenta llamar a tu lobo. Debes estar tranquilo, o de lo contrario, él no querrá salir.

❝Blind Eyes❞『•MinSung•』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora