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Suaves jadeos escapaban de su boca a medida que el aire se hacía escaso en sus pulmones, llevándolo a detenerse un momento, mirando hacia todas partes, atento al silencioso bosque que se mostraba ante él.

La nieve cubría gran parte del paisaje, otorgándole una apariencia encantadora, al menos a los ojos del lobo blanco que, a pesar de su desesperación por correr, apreciaba cada detalle de su entorno.

Al darse cuenta de que estaba solo, se permitió sentarse en la nieve, descansando un poco después de su frenética huida. Había estado corriendo durante unos 10 minutos que le parecieron horas, y aún no había sido atrapado, lo que le llenaba de orgullo.

Restándole importancia a la ubicación de su compañero de juegos, se echó en el frío suelo, lamiendo sus patas y pasándolas por su rostro para limpiar la escasa tierra que lo había ensuciado durante su carrera. A pesar de todo, se sentía muy bien, incluso cuando no controlaba completamente su lado animal, había logrado escapar del lobo negro. Solo esperaba que éste le permitiera descansar, ya que estaba realmente agotado.

Un par de ojos brillantes y fieros se ocultaban entre los árboles, examinándolo de pies a cabeza, lo que lo hizo retomar su huida en cuestión de segundos.

Absorto en su intento de no ser atrapado, corría con dificultad por la espesa nieve, lo que le obligaba a levantar aún más sus patas. Gruñía molesto por su baja estatura que lo hacía hundirse en la nieve, a diferencia del gran lobo que ya estaba a pocos metros de él, divirtiéndose al estar a punto de atraparlo.

Pero para su mala suerte, el astuto cachorro se agachó de repente frente a él, lo que lo obligó a frenar tan rápido que terminó rodando por la nieve para evitar aplastarlo.

El de blanquecino cabello se colocó de pie rápidamente, lanzándose sobre su “atacante” y comenzando a lamer y mordisquear sus orejas, divirtiéndose al ver cómo el gran alfa se retorcía por las cosquillas que le causaba.

¡Cachorro, detente! — lo escuchó gruñir, a lo cual se negó, bajando hasta su cuello donde continuó mordiendo—. ¡No! ¡Ya para!

Inesperadamente, el alfa se puso de pie, haciendo que el cachorro cayera sobre la suave nieve, donde comenzó a rodar de un lado a otro hasta quedar aún más blanco de lo que ya era, lo que le daba una apariencia extremadamente tierna al estar cubierto de nieve.

Negando con dulzura, se recostó al lado del menor, empujándolo suavemente con su nariz para que se acercara. Observó cómo el cachorro se arrastraba hasta quedar debajo de una de sus patas, como si lo estuviera abrazando. Ambos permanecieron tranquilos mientras el azabache lamía el rostro del más bajo en un gesto de cariño, y también para quitarle la nieve del pelo.

—¿Cuándo podremos estar así en la realidad?—preguntó el omega, mirando directamente a los ojos amarillos del alfa, quien simplemente inclinó su cabeza—. Quiero conocerte...

—Ya me conoces.

—No, no es así — gimoteó suavemente, preocupándolo—. Quiero estar contigo de verdad, no solo en un sueño.

Ambos permanecieron en silencio, mirándose con tristeza y cariño, reflexionando sobre las palabras del cachorro. El alfa sabía que eso no sucedería hasta que sus partes humanas estuvieran de acuerdo. Por ahora, solo podían conformarse con verse en sueños, donde tenían total libertad para amarse como lo harían en la realidad.

Algún día nos encontraremos, mi omega — dejó una pequeña lamida en el hocico del cachorro y se acurrucó a su lado, transmitiéndole tanta paz que logró calmarlo.

¿Cuándo? — insistió, lamiendo el cuello del alfa.

Cuando mi humano marque al tuyo — murmuró finalmente, captando la atención del más pequeño—. El día que tu parte humana esté marcada, nos conoceremos de verdad.

❝Blind Eyes❞『•MinSung•』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora