Sol y Luna; Yoonmin (TERMINADO!)

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4:00 PM

No debía de dormirme, pero una vez que lo hice no quería despertar. Lo necesitaba, hasta me olvidé de lo que planeaba. Se me fue el sueño definitivamente cuando se le dió a mi pierna un fuerte apretón.

-¿Qué sucede?-Preguntó Camila al lado.

-Un calambre, creo.-Froté mi piel por sobre la manta. Se me escapó un bostezo.

-Oh...-Me ayudó, también me tapó mejor.-Tan tranquilo que dormías. Inténtalo de nuevo.-Puso mi espalda contra el asiento.

*No, se supone que no...*-Mis ojos se cerraban por sí solos. Escuché a Steve toser.-¿Cuánto tiempo pasó?

Casi revelo tener el celular encima.-No has descansado lo suficiente.-Comenzó a acariciarme la nuca. Se sentía rico.

Otro dolor en la otra pierna.

Supongo que era por quedarme inmóvil mucho tiempo.-¿Dónde estamos?-Me masajeaba y trataba de ver por la ventana.

Steve tosía más rápido. Yo ya no lo hacía.-En una especie de centro médico, es que Steve está enfermo.-Estacionamos.

-De paso te haremos una revisión ¿Te va?-Sugirió él, guardándose la llave.

-Solo es gripe. Los espero.-Fingí querer seguir durmiendo con la manta.

-Yoongi, nos preocupas.-Ella abrió ambas puertas traseras y salieron, pensando que saldría también.

La puerta de golpe se cerró.

De afuera miraron como si yo lo hubiera hecho.-Anda ¿O debo amenazarte?

Suspiré. Los planes se atrasarían un poco.-Conseguiré un cuchillo y veremos quién amenaza a quién.-Bromeé.

Caminamos por un gran parque delantero, el aroma a césped mojado me reanimaba. Caían gotas cada tanto, el viento jugaba. La entrada era techada y sus paredes estaban llenas de papeles, consejos y publicidades. Para llegar a la puerta principal había que cruzar unos metros. Debía de ser un poderoso hospital ya que se encontraba vigilado y rodeado por alta seguridad. Como si tiraran piedras las paredes sonaban a medida que avanzábamos. Al casi ingresar, detrás mio el ruido sobresaltó.-Ah, el clima da miedo.

-El clima está loco.

Leí algunas frases al azar y entré. Administración revalsaba de gente. Fuimos por asientos. En ese corto recorrido las palabras se acomodaron en mi cabeza. En la anterior pared, letras blancas y rojas en cursiva decían "Centro médico-psiquiátrico". Y desde que nos alejamos del auto, Steve dejó de toser.

-¿Quién iría al médico por un simple resfriado?

Corrí.

Dos manos me agarraron por detrás.

Lo decaído disminuye mi fuerza.

Intenté seguir corriendo.

Terminé estando sentado.-¡Escúchame!

-Cálmate.

Mi cuerpo no es el único exhausto, también mi cabeza lo está. Al luchar con los dos no se forma una alentadora convinación. Tarde o temprano dan su rendición.-¡¿Por qué me trajeron?!

Tengo en mente la respuesta pero quiero saber de qué forma la suavizan.-Te afectó en exceso...-Los ojos de Camila reflejaban pena.

-No es seguro...-Steve me soltó lentamente.