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Estaba arreglando mis maletas cuando se me ocurre voltear y veo algo en la puerta que me hace saltar del susto.
- amor, perdón, no era mi intención asustarte -. Jung se acercaba lentamente a mi.
- ¿no ves lo que hiciste, Kook? -. Decía un poco alterada. - casi me matas del susto, bobo, ¿cómo se te ocurre ponerte allí en la puerta sin decir absolutamente nada? -.
- ya cálmate, cariño, sabes que no era mi intención, solo venía para avisarte que el taxi ya llegó, tenemos que irnos -. Habló señalando hacia abajo.
- bien, bien, solo estaba empacando mi cepillo de dientes y mi maquillaje -. Hablé cerrando la maleta de una vez por todas.
- vámonos ya -. Jung tomó mi maleta y salió por la puerta. « es tan fuerte ». Pensé en un suspiro.
Le seguí y abajo se encontraba George con Kelly esperándonos.
- bien, debemos irnos ya -. Señaló Jung.
Pues allí nos subimos al taxi.

El conductor, tenia una boina marrón bastante elegante, y tenía aquel acento inglés sofisticado que todos tenían por aquí.
- ¿así que van de viaje por Europa? -. Preguntó el conductor entrometido.
- así es, señor -. Le contestó Jung amablemente.
- vaya, ¿es viaje familiar? -. Acentuó la palabra "familiar".
- exacto -. Asintió Jung.
- bueno, al parecer, ¿tiene dos mujeres? -. Seguía metiendo las narices dónde no le corresponden, me hartaba un poco.
- no, se equivoca, ella es mi esposa -. Me señaló. - y ella es la mucama, que cuida de mi hijo -. Contestó Jung lo más amable posible.
- ah, ya veo -. Miró por el retrovisor. - ¿está seguro que ese de ahí es su hijo?, no se parece nada a usted -. Al parecer esto le ofendió a Jung.
- señor, no meta las narices donde no se debe, el es mi hijo, solo que los genes de mi esposa ganaron esta vez -. Decía molesto.
- a mi no me parece eso, a mi me parece que le pusieron los cuernos -. Eso me molestó y se que a Jung lo hizo enojar mucho, apretaba sus puños, y yo le sobé la rodilla para que se calmara.
- señor, con todo respeto, usted no tiene ni una pizca de ética, todo este tiempo nos ha faltado el respeto, a mi y a mi familia, ¿le parece correcto?, o si lo tira como broma, ¿le parece que me estoy riendo?, con mi familia no se meta, caballero, así que cierre su maldita boca de una vez por todas -. Hablé determinante sin ninguna expresión en el rostro.
- disculpe, lo siento mucho, señora, si es que los ofendí, les pido absoluto perdón, desde ahora me callaré -. Hablaba asustado. Jung me miró estupefacto.

Luego de un poco de viaje, George se estaba desesperando dentro del auto.
- ¿cuándo llegamos, mami? -. Preguntó mirando por la ventana.
- pronto, mi cielo -. Le besé la frente.
- estoy emocionado -. Se situó en su lugar mirando al frente con una sonrisa tierna.
- también nosotros, bebé, no todos los días vamos a Alemania -. Le dijo Jung apretando sus cachetitos.
- ¡si! Ya quiero ir, porque mamá dice que es maravilloso, ¿mami, por qué te gusta tanto ese país? -. Preguntó George el curioso.
- bueno, hijo, tu abuelo, siempre me hablaba maravillas de Alemania, papá decía que nosotros veníamos de allá, quiero decir, nuestra sangre -. Sonreí al recordar las historias de papá, el solía ser tan bueno.
- ¿cómo se llamaba el abuelo, mami? -. Preguntó George.
- se llamaba George, igual que tu -. Le revolví el cabello. Vi sus ojos brillar.
- ¿y dónde está el ahora -. Preguntó.
- no lo sé, hijito, pero sé que está aquí -. Señalé mi pecho. - y en el tuyo también -. Le sonreí.
- ¿y en el de papá? -. Preguntó. Miré a Jung.
- también -. Sonreí.

Llegamos al aeropuerto y lo primero que escuchamos fue el altavoz.

- vuelo 302, destino Berlín, Alemania; vuelo 302, destino Berlín, Alemania -. Decía la voz en off.
- ¡es nuestro vuelo! -. Gritaba Jung y nos fuimos corriendo.

Extraordinary [Milo Manheim y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora