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Todo era extraño, no quería aceptarlo, no quería nada, ¿cómo?, ¿que voy a hacer?, mis pensamientos se hacen cada vez más pequeños, y mi desesperación cada vez mas grande, no puedo dejar de pensar en cómo le diré a George todo lo que ha pasado, tan solo es un niño demasiado pequeño, no se que hacer, hablaré con mi mamá; ya no puedo estar aquí sola en Inglaterra, tengo que volver a California, es la única opción, no me gusta tanto la idea; George es mi única preocupación; había perdido a Jung, a alguien a quién aprendí a amar después de que Milo se fuera de mi vida para siempre. Jung significó mucho para mí, y sobre todo para George, después de todo fue su padre; aquel lo veía como padre, no se que haré ahora.
- disculpe, señora -. Sentí una voz femenina detrás de mí.
- ah, Kelly, eres tú, ¿qué es lo qué pasa? -. Voltee con la mirada triste, derrotada totalmente.
- señora, su abogado la busca, está afuera -.
- déjalo pasar -. Ella asintió y se retiró.
Poco después entró el señor Wellington, mi abogado, se que suena extraño, «abogado del abogado», pero un abogado no puede abogarse por si mismo, si no, a las otras personas.
- buenos días, señora Jeon, ¿cómo se encuentra? -. Arqueé una ceja, ¿cómo se atrevía a preguntar tal cosa?. - oh, entiendo, lo lamento mucho; lamento su pérdida, él solía ser un buen hombre, sin embargo, vine a hablarle del testamento que su difunto esposo dejó, la lectura de éste será el día jueves doce, a las 9:00 am, no debe faltar -.
- pero, aquello es en dos días, yo tenia por enterado que el testamento se demoraba en presentarse para ser llevado a cabo -. Aclaré.
- por favor, señor Jeon, eso no es necesario, al menos no en este país -. Abrió los ojos de par en par.
- bien, estaré allí a la hora acordada -. Dije triste, y cabizbaja.
- esta bien, señora Jeon, nos vemos allá, le doy mis condolencias -.
- gracias, señor -. Me levanté del sofá para dirigirme a mi habitación.
- hasta luego, señora -. Tomó su maletín y se dirigió a la puerta.
- hasta luego -. Pisé el primer escalón para subir al segundo piso y llevar a cabo mi misión.Observaba las mismas cortinas, la misma ventana, la misma vista, la misma alfombra, los mismos muebles, el mismo armario, la misma puerta, el mismo techo, el mismo dolor qué sentí en el hospital al recibir la desdichada noticia; totalmente derrotada por el peso de mi pérdida, de saber lo mucho que lo voy a extrañar; procedo a acostarme en la misma cama que compartía con el señor Jeon, y me arropé con las mismas sábanas con las que él me arropaba a mí, y empapé la misma almohada con la cual dormía pasivamente cuando me encontraba a su lado, podría llenar una piscina de lo tanto que he llorado, la cantidad de lágrimas que deslizaban por mis mejillas, el modo en que mi rostro estaba completamente empapado e húmedo, con el dolor en el pecho y el nudo en la garganta; lloraba recordando su voz, sus palabras tan bellas, todo de el, la persona que nunca pude amar por completo, pero que había sido mi pilar más grande.
Lo extraño...
¿Cómo se lo digo?...
Por favor, ¿qué haré sin ti?
Cántame con aquella dulce voz.
Dime que me amas una vez más.
- ¿mami? ¿Estas llorando? -. Escuché una vocecita desde la puerta. Rápidamente limpie mis lágrimas como pude.
- no, cariño, mamá sólo está cansada por el trabajo -. Le sonreí a mi niño, el se acercó a mí y me dió un tierno abrazo.
- ¿donde está papá? -. Preguntó, el nudo que se hallaba mi garganta no me dejaba pronunciar palabra alguna.
- hijo debemos hablar -. Me miró con aquellos ojos tan bellos que tiene, los ojos de Milo. - hijo, papá ya no estará con nosotros nunca más -. Hablé de una vez.
- ¿por qué? -. Ladeó la cabeza, esto estaba siendo muy difícil.
- bueno, papá está en un mejor lugar, no aquí en esta tierra, si no, en un lugar donde puede descansar de por vida, donde hay felicidad eterna, nosotros no podemos verlo, pero el si a nosotros, algunos le llaman «el cielo» o «el paraíso», ahí es donde papá está ahora, está cuidándonos -. Señalé el techo.
- ¿y por qué se fue? -. No sabía cómo explicarlo.
- verás mi niño, todos nosotros nos iremos a aquel lugar algún día, algunas personas antes que otras, a tu padre le tocó ahora -. Parecía triste y sorprendido al mismo tiempo.
- ¿y cuándo me tocará a mi? -. Preguntó curioso.
- no lo sabemos, pero en un futuro muy muy lejano -. Le sonreí forzosamente.