Las aventuras de la tercera generación no se limita solo para los más grandes, ahora los más pequeños ya no lo son tanto y empezaran a ver un mundo lleno de posibilidades a los que tendrán que enfrentarse, mientras los mayores deberán emprender nuev...
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Ally está agotada, así de simple y se maldice por no haber accedido a entrar en el departamento de comunicaciones del Quisquilloso. Sí, hubiera sido más sencillo y se hubiera evitado días enteros sin dormir.
—No, a la señorita se le ocurrió iniciar desde abajo —susurra mientras recoge unos papeles que debe revisar antes del final de semana.
—¿Debería ya llamar al manicomio? —escucha a su espalda y casi sonríe si no fuera porque a la vez debería lanzarle una maldición por burlarse de ella.
—Sí eso me consigue alejarme del idiota de mi jefe, hazlo, por favor —responde juntando sus manos en señal de súplica. El azabache sonríe antes de sacar de detrás de su espalda un frozen que casi la pone a babear. —¿Te he dicho que te mereces el cielo?
—Solo cuando te conviene —le responde su amigo dándole un pequeño golpecito en la cabeza.
—No es que no agradezca tu presencia, pero, ¿qué haces aquí?
—Extrañaba tu chispeante energía —responde su amigo, pero eso la pone en alerta. Albus no era bueno mintiendo o bueno, lo era, pero no con Ally, ella lo conocía bien.
—Potter.
—¿Sí?
—¿Qué sucede? Y no me mientas.
—Está bien —Albus suspira y se desarregla su ya de por si desastroso cabello. —Erick y Meredith regresaron.
Ally imaginaba que luego de más de siete años ni siquiera debería importarle cualquier cosa que implique a Erick, pero al parecer estaba muy equivocada. Maldita sea, todavía su conversación en el auto resonaba en su cabeza, al parecer con la intensión de torturarla.
—Bien por ellos —logra decir, pero siente que la voz se le quiebra.
Con el paso de los años, Meredith y Erick incluso habían terminado en más de una ocasión, ocasiones en las que su tonto corazón mantuvo esperanzas de que tal vez y solo tal vez podían tener algo, pero no. A veces se preguntaba por qué no daba el primer paso ella e incluso en una oportunidad estuvo a punto de hacerlo si no fuera porque regresó con Mer.
—Ally.
—Sabes —dice mirando las diferentes líneas que hay marcadas en el pizarrón de estrategias. —Él y yo somos como líneas tangentes, nos encontramos una sola vez y luego nos separamos para siempre. Todavía lo extraño, creo que una parte de mi lo extrañará siempre, pero...
Albus se ha acercado a ella y antes de siquiera fingir que está bien él la envuelve en sus brazos y ella como siempre desde que tienen doce años encuentra reconfortante y tranquilizador sentir su calor y su característico olor.
—Tal vez en otra vida —susurra mientras él besa su frente y ella se permite derramar unas cuantas lágrimas.
A veces se preguntaba por qué Albus era tan fuerte, después de todo, cuando Sadie terminó su relación, él estaba a punto de darle un anillo de compromiso.