Las aventuras de la tercera generación no se limita solo para los más grandes, ahora los más pequeños ya no lo son tanto y empezaran a ver un mundo lleno de posibilidades a los que tendrán que enfrentarse, mientras los mayores deberán emprender nuev...
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Para Zack estar rodeado de papeles era de lo más común, después de todo era su trabajo. Cuando estaba en el colegio le era agotador leer páginas y páginas llenas de tinta, aunque le gustaba. De seguro esa cualidad le era heredada debido a que su papá odiaba leer y según sus palabras se graduó de milagro, mejor conocido como su madre. Era así que terminó encargándose del área de recursos humanos de San Mungo y siempre debía leer docenas de documentos, entre autorizaciones de operaciones, quejas entre compañeros y solicitudes de traslados por lo que a veces les daba una lectura rápida y firmaba, pero al ver en uno de los documentos el nombre de Victoire no duda ni un momento leer todo el documento.
Cuando termina de leer se pone de pie sin importarle que tenga todavía una docena de documentos y va al área de obstetricia donde se encuentra a la rubia de sus sueños dando órdenes a varios medimagos y enfermeras. Cuando el grupo se dispersa observa como la rubia espera a que todos desaparezcan para poder apoyarse en la pared soltando suspiros de alivio, como si estuviera agotada.
—¿Qué pasa contigo Vic? —es lo primero que se le ocurre decir al estar cerca de ella. Cuando la rubia se da cuenta de su presencia intenta aparentar estar en perfecto estado, pero no lo va a engañar.
—No sé de qué hablas Zack.
—Estás agotada —le dice él tomándola del brazo para llevarla a unos de los asientos. Victoire prácticamente suelta un suspiro de alivio lo que provoca que la preocupación de Zack sea mayor así que se dedica a estudiarla un poco mejor y se asombra al ver que sus ojos se encuentran irritados y más ojerosos que los de los estudiantes. —Por Merlín Victoire, ¿qué te sucedió?
—Nada.
—Tu cara no me dice lo mismo.
—No debería importarte.
Tal vez tenía razón, pero no podía evitar preocuparse por la rubia. Muchos se reían del amor platónico que él tenía por Victoire, pero era de lo más sincero pese a saber que nunca tendría oportunidades.
A él no solo le gustaba Victoire por su belleza, le gustaba su carácter, la tenacidad con la que trabajaba para conseguir lo que quería, su dedicación y delicadeza para tratar a cualquier persona. Victoire daba la apariencia de ser perfecta y hacer todo cuanto podía sin un margen de error, pero la realidad era muy diferente. Ella trabajaba el doble, si tenía que amanecerse para estudiar lo hacía, si tenía que pasar toda la tarde en medio de la lluvia entrenando para no defraudar a su equipo lo hacía y solo para cumplir las altas expectativas que conllevaba ser la primera Weasley de la generación, ser digna hija de la talentosa y emprendedora Fleur Delacour y del osado William Weasley.
—Pero me importa Vic, ahora dime, ¿qué sucede?
—El día de la reunión me despedí de Leo —responde soltando un suspiro que demuestra la tristeza que la está consumiendo.
Para nadie era un secreto que ella estaba loca por el hijo de Orión y Molly, prácticamente lo crío así que por supuesto se sorprende ya que solo un muy fuerte motivo podría alejarla de ese pequeño.